El ladrón huye apresuradamente de la residencia aristócrata, llevando en mano un hurto clásico de perlas y collares finos, la autoridad lo persiguió como ferrocarril tras el paso efímero del criminal en caminos sinuosos y poco abruptos, las armas suenan estruendosamente y el estropicio provocado por las pisadas de los hombres no se rezaga, varios proyectiles asestan erróneamente en un poste de madera como su último intento de captura, el ladrón ha escapado.

Otro día, el antifaz del ladrón había hecho un buen trabajo por cuidar la dignidad e imagen del sujeto, este se encontraba realizando sus labores de cortador de madera cerca de la residencia donde había cometido el robo, su faena consistía en cortar un poste de madera vetusto por el tiempo, el hombre tomó el hacha y cortó el poste con sus medidas propias de seguridad, el tronco cayó al suelo rompiéndose la parte donde había padecido el daño, una bala incrustada salió disparada directamente hacia la cabeza del ladrón, feneciéndolo fugazmente.