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Vida en abundancia

Viéndote, hablar de vida es un conjuro, un talismán lingüístico o una mala broma de alguien que no da la cara y no permite enrostrarle las culpas. Yo aún digiero las mías, ese afán de involucrarme en vidas ajenas, a punta de magia, de misterios y arcanos, tomar el futuro de otro y anunciarlo como profecía.
Y te prometo que en tus manos vi una larga vida, con los dramas que todos cargamos, pero también con éxitos y placeres. Sería que me gustabas mucho y deseaba eso para ti. Y tú, que ya sabías del diagnóstico de cáncer, callaste al comienzo, pero mis palabras fueron una enorme arca donde no podías naufragar, estaba escrito en tus manos, las mismas que ahora sostengo.
Tal vez, el punto no es lo largo de la vida, sino lo colmada que esta sea, y tu luchas, sigues luchando, quizás ya no por vivir la vida, por enamorarte, tener ese hijo que yo no podía darte. Ya no por los sueños, sino que luchas para no irte en el sueño, por no morir.
No es que yo sea demasiado vieja, al menos no me siento así, lo que pasa es que tú eres demasiado niño, te deslumbras ante todo, proyectas tu amor y te encandilas con la posibilidad. Y si se trata de culpas, tú también las tienes. Te enamoraste de una mujer y no le dijiste de tu enfermedad, y ¿sabías acaso que enviudó justamente por cáncer?
Dicen que no hay muerto malo, y como estas vivo puedo decirlo sin sentirme mala persona. Eso era injusto con ella, querer trascender, quizás tener un hijo, sabiendo que te morías. Porque compañero, usted se me muere, un poco después si lo operan, pero se muere igualito.
Claro que es injusto, claro que no admite razón ni lógica. No se trata de desandar el camino para ver en qué momento te “hiciste” el cáncer. “Alea Jacta est” hubiera dicho mi profe de latín en el peda, lo cierto es que no sé que hacer, mis hijas me ven llorosa y no quiero arrastrar a otros a mi egoísta pena. Me quedan claro dos cosas desde ahora mismo: No volveré a leerle las manos a nadie, y prometo, por ti, por mis hijas, por mi compañero, tener vida en abundancia.

(A Claudia)

Texto agregado el 22-05-2010, y leído por 392 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
25-08-2012 Muy interesante y lleva el hilo de los acontecimientos con maestría. Mis estrellas. elpinero
10-06-2010 Es admirable que alguien pueda seguir con su vida como si jamás le hubieran dado un diagnóstico desafortunado. Simplemente siguió viviendo, ni se derrumbó ni comenzó a vivir de prisa, simplemente siguió. Yo, no podría dosenlaciudad
27-05-2010 Desde que nacemos comenzamos a morir... Nunca se sabe cuando será pero ocurrirá. hay que tratar de vivir con la intensidad que se pueda. No es asunto de cuantía sino de calidad...Me gustó tu texto. Muchísimo diría yo. Un abrazo. Mariela louyann_
25-05-2010 Fuerte tema. Conmovedor y muy bien escrito. lmarianela
25-05-2010 Hermoso texto, ni hace falta decirlo. Yo encuentro un cuestionamiento ético de como nos paramos ante la vida, más cuando sabemos que la vida se nos va. ¿Tenemos o no el derecho a seguir soñando, a seguir construyendo, a seguir amando, hasta el último instante, aún escondiendo la condena que pesa sobre nosotros? ¿Tenemos o no la culpa del dolor que con ello podemos causar? Yo no lo tengo claro, porque no estoy en esos zapatos. En todo caso, sí, mejor no leerle las manos a nadie. Simplemente estrechárselas toda vez que se pueda. josesur
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