Según el detector de metales, le afirmaba la presencia del metal más valioso y anhelado estilísticamente, tomó la pala y se apresuró a excavar en soledad codiciosa, su avidez fue tan intensa que hasta con las manos quería retirar porciones de tierra; a un metro de profundidad, hayo una moneda de dicho material compuesta de una estrella en una cara y una cruz en otra, la tomó como si encontrase una parte de su cuerpo y la guardó con sentimiento de eternidad.
La moneda la observaba en todo Angulo con devoción como si fuera un objeto empíreo caído del cielo, en ese momento, una decisión de X circunstancia no había resuelto, se preguntó que debía hacer, palpando la moneda se quedó absorto en ella, y la lanzó al aire pensando si caía estrella tomaría una decisión y cruz la otra, la estrella le indicó que tomara la decisión asignada, así fue, y en el futuro su toma le fue beneficiosa. Otro día volvió a repetir la misma escena y se preguntó “si cae estrella realizaré…” “si cae cruz realizaré…” hasta que esto se volvió monotonía. Al ver que sus decisiones se cumplían beneficiosamente, un día al ir por la calle cuando el sol brillaba se le vino a la mente una tétrica pregunta ¿moriré de viejo o de una trágica causa? La moneda la lanzó al aire, al caer, esta rodó hasta en medio de la calle quedando erguida verticalmente sin dar una cara, al tratar de asirla no podía para su sorpresa, la moneda quedó pegada más que el poder del imán, al intentar con porfía retirarla del concreto, un auto no dio aviso de su llegada y mató al muchacho.
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