El señor Gibert intercaló en su conferencia un viejo ejemplar de diario. Excusó el no poder ofrecernos su tacto añejo debido a su deleznable estado. "Os entregaré a cambio la fotocopia de una de sus páginas." En la parte superior emergía una fotografía en dos planos. Dos paramilitares alemanes y el pie de niño en el primero. Se cruzaban estirados. Supimos por el señor Gibert que era una acera de París. En el segundo una multitud en blanco y negro se encarnizaba golpeándolos. Sobresaliente, el zapato de un airado muchachito impactaba la cabeza de uno de los aterrados soldados. "Eran francotiradores... Sus disparos alcanzaron a varias de las personas que aclamaban el paso triunfante de las tropas norteamericanas. Murieron una madre y su hijo. Miembros de la Resistencia los localizaron en un edificio cercano, el resto... Aquella misma tarde corrió de boca en boca que cuando los ejecutaron horas más tarde ya estaban muertos." La sala respetó en silencio las lágrimas emocionadas del señor Gibert. "Aquí tienen al muchacho de la fotografía."