Una época de avances y cambios, de progresos e innovaciones. Corría el rumor de que se había inventado una máquina la cual era capaz de solucionar cualquier problema de cualquier ser sólo con introducirse en ella por unos segundos. Esta consistía en una caseta con un compartimiento presurizado, la cual emitía un sonido similar al de un ventilador o bien un silencioso motor en funcionamiento. No ocupaba más de dos metros cuadrados y su aspecto era similar al de un container, sólo que con una envoltura lisa y austera, teniendo en su compartimiento interior una abundante iluminación.
Efectivamente, el rumor era cierto, y la máquina fue instalada en plena avenida. Por una moderada suma de dinero, cualquier persona podía ingresar a este innovador aparato el cual había sido puesto en marcha para evaluar los resultados. Es por esto que la suma de dinero para utilizar este ser vicio era tan baja. El primer valiente fue un ciudadano que vivía solo, sin mayores problemas que el de conquistar a alguna mujer o de recibir un aumento de salario. Se introdujo en el aparato, tomó asiento, insertó el dinero y de inmediato una especie de ventilador empezó a sonar con fuerza. Una gran boca desde donde se emitía una luz roja comenzó a aspirar de manera similar a un imán, pero a pesar de que se sentía una gran atracción, el hombre no era atraído por esta boca. Posteriormente, otra boquilla se abrió, de esta salía una brillante luz de color azul y, en vez de succionar, liberaba una refrescante brisa. Después de esto, la máquina abrió sus puertas. En efecto, el hombre encontró una solución lógica y muy simple para cada uno de sus inconvenientes, caminando hacia su destino con una resplandeciente sonrisa.
Los testigos de esta innovación no dudaron en probar este artefacto, entre los cuales habían personas cercanas al suicidio como también seres promedio, para los cuales el resultado fue el mismo. Todos los problemas se habían solucionado.
El rumor corrió con increíble rapidez y al otro día toda la ciudad quería utilizar este nuevo invento. La fila era larga, pero no importaba, ya que avanzaba rápido y la fe de las personas hacía multiplicar la paciencia. Así es como la ciudad de la máquina milagrosa comenzó a cambiar, la alegría empezó a reinar y un espíritu de optimismo gobernaba la zona.
Todo esto hizo noticia en todo el mundo, por lo que multitudes viajaron sólo para permanecer 30 segundos dentro de esta máquina salvadora, dentro del clavo de oro para la construcción final de ese mundo. Poco a poco, este mundo empezó a utilizar más color en sus vestimentas, la risa era más abundante y el libertinaje ya no era algo divertido. Todo iba en escala ascendente.
Pasó el tiempo y la gente empezó a ir más de una vez a esta máquina, ya que si bien solucionaba los problemas, no impedía la formación de otros, por lo que el aparato empezó a tener un uso industrial debido a la tentación por parte de las personas que tenían total conciencia de que este nuevo invento solucionaría desde lo más simple hasta lo más imposible.
Es por esto que la necesidad de esta máquina se transformó en un abuso. Ese lugar estaba siempre lleno, el artefacto no dejaba de funcionar ni un solo minuto. Los inventores se habían vuelto millonarios con su descubrimiento, pero no previeron un importante detalle. La fatiga de material. Cuando esta revolucionaria invención estaba en pleno uso matutino, algo falló, un extraño chillido salía del motor de la máquina y el suelo comenzó a temblar. De repente, la solución a los problemas del mundo estalló en mil pedazos, y todos los problemas de la humanidad se esparcieron por todo el territorio, por toda la atmósfera, por todo el planeta. Todo se destruyó. Los conflictos e inconvenientes de cada persona abarcaron cada rincón del mundo, todos los sectores de un mundo que en algún momento no tuvo ningún problema. Todos excepto uno, en donde una pequeña célula procarionte continuaba con vida, dispuesta a dividirse.
Muy lejos de este lugar, en un mundo que no se ha descubierto, un grupo de astrónomos se han dado cuenta de un cambio radial en uno de los planetas de la Vía Láctea, un cambio tan drástico que dio para cambiar el nombre de este cuerpo espacial. “Lo llamaremos Tierra”, exclamó el ser.
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