Al escuchar sus pasos en la oscuridad, miré atento como venia a mi, la tristeza que emanaba su cuerpo, hacia que el mío se compungiera y sintiera una desdicha inexplicable. Estando por siglos nunca sentí, ni pensé que un hombre pueda tener tales sentimientos…
La luna me deslumbró de tal manera, que tanto mis ramas y mi tronco estaba bañados de plata; en ningún tiempo vi que esta luna brillara de esta manera, y jamás conocí a hombre que estremeciera a este jardín de olivos con su tristeza.
Al acercarse a mi y tocarme, divisando una leve lagrima, mi corteza crujió y sintió pesar por la suma congoja que tenía el alma de este hombre; él se arrodilló y apoyó su cuerpo hacia el mío; oró en silencio, haciendo sentir un poder que provenía del cosmos de la tierra.
Apoyó su cabeza a mi tronco, sus manos juntas y el sentir de sus grandes lagrimas correr por todo mi ser, me provocaba escapar de tan grande pena, pero, aunque pudiera, no lo haría, no podría dejar a ese hombre es esa zozobra inconsolable. Levantó la mirada y mostrando sus cristales rotos dijo:
“padre, si quieres pasa de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad, si no la tuya” (1) dijo estas palabras nobles y cayo de nuevo en su tan fatídica angustia.
En la oscura impotencia que me invadía, al no poder abrazarlo ni darle palabras de aliento, de no poder hacerle saber que este viejo olivo estaba ahí, con él.
Mi suplica para su consuelo llegó, del cielo plateado bajó un ángel, cuya hermosura no tiene comparacion. (2) No sé cuanto mas podría resistir este hombre, pensé que esta noche él moriría y cuan importante era este ser para que un ángel lo consolara.

Siguió orando y luchando con su tristeza atormentadora, gimió bajo el peso de una agonía que ningún hombre podría soportar; la tristeza, el dolor, el sufrimiento que salía de ese simple cuerpo humano, tan frágil, tan débil…. Sacudió todo el jardín, la luna se puso gris, los olivos sangraron penas, todo el lugar se compungió… y yo, sintiendo todo el dolor que el me transmitía al tocarme, cómo sus lagrimas taladraban mi dura piel, me hacia sentir como un tierno retoño en un desierto. Fue tan grande su pena, que ningún ser, por más fuerte que sea, pudiera haber resistido y hubiera ganado la tan anhelada muerte.

Llore amargamente, crujió todo mi tronco de dolor, mis tiernas ramas murieron, mis frutos cayeron y se secaron en el piso, sentí morir al ver cómo derramaba su sangre en mi corteza, por cada poro, dolor por dolor, lagrimas de sangre….. (3)
En ese estado me sostuvo para que yo no muriera…
Ese momento, este hombre resistió y venció todos los horrores que poder maligno le hubiera infligido, fue un combate de este ser poderoso, un ser sublime, contra otro ser intangible y gracias a su fuerza y amor… yo estoy vivo.

Yo no se quien era… pero me escogió para el momento mas critico de su existencia; fui el único que estuvo a su lado, llorando y crujiendo su intensa agonía…

(1)Lucas 22:42

(2)Lucas 22:43

(3)Lucas 22:44