Son solo dos metros... pero parecen cuadras
Hasta la plaza de sus ojos
Pienso, es lo que estoy pensando, y un papel arrugado me golpea las neuronas, reacciono asustada, como si tardara mas, me pudiesen leer lo que razono, una compañera ríe de mi sobresalto. La profesora se acerca mirándome sobre sus anteojos, como intentando ver mejor sin ellos...
- quítese la mano de la cabeza, ¿o tiene mucha información que le pesa?- me dice.
Omito responderle, pero hago caso a su intervención. Me incorporo. Eso le permite ver mi cuaderno, en blanco... con el nombre de “él” enlazado al mío, formando quizá qué garabato para su mente amarga de experiencias adolescentes.
- ¿qué pretende señorita Jeria, ser una analfabeta por no prestar atención en clases?
Dudo un poco... prefiero no callar esta vez, para que no piense ahora que también soy muda.
- claro que no señorita, sólo pensaba.
- ¡que bien! – contesta burlona- ahora agréguele los apuntes a su cuaderno y obtendrá un pastel azul, a no ser que le gusten los de cereza...
- son mis favoritos- respondo siguiendo el juego-
como veo que comienza poner mas mala cara de la que tiene, doy un último suspiro, agacho la cabeza y comienzo a fingir que escribo la materia...
en realidad mi lápiz se mueve formando estas palabras: No importa, seré una analfabeta enamorada, o una excelente repostera...
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