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Querido hijo
Te envió estas palabras con la esperanza de que vuelen hasta ti para contarte todo lo que mi corazón rebosa, es tan difícil hijo plasmar en una hoja lo que el corazón grita, las palabras se quedan atoradas y las pocas que salen caen sobre el papel frías y sinsentido, y ocurre que no quisiera ni por un solo instante que puedas malinterpretarlas o ver en ellas algún dejo de amargura y resentimiento.
Habrás notado que no he fechado esta carta, no creas que es a causa de mis continuos olvidos, los días acá transcurren sin prisa, las horas se arrastran con letargo y todo parece una pintura o una fotografía, añeja y apolillada, nada sucede y la rutina marca con una extraordinaria igualdad los días y meses, han desaparecido los lunes y los domingos, los viernes y los martes, da igual si estamos en Enero o en Abril, la calma se tiende con su manto abrasador y resulta en cierta forma gratificante cuando algún evento rompe la monotonía de los días, eventos que van desde la llegada de un inquilino nuevo hasta la partida final y definitiva de alguno de nosotros, sólo que esta última ocurre ya tan a menudo que hasta la muerte parece un habitante más entre estas paredes.
Quisiera tanto saber de ti, de tus cosas, de cómo va tu vida, a veces en las noches cuando apagan las luces y llega la orden de dormir, apoyo mi cabeza sobre la almohada y me entrego al sueño loco de imaginarte, y navego entre la ensoñación de pensar en lo que hacés y en las cosas que te pudieran suceder , ya sabes que siempre he tenido una imaginación activa que ni siquiera el paso de los años han logrado arrebatarme, entonces te veo fuerte y apuesto rodeado de tu esposa y tus pequeños hijos, imagino que amoroso y tierno los abrazas y besas y cómo les dices cuánto los amas mientras que ellos te cubren de besos, entonces suspiro con la garganta atorada recordando cuando eras tú el que antes me besaba y me decía que yo, su padre era el ser que mas adoraba, y me consuelo, me reconforta pensarte como el buen hombre, el buen padre que debes ser y logro dormir tranquilo con la certeza de que la tarea de tu madre y la mía está cumplida.
También quisiera saber si aún sigues viviendo en nuestra casa, ¿Has cambiado los muebles?, ¿Duermes en tu habitación o te has trasladado a la que antes era mía?, mándame fotos, de cada habitación, de cada estancia, de cada rincón, dime si trapean el piso con pino y lavanda, y si los Domingos en la mañana abren todas las ventanas para permitir que el sol explote en su interior y la casa aún se inunda de esas primaveras eternas, y si desde la cocina aún se extiende con sus dulces lazos las tentaciones olfativas que se escapaban desde el horno en que tu madre preparaba aquellos pasteles que tanto te gustaban, cuéntame si también como ella engañosamente brava tu mujer te expulsa a ti y a tus hijos por hurtarle un pedazo al pastel, mientras te escabulles entre risas y promesas de no volver a hacerlo. Las casas guardan la memoria de los que allí vivieron , y entonces como fantasmas se repiten las voces y situaciones allí vividas, y entonces quisiera volver allí aunque sea sólo por un instante y cerrar los ojos para escuchar en el momento más impensado la voz de tu madre que canta en la cocina o tu infantil llanto que me reclama desde la oscuridad de tu habitación, y pienso entonces hijo que la vida no se va para ningún lado, sino que se va quedando por ahí , amarradita, enredadita entre los vericuetos de los muebles y las cosas que nos rodean, todo va adquiriendo el alma de quienes fueron sus dueños, ya entenderás esa tonta obstinación de nosotros los viejos por aferrarnos de tanto trebejo, siempre cuesta irse despegando de aquello que una vez nos recordó tanto a los que amamos.
Hay una cosa que me preocupa, ¿Acaso cuidas bien del jardín que era de tu madre?, debes remover la tierra para revitalizar el abono, no olvides ir quitando las hojas marchitas durante el menguante y renovar las plantas que se han muerto durante el creciente, cuida en especial los Anturios, recuerda que eran las flores preferidas de tu madre, un par de ellos apretaba entre sus manos el día que nos casamos y un par de ellos llevaba entre sus manos el día que la despedimos, ¿Te puedo pedir una tontería?, ¡Háblales!, cuando las estés arreglando, convérsales y cuéntales lo que estás haciendo, háblales y diles lo que sientes y como piensas, háblales que el silencio llama a la muerte, las marchita y las pone tristes, háblales tal y como lo hacía tu madre.
Cuando puedas venir a verme ¿podrías traerme algunos libros?, la biblioteca que dejé es grande y extensa, escoge algunos que no necesites para que me ayuden a pasar los días, pero eso sí, debes conservar algunos para que se los leas a tus hijos, “Cien años de soledad”, ”La Iliada”, ”La Odisea”, en especial te recomiendo “Relatos de mitología”, se que está viejo y que le faltan algunas hojas, es el mismo libro que mi padre, tu abuelo, me leía en las noches cuando tenía miedo, el mismo que acostado en tu cama descubrimos entre asombros, Dioses, monstruos mientras tus enormes ojos luchaban por no cerrarse y me pedías mas y otro cuento más tratando de burlar a la noche y al miedo de estar solo.
Ahora soy yo el que se siente solo…..., y tengo miedo, y no hay nadie que me cuente cuentos, ni que me lea libros, ni que me bese en la frente ni que me diga “te quiero”, la vida es un reloj que va dando la vuelta, hasta volver a lo que antes fuimos , partimos sin nada pero inmediatamente nos vemos expuestos a un manantial de equipaje que nos van dando aquellos que nos quieren, y vamos acumulando riquezas hasta que llega el momento de empezar a distribuirlas y así paso a paso vamos repartiendo lo que nos fue dado hasta ir quedando otra vez livianitos , preparándonos para el viaje final, iniciamos desnudos y limpios porque nada teníamos y nos vamos desnudos y limpios porque todo lo dimos.
Creo que me emocionado un poco, no le hagas caso a este viejo tonto, es solo que pensar en ti me pone a desvariar, hace frío hijo, y temo enfermarme, por favor , escríbeme, escríbeme y cuéntame de todo, de tu trabajo, de tu vida, de tu familia, de tu esposa, de tus problemas, tu salud, de lo que te hace feliz, lo que te preocupa, cuéntame del clima, del país, del futbol, cuéntame de todo, pero por favor escríbeme, y llena las eternas horas de este viejo, que como los anturios de tu madre, languidece y se marchita entre las paredes del silencio.


Texto agregado el 18-05-2010, y leído por 122 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-05-2010 Es una biografía muy cruda de tu pasado que tecondena, pero nunca es tarse y recuerda, cuando eras jóven también corrias y a veces teolvidabas de esos seres que te extrañaban y hoy dio vuelta la torta, antes arriba, ahora abajo, me gustó 5* y un abrazo gordinflon
 
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