En la residencia de Monseñor Joseph Phillip, dos agentes federales lo apresuran con “malos modos”

- ¡Ándele padrecito, mueva su gordo trasero! tenemos que estar a las 3 en la estación del tren –dijo uno de los agentes.

- ¡Su excelencia! Diríjase hacia mi como su excelencia mugroso inmundo, no sabe que tengo el poder para excomulgarlo y mandarlo derecho al infierno –dijo Monseñor Phillip con el rostro enrojecido por el coraje.

- ¡No padrecito! cual excelencia uste nomas es un cura pa que tanto brinco –volvió a decir el agente federal.

Plutarco Elías Calles había ordenado la expulsión de Monseñor, al encontrársele un manojo de folletos en pro del boicot contra el gobierno federal donde se invitaba a todos los cristianos a no consumir productos de las principales cadenas comerciales, a suspender el pago de impuestos y abstenerse de asistir a eventos públicos, manifestando su intención de hacer quebrar al gobierno federal para demostrarle su poder de convocatoria.

Calles amparándose en el artículo 33 de la constitución de 1917 decidió expulsar al prelado.

- ¡Mugrosos, descamisados! Que harán cuando se queden sin las bendiciones de dios, si lo único que les queda es las bendiciones de dios, pero ahora con mi expulsión se quedaran en las tinieblas como en los tiempos del oscurantismo ¡Necios! –grito monseñor Philip mientras abordaba el ferrocarril que lo llevaría al puerto de Veracruz hacia su exilio…

Emilio hernández