En un bellísimo jardín vivían Luisa y Margarita. Margarita era un hermoso girasol que disfrutaba del sol de las mañanas y Luisa era un bellísimo lirio de color lila que le daba mucha vida al jardín. Margarita y Luisa eran muy amigas, y disfrutaban la visita de las mariposas bien temprano en la mañana.
Sin embargo Candelita era totalmente diferente. Candelita era una rosa purpura con pétalos con franjas doradas y muy presumida. No le gustaba compartir su fragancia con nadie, espantaba a las pobres mariposas y algunas abejas que se querían acercar temprano en la mañana.
-Mira Luisa, allí está la presumida y odiosa de Candelita- dijo Margarita con fastidio
-Si, no saluda a ninguna flor del jardín. Debe creerse única solo porque tiene esas franjas doradas- le respondió Margarita
-Ya las oí. Deben morirse de la envidia porque no tienen este bellísimo color purpura les dijo antipáticamente- la Rosa.
-Eso no nos importa. De todos modos a nadie les gusta las flores presumidas como tú- le contestó Margarita levantando sus pétalos y ignorándola
-Te vas a quedar sola en el jardín, y nadie va querer compartir contigo le dijo Luisa.
-No me importa- respondió de malos modos volteando sus pétalos hacia otro lado.
No muy lejos se acercaron a la rosa dos bachacos con no muy buenas intensiones
-Mira, que Rosa tan apetitosa, sus hojas deben ser muy ricas dijo uno de ellas
- Tienes razón Colorado, vamos hacernos un festín. Yo conozco un atajo para evadir esas espinas dijo el otro.
Y en menos de tres segundos los bachacos ya estaban subiendo por el tallo de la flor.
-Auxilio, auxilio me van a maltratar mis hermosas hojas- gritaba Candelita.
-¿y esos gritos? pregunto Margarita.
-Son de la odiosa de Candelita, veo que unos bachacos se van a comer sus hojas. Se lo tiene merecido por presumida y antipática.
-Pobrecita. No va a quedar nada de ella dijo Luisa.
- ¿Y, te da lástima? con lo antipática que ha sido con nosotros
-No seas rencorosa. Vamos a decirle a nuestro amigo, el oso hormiguero que los espante.
Y entonces, las buenas amigas llamaron al oso hormiguero, y espantó rápidamente a los bachacos, no sin comerse uno de ellos. Y bueno la pobre de Candelita se le cayeron todos los pétalos del susto. Estaba muy triste pero aprendió su lección.
Candelita pidió perdón a las flores y se dio cuenta lo importante que compartir con todos y ser amable y cortés, porque uno nunca sabe cuándo puede necesitar a los demás. Y colorín colorado, esta historia ha acabado.
|