Cómo renazco de las hojas y el rocío…
No tengo más dádivas ni más soles, pero aún así
La luna que sombría cruza mi ventana me ilumina.
Si bien los laberintos extasiados de sadismo me arremeten
Crueles entre sus fauces, la luz de los candores, si,
De las inocencias vanas, de los Apocalipsis y las palabras
Me levantan cuales estatuas al anochecer,
Ahora, más que nunca percibo los fuegos de quienes rodean mis espacios
Los fuegos de quienes a lo lejos me miran con sus frentes y sus barcos
La bella energía de la verdad, del amor concluso, de la vida esperando,
De Dios que como lámpara me arrulla cada noche.
No tengo más que pedir que, el sueño de mis semillas se haga concluido al amanecer,
Que las pletóricas pupilas con que el mundo los acoja
Se sientan resguardados.
Ya no pido el sol, ni las estrellas, sólo pido que un barco me alcance el sueño de los ojos lejanos, el fuego de la palabra consumida.