Señor Marques(FIN)
(Cuento)
El señor Marqués, Don Ricardo Navales, y su esposa, Sra Marquesa...
Doña Leonor de la Torre, Marqueses de la Ensaimada, lo están pasando muy mal.
Me han dicho, me he enterado, me han comunicado, gente seria y formal, que los Señores Marqueses, están tristes, están apenados.
Dudan, no saben si quedarse en el pueblo, o irse a vivir a la ciudad. Ellos, pensaban, creían que hacían lo correcto, y, es verdad.
Otro defecto tendrán los marqueses, pero son personas sinceras, generosas, es difícil encontrar en todo el entorno.
Y las cosas, son como son... lo blanco, blanco y lo negro, negro.
En los pueblos medianos, a veces, nos pasamos un pelín, en los dichos y hechos.
Una chispa pequeñita, pequeñita, se quedó en una mata... Un poco de aire la llevó a los sembrados, al bosque... a las cosechas...
La chispa pequeñita... hizo que muchos dejaran sus casas... hasta que la chispa en llamas pasó y dejó vestido de negro y de humo y de polvo bosques, tierras, casas y haciendas. Y ésto fué lo que pasó con el Marqués Don Ricardo Navales, Marqués de la Ensaimada...
Su manera de ser... ¡Exagerada! Para un Marqués, yo creo que no...
Un pelín, puede ser, para un pueblo mediano...
Se juntó con la tilde, el acento más fuerte en la “e” de Marqués.
Con los paseos, con el perro Lulú y la perra Loló y el gato Don Juan... fué el remate de tanta y tanta chirigota, de tanta chufa...
Los Marqueses están tristes, apenados, ¡Lo están pasando muy mal!.
Se han desprendido de los perros, del gato y el mono Samuel.
Se los han regalado a los Señores del Circo.
Pensaron, que ellos con lo listos que son, pronto aprenden cada uno su número, su oficio... Unos pasan por el aro, saltan por el fuego.
El Gato Don Juan a cazar ratoncitos, y el mono Tobías, el más atrevido, a bailar sobre el tajo y saltar el trampolín.
Los Marqueses, en su tristeza, se fueron a la ciudad...
Allí, apenas conocían a nadie... No tenían con quien hablar...
No tenían hijos... Allí vieron que se encontraban más solos que “la una”.
Lo pensaron detenidamente y se fueron, se volvieron al pueblo.
Salían... Daban los buenos días. Unos y otros en tonos distintos...
Hablaban, se paraban... visitaban a su barbero todos los días, al afeite. Allí se enteraba de los chismes del pueblo... y demás...
Ya, un día los vieron con gente del pueblo tomando un café y jugando a las cartas. Jugaba con el lechero, el panadero y el carpintero.
El Marqués, estaba un tanto extrañado, asombrado...
Al no llevar aquella ropa tan ajustada, tan apretada. Al llevar ropa más suelta, el Marqués se resfrió...
Lo vieron en el Centro de Salud...
¿Qué le pasa? ¿Está deprimido?
Mala cara no tiene, toser no tose.! Cuídese...! El hablar con la gente le animaba...
El Sr. Dr. del Seguro le mandó pasar. Siéntese, con calma... ¡Le veo un poco deprimido, como asustado! Sr. Navales.
Le tomó la tensión, le auscultó, mandó hacer unas radiografías...
Tranquilo, todo bien, un catarrillo mal curado... pero nada más. ¡Eh!.
Lo que tiene que hacer, a parte de los medicamentos que le voy a recetar, es salir de paseo, animarse, comer bien, no coger frío...
Le mando unas inyecciones, especie de vitaminas. Pero venga al Consultorio que se las pongan y esto lo digo para obligarles a usted y Señora a salir de casa. Veo a su señora, que unas vitaminas no le vendrían mal.
Gracias Dr. ¿Qué se debe?
¡Por favor! Son del Seguro, nada, es mi obligación y con gusto lo hago. Dentro de un mes vengan a consulta.
Van a la farmacia de enfrente. Y el mancebo, sin venir a cuento, conocía a los marqueses. Les preguntó...
¿Cuántos años les falta para llagar a la manda?
La manda es el ser Mayordomos en las fiestas del pueblo, honrando a San Cristóbal, Cristobalito y Cristobalón...
Eran las fiestas del pueblo, donde había que apuntarse con tiempo, y había que esperar más de quince años.
Dentro de tres años son, y nos toca a mi esposa y a mí.
Pues mire, ¿Sabe lo que tiene que hacer?
Se lo dice el mancebo. Menos potingues y más diversión.
Preparar bien las fiestas, que sean las más sonadas en éste pueblo. Y además sin hijos... y con dinero... con sobrinos lejanos, que nadie conoce...
Y tenía razón el mancebo...
Y sabe usted... que todo lo pasado... ¡Pelillos a la mar! y que sólo se vive una vez... y que a usted, la fiesta, no le vuelve a tocar...
En éstos dos años, preparar, animar a la gente, a la fiesta de los Santos Patrones, San Cristóbal, San Cristobalito y San Cristobalón.
Es lo que dicen por todo el contorno, que son los santos más importantes.
De acuerdo con su esposa, se dejaron de tanto marqués y marquesa, y se dieron cuenta, que lo más bonito es la vida normal.
¡Hablaban con la gente! ¡Tenían amigos! Jugaban a las cartas, merendaban juntos más de una vez.
Todos, todos, le ayudaron y se prestaron para la MAYORDOMÍA de los patrones del pueblo.
Invitaron a todos los vecinos, por escrito y de palabra.
Llegó como todo en la vida. Llegó en ansiado día de las fiestas patronales.
Los Marqueses, como Mayordomos con las varas en las manos, en el presbiterio...
Comienza antes la fiesta, van a buscar a los mayordomos a casa...
Les acompaña el tamborillero, con su tamboril y la gaita, el dulzainero con sus platillos y dulzaina, y detrás la gente del pueblo.
Llegan a la Iglesia, bordado, con coro cantando la misa...
El Sermón, el Sr. Predicador con voz fuerte y sonora, se animaba, casi se sale del pulpito, dando las gracias a los mayordomos en el día de la fiesta.
Las campanas, las campanas, seguían tocando, tocando, tocando, tocando... hasta que el campanero, sacristán despertó de la moña.
Le había cogido y no soltado en la fiesta.
¡Tenemos dinero! Se decían entre sí los Marqueses.
La familia, los sobrinos lejanos, que apenas conocemos, no nos lo van a agradecer... ¡Que tengan baile, baile especial!
Seguían hablando y haciendo las cuentas, por lo dedos...
Preguntaron. ¿Cuánto costará un circo, con su carpa, sus payasos, artistas, animales y demás?.
Dos días de circo, con dos sesiones al día.
Lo normal.... Lo bueno, lo especial, lo espectacular, el no va más.... para eso tenemos y nos sobra.
Los Marqueses se miraron, y dijeron... EL ESPECIAL
Allí, el director, los payasos, los músicos, el oso, los caballos, el elefante, los bailarines, azafatas, trapecistas, el domador en la jaula con los leones...
Los niños chillan, los jóvenes viendo a las del trapecio.
Las mujeres vestidas de fiesta con sus flores en la cabeza, sus mantillas, algunas llevan castañuelas...
Todos, todos, niños, mayores, jóvenes, ancianos y viejos, rodeando a los marqueses... ¡Viva Don Ricardo Navales, Marqués!...
¡Vivían los Señores marqueses de la Ensaimada!.
El viva sonaba, su eco se oía por toda la comarca.
El marqués se levantó... ¡Digan conmigo! ¡Vivan todos! Amigos y también el Marqués y la Marquesa.
El ayuntamiento, en pleno y de pie, agasajaron por acuerdo, entregarle un Pergamino, donde constan, que junto a la medalla de la villa, seran hijos adoptivos del pueblo.
Los viejos del lugar, le regalaron un bastón de plata.
Con empuñadura de oro. A ella, unos pendientes de plata y un pequeño collar de brillantes.
Los jóvenes le regalaron los perros Lulú y Loló, el gato Don Juan y el mono Samuel.
Estos miraron a los marqueses, le preguntaron.
¿Queréis venir con nosotros? Con los ojos cargado de lágrima...
Le dijeron GRACIAS. Pero... pero hacer reír a los niños, jóvenes, mayores y ancianos, nos hace a nosotros sentirnos felices.
Terminaron la fiesta... Los señores marqueses en el pueblo eran uno más.
A los pocos días fueron al Ayuntamiento y después de pensarlo, hicieron por escrito que con sus bienes se hiciera una Fundación para ayudar a los pobres del pueblo. Los niños regalaron al marqués un sombrero tirolés, con pluma amarilla y a la marquesa una peineta de nácar.
Y aquí termina la historia de los Señores Marqueses de la Ensaimada.
21 de Mayo del 2010
Julián López Santolino
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