-Hola, me llamo “Bartolomeo” jajá
-basta, que ellos no te van a entender la broma.
-apuesto que si. Ellos son más inteligentes que tú. María, mejor cállate.
Cállate tú.
María ¿me haces un favor?
-Que
-callate.
Silencio.
-bueno, como les decía, me llamo “Bartolomeo”, jajá, y les voy a contar la mejor historia del mundo, escuchen bien:
Esto hecho se llevo acabo en la selva, donde, existió, nació y creció el más feroz de los tigres dientes de sable, se llamaba Bartolomeo, dicho sea de paso, era único en su especie. O al menos, nadie vivió para ver otro igual.
Todos los animales de la selva sucumbían ante los disparos de los cazadores, menos nuestro tigre, y cuando la ferocidad de la selva atrapaba a los cazadores estos mismos se hacían presas.
Yo soy un asesino, si la palabra les parece inapropiada o exagerada, es preferible así antes que llamarme cazador, ¿para que luego venga un defensor de los animales y me parlotee con el dedo acusador de que me he me ha quedado corta la palabra?, ¡no señor!
El tigre que muere hoy en día, dichosa es su piel que decora los suelos en los comedores, living, u otro terreno acomedido optado por el usuario comprador de estas hermosas pieles. Y ha como de lugar, este se convirtió en mi afán, objetivo y presa y también por supuesto: el temor al fracaso y la muerte que siempre persiste en la naturaleza inconciente de uno.
Me prepare en cuerpo y alma como debe ser, y apenas Salí, pronto tuve la pelea cara a cara con mi mujer, aunque ella no me lo expresaba. Esa pelea me demostraba de una manera extraña la forma que me quería y protegía de la muerte inminente que me esperaba afuera. Yo no hice caso.
Me adentro en el corazón de la selva, se escuchaban pájaros parloteadotes, camaleones disfrazados, muchas bandas de aves en forma de V, y gran pero gran cantidad de telarañas y bichos exóticos, todo entremezclado con el olor a planta y aguas de algún que otro lago, mientras un pequeño rayo de sol, se las arreglaba para atravesar a los grandes árboles, y dejar su enfoque en un bello trébol de cuatro hojas.
La cosa iba bien, hasta que callo la noche, la penumbra de la selva es igual de día, las telarañas, aves, bichos exóticos, todo con una sola diferencia: que no se pueden ver ni las jodidas manos cuando se quiere.
Cuando ya no se sentía la presencia del tigre, entre arbustos, plantas, ramas, escuche movimientos, y todo a mi alrededor, como luces, se prendieron cantidad de miradas hacia mi, contra mi; podía percibir el canto del búho, luciérnagas, y otras que no preste a atención.
Entre el arbusto más grande, como linterna algo me miraba, avanzo confianzudo y despacio, poco a poco
Su silueta iba tomando forma, y hay lo encontré, y supe que estaba en problemas.
Me atemorizo verlo tan cerca, tenia ojos del demonio, no sabia que iba a pasar con migo, pero mis piernas no dejaban el temblor.
Sin mas, el tigre se me abalanzo, sus garras se veía caer directo hacia mi pecho, y la boca abierta dejando ver los finos y largos dientes, como el perro que salta a su dueño jugando, el tigre me asalto. Yo, con rapidez me tiro al suelo, movimiento intuitivo de cazador, dejando el caño a la merced del pecho…
Ocurrió lo más natural…
Fue tan simple, tan cómico, las risas no paraban, me reír hasta destornillarme, que gracias jajá, mi cuerpo sacudiéndose entre los dientes del fenilo, que mientras aplasto una pata en mi pecho, mientras con su hocico desgarraba mi brazo izquierdo, como un perro feliz desgastando un hueso, jajá que risa, fue genial, los pedazos de mi remera esparcidos como trapo, y yo que no podía parar de reír, jajá, no espera…, estaba llorando de dolor, jajájaja, si sii, recuerdo, lloraba descojonado, jajá, luego viniendo el grupo de cazadores, amigos míos claro, preocupados por que aun no hay llegado a casa, jajá, fusilaron en el acto a la bestia, jajá, recuerdo bien, me levantaron lo que quedo de mi, y me trajeron devuelta, jajajaj. Mi esposa con ellos lloraba de consternación, jajajaja, y después escuchar a ese mandito doctor, que nos quiso hacer creer a mi y a mi mujer la mayor estupidez del mundo, quien se cree, ja, yo, sin brazos ni piernas, le podía propinar su puta paliza en ese momento, jajá por que es un infeliz, jajá, eh, María, ¿Tu que crees? tráeme mi silla y llévame con ese doctor, le enseñare que mi cabeza esta bien, que estoy perfecto, que el único que tiene problemas en la cabeza es el, y cuando tenga su jeta respirando en la mía, cara a cara, le diré lo que nadie le ha dicho antes, y que alguien que ni le conoce le esta punto de decir, su puta vida.
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