“Las espinas de la rosa”
-Mano izquierda, mano derecha-
V
-El sonido de la puerta al cerrarse me volvió a la realidad de lo que ocurría en el momento, mire a Mónica que solo pudo bajar la mirada sintiendo algo de pena y yo sentía que la consternación me invadía.
No dije nada ya que si lo hacia podía empeorar las cosa, sin embargo Mónica parecía decirme con la mirada que fuera tras de ella. Algo que no entendía bien.
Salí dejando a Mónica de pie y a mi saco en el piso y baje las escaleras lo mas rápido que la falda me lo permitió. Creí que Judith estaría ya algo lejos sin embargo ella estaba recargada en la entrada del edificio con sus brazos detrás de su espalda. Mirando como bajaba las escaleras ahora lentamente.
Su reacción al verme fue sonreír de nuevo, pero en su sonrisa había lo que me estaba imaginando mientras descendía hasta encontrarla, una tristeza que nos se podía esconder, algo que era tan denso que el plomo.
Estaba cara a cara frente a ella y saco sus brazos de detrás de ella y los extendió, abriéndolos para que yo entrara en ellos; avance poco a poco y estos me envolvieron apenas me sintieron. La cara de ella se colocaba en mi hombro. La pena o la vergüenza que sentía me dejaron estática, mis brazos parecían estar atados al suelo ya que no se movieron un solo centímetro para que lograran alcanzar su espalda y corresponder el abrazo.
Sus dedos comenzaron a jugar con mi cabello suelto, enrollándolo en ellos. Judith permaneció callada.
-¿Te gusta demasiado?-dijo con una voz serena que retumbo en mi cabeza apenas lo menciono.
Era esa clase de pregunta que si y no era capciosa y que sentía debía contestar con tacto, pero el hecho de que la mencionara creaba en mi interior mas culpa.
-No necesitas responder-añadió-se que tú estas……..
Judith no termino de decir esto cuando la figura de Brenda apareció por la puerta junto a Irais quien se me quedo viendo. La pelirroja hablo hacia la representante que al escuchar la voz de ella me despego y me miro con otra expresión en su rostro.
-Tengo que irme Natalia, deberías irte y mañana ayudar a Ivonne, ya que tenemos que terminar los preparativos para el viernes.
Se fue así como lo había hecho antes, acompañada de las otras dos chicas que la seguían una a cada costado. Las disculpas que había estado pensando se habían quedado en mi pensamiento, las excusas que pretendía decir para que no exagerara lo anterior se quedaron guardadas y solo vi como la figura de ella se alejaba, siendo arropada por los rayos del sol que se atenuaban cada vez mas y como el viento silbaba un poco para llegar a ella y hacer que su falda se moviera de un lado a otro.
Me quede mirando hacia afuera cuando los pasos precavidos de Mónica quien descendía por las escaleras llamaban mi atención. Sujetaba mi saco con su mano derecha y solo lo extendí a mi para que yo lo tomara.
-Perdona, no quería causarte problemas.
-No, tú no has hecho nada.
-¿Que te dijo?-dijo mientras me colocaba el saco- No…no me lo digas-añadió-eso solo te corresponde a ti saberlo y mentiría si te dijera que no me dolería saber que ella te hablo acerca de que te quiere y cosas así. Solo recuerda que debes aclara lo que quieres o las tres terminaremos mal de alguna forma. Por el momento no podemos hacer nada a lo que vio ella, así que si quieres solo tratemos de ser amigas por ahora.
Estas palabras sacaron un sentimiento estancado en mi aparte de los recuerdos de las palabras de Arturo y de Ivonne; ¿acaso esta era la separación que se daría por mi indecisión?, tal vez no lo era, pero se sentía un hueco en mi alma, algo tan profundo que no podía expresarlo con simples palabras sin que me faltaran detalles para describirlo. Las caras tanto de Mónica como de Judith, ambas, parecía que se tragaban las frases que me querían decir, pero no era necesario que me lo dijeran ya que parecía que al verlas estas me revelaran lo que en verdad necesitaban decir.
Camine detrás de ella que se percato que la seguía unos instantes después y espero a que llegara a su lado, aun que la acompañaba ella parecía estar totalmente distante como si pensara en lo que había pasado, cosa que también hacia además de observarla. Llegamos al edificio de los dormitorios y en una de las bancas, fuera de estos, Ivonne estaba sentada con las piernas cruzadas y con un libro abriendo. No quito la mirada cuando Mónica y yo nos acercamos a ella solo reacciono hasta que le hable. Bajando lentamente el libro, nos miro a través de sus anteojos con una mirada serena. Mónica me toco el hombro y me volví hacia ella para que se despidiera de nosotras, después de dejarnos ahí solas, Ivonne me pidió que me sentara a su lado. Yo lo hice y ella cerro su libro, me miro detenidamente y de la nada comenzó a hablar.
-Ella…….. Estaba triste cuando salió después de encontrarlas a Mónica y a ti en esa situación, ¿lo sabes?, sin embargo ella sabía que saldrías a buscarla, por eso no lo hizo y se quedo esperándote.
-Si-respondí-la vi apenas baje las escaleras.
-……. ¿Y? ¿Qué piensas? No puedes estar jugando, ya te lo había dicho y mira las consecuencias, no se que paso ahora con Mónica tampoco ya que pude notar que hay cierta distancia entre ustedes pero se que o te esta causando mucha gracia como se desarrolla todo esto. Le prometió a Judith que hablaría contigo. No te daré un sermón ni nada por el estilo, seré franca…….. ¿A quien quieres?
Los minutos después de esta pregunta fueron de silencio, de nuevo, ese silencio que no decía nada y del cual parecía que quería sacar las respuestas para responder. Lo que se me venia a la mente de tratar de esperar podría sacar de quicio a Ivonne que ya me estaba aguantado mi indecisión al igual que mis otras amigas, y obviamente lo que yo no quería era volverme una molestia solo por no saber decidir. Claro que en este caso no era el elegir cara o cruz en un volado, ya que esta decisión incluía otras cosas mas, como el hecho de que me definiría como persona.
Mis ojos solo se quedaron abiertos mirando a los de Ivonne que de vez en cuando los cerraba ya que al parecer le dolían un poco. Es raro que cuando una cosa se te pregunta directamente la mente humana trate de desviarse de lo que en verdad importa, en este caso quería alejarme inconscientemente de lo que Ivonne me había preguntado.
Le podía dar todas las vueltas del mundo, las que quisiera pero sabia que la chica que estaba frente de mi no me dejaría moverme ni un centímetro antes de que hablara claro. No es normal que el dos personas te gusten igual, y mucho menos de la forma en que se dieron las cosas y todo lo que había sucedido hasta esas instancias eran prueba fehaciente de lo que estaba pensando, sin embargo, pensarlo era muy diferente a expresarlo.
-No digas nada-dijo de pronto-se que trataras de decirme, y se que no debo de meterme en esto pero ya no hay tiempo para juegos o escoges o no des falsas esperanzas a nadie, pero ya toma una postura o tu terminaras peor por lo que ocurra.
-Es lo que siento.
-Lo que sientes y lo que quieres normalmente están ligados, pero si le preguntas a cualquiera veras que no, ya que tratas de ser linda con una y haces que ella crea que vas a estar con ella, pero te encariñas con la otra y haces lo mismo, lo único que provocas es que a la primera le de rabia, ya que no se pueden ver ni en pintura y tu las acercas, obviamente tratas de jugar con fuego y yo no te lo prohíbo, sin embargo no quiero que te quemes.
-Lo se, lo se, se que no es algo tan fácil de pensar-dije mientras me alteraba y levantaba de el asiento, mirando fijamente a Ivonne que estaba lo contrario a mi, serena y con una cara que no se inmutaba por lo que había dicho, este signo perduro aun después cuando provino de mi algo que jamás hubiera pensado que diría- dime, sinceramente ¿a quien elegirías?, sin rodeos, de considerar los pros o los contras, solo dilo.
No se la razón por la cual lo dije así en ese momento, aunque pensándolo posteriormente me pareció que yo quería delegar la responsabilidad de una elección, tal vez- pensaba- que la ayuda en que ella me dijera podría facilitarme las cosas y enfocaría mi atención sobre la persona que Ivonne eligiera, aunque sabia desde ese momento de que se trataba de una completa estupidez ya que las dos aunque éramos amigas no podía hacer caso omiso a lo que ella me dijera y ella sabia perfectamente que aunque me dijera algo concreto yo jamás tomaría su consejo.
Solo me observo, coloco el libro que tenia en sus manos a un lado, se llevo su dedo pulgar a su boca como tratando de pensar lo que le había dicho y después de lo que parecía ser un momento de cavilación para ella, dijo.
-El que yo te diga algo así, crees que va a hacer que lo que paso hace rato no pusiera a Judith triste, además, dime tu ahora, si en vez de que hubiera sido Mónica se hubiera tratado de Judith ¿me hubieras preguntado lo mismo?
No tenía palabras para esto, ella había encontrado el punto, y lo había promovido de una pregunta directa a otra de una intensidad mayor pero dirigida a mí. Mi silencio le indico que no le responder así que siguió diciendo.
-Yo no trataría de elegir a nadie, esa es la verdad no te puedo decir que trates de estar con una o con otra por que eso aunque quisiera ayudarte de nada me serviría si la que no esta contenta no eres tu, pero la verdad te diría que trataras mas a Judith, no te estoy diciendo que vayas con ella ahora, pero trata de hablar con ella para aclarar esto, y te aconsejare esto ultimo, por lo que veo, Mónica debe solucionar también problemas suyos con esa chica Irais, y creo que debes alejarte un poco de ambas hasta que decidas. Eso me abrió el apetito, vamos por Lei y Alejandra para caminar un poco.
Se levanto y arreglo los pliegues de la falda, acomodo sus anteojos y tomo el libro para detrás de mi sujetarme de los hombros y hacerme caminar delante de ella, subimos las escaleras que nos llevaron hasta la puerta de los edificios, mi mano se dirigió a la perilla y antes de abrirla, solo pude pronunciar algunas palabras.
-Ivonne……
-¿si, que ocurre?-respondió.
-Podrías no decir nada de lo que ocurrió hoy; tu sabes no lo menciones delante de Lei, por favor.
-¿de que estas hablando?, yo no vi nada hoy, no se de que me estas hablando, así que camina, no tienes de nada de que preocuparte.
-Gracias.
Y una vez dicho esto gire la muñeca y entramos al edificio, para subir hasta el piso que ocupábamos.
Al entrar a la habitación Lei y Alejandra estaban sentadas platicando. Pude notar que la conversación seso de inmediato o por lo menos parecía que estaban hablando de algo que no quería Lei que nos enteráramos ya que cuando pregunte de que hablaban, Leilani rápidamente respondió, lo cual me parecía sospechoso y aun mas cuando al entrar a la habitación la expresión de ella parecía cambiar rotundamente.
Obvie este hecho ya que posiblemente había una poderosa razón para esto, además, yo mas que nadie no debería de hablar respecto a decir las cosas , ya que si Lei hubiera preguntado algo acerca de que me había pasado , yo no le podría responder y hubiera comenzado a divagar en posibles mentiras que se me ocurrieran en ese momento. Además de que nos soportaba la sensación de saber que Lei estaba enfadada por el hecho de que creí aunque la estaba desplazando ya hubiera sido por Mónica o por Judith, eso era lo que también me había obligado pedirle a Ivonne que no dijera nada.
Pasamos el rato bromeando un poco hasta que nos aburrimos y salimos a caminar por la escuela. Las nubes se teñidas de rojo se difuminaban a medida que la noche se adentraba mas, dentro de unas semanas, la nueva estación se apoderaría del clima y después de ese mes los últimos exámenes de ese semestre vendrían las vacaciones de fin de año.
Al rodear la escuela caminamos por entre los arboles para llegar al invernadero; a mi parecer se veía totalmente distinto de noche, las luces que lo alumbraban por dentro le daban un aura misteriosa y me vino a la mente cuando la lluvia nos había atrapado a Mónica y a mi dentro de esa construcción de vidrio. Las rosas, sabia que me encantaban las rosas, demasiado y más el hecho de que alguien como Judith y Mónica me las regalasen, y al verlas ahí sentía que no eran libres, era como si estuvieran aprisionadas mientras que los rosales que estaban fuera eran completamente diferentes. Me encantan las flores, pero me siento mas tranquila cuando han caído. Suspiré un poco y el resultado la mirada de todas sobre mi.
-¿En que piensas como para suspirar así? pareciera que te querías acabar el oxigeno con ese suspiro-dijo Ivonne esbozando una sonrisa al termino de esto.
Era evidente que le gustaba molestarme y Alejandra la siguió. Por un momento creí que Lei se sentiría incomoda por lo que habían comentado sin embargo también sonrió, eso me alegro ya que todo el rato que habíamos paseado de un lado a otro solo había lanzado cuando menos dos comentarios de todo lo que Ivonne hablaba y mas me alegre cuando se acerco a mi lado y enlazo su brazo al mío, era tan cálida la expresión de ella además de que era cálido su cuerpo para esos entonces en que el viento fresco de esa tarde noche empezaba a soplar.
Después de cenar en la cafetería, en la cual nos encontramos tanto con Judith que nos saludo y principalmente am i como i nada hubiera pasado y Mónica quienes estaban como siempre con sus amigas y en esquinas separadas lo cual me hacia pensar los motivos que tenían para estar peleadas, ya que parecía ser que el motivo de su pelea no era necesariamente yo.
Y que conste quiero decir a mi favor que aunque suene algo arrogante no creía que yo fuera el hecho de que estaban peleadas aunque al parecer ayudaba en esos asuntos.
Ya en la habitación después de bañarme, me encontraba leyendo en la cama cuando Lei salió del baño vestida de su pijama azul y con una toalla en sus manos secándose en cabello, además de su cepillo de dientes en el interior de la boca.
El frotar de su cepillo contra su dentadura me hizo perder la concentración y me forzó a mirarla. Permaneció de pie y con una mueca graciosa que me arrebato la risa de repente entro al baño a escupir y enjuagarse los dientes.
-¿Qué lees?-pregunto levantando mis pies para sentarse en la cama colocándolos sobre los de ella.
-El libro de poemas que compré el año pasado-respondí.
-T e he vistió leer ese libro demasiadas veces, ¿en verdad esa escritor es buena?, ya se que es la mama de Brenda, pero el hecho de que lo estés leyendo muchas veces me indica que te gusta. Deberías hablar con Brenda, tal vez si tu le das tu libro, su mama pueda autografiártelo, ¿no te parece que seria algo bueno?
Pensé por un momento que era algo que jamás se me había ocurrido a mí, nunca me había pasado por la cabeza desde que Lei y Mónica me habían dicho que la mamá de Brenda era la autora de mis poemas favoritos. Era una realidad que me gustaban los poemas de esa persona, y aunque la idea de Lei era buena la probabilidad de éxito era muy nula, ya que Brenda jamás se atrevería hacer algo como eso y mas que prácticamente nos odiáramos aunque pareciera que no.
Solo asentí con la cabeza prometiendo que lo haría y volví a leer.
-Quiero que me leas tu poema favorito-dijo apenas había vuelto la mirada al libro.
Quite la mirada del libro ya que me parecía algo raro que Lei me pidiera eso, sin embargo no podía negarme ya que lo había hecho de una manera tan sentimental que me conmovió.
Rápidamente hojee el libro y me dirigí a la pagina setenta y siete, mire nuevamente a Lei que esperaba que comenzara y empecé a leer.
“Deja que tus ojos me vuelvan a mirar
deja que tus labios me vuelvan a besar
deja que tus besos ahuyenten las tristezas
que noche tras noche me hacen llorar.
“Deja que mis sueños se aferren a tu pecho
para que te cuenten cuan grande es mi dolor
déjame estrujarte con este loco amor
que me tiene al borde de la desolación.
“Deja que la noche avance sin penas
para que en ella pueda sentir
que el vacio obscuro se empieza a llenar
y que este corazón se llene de ti.”
Sabia que era un poema corto, pero al exclamárselo a Lei sentía que las palabras se hacían lentas y hacían que en mi interior se revolvieran ciertos sentimientos que estaban encontrados, el significado de esas palabras me llenaban de una nostalgia, era raro sentir aquello, ´pero a la vez me agradaba. No cualquier cosa me hacia estremecer de esa manera.
-¡Es muy lindo!, ¡ya se ahora porque tanto te gusta ese libro!, ¡tienes otros poemas que te gusten? Quisiera escucharlos, los declamas tan bien como si tu los hubieras escrito.
-¡Ya, detente!, haces que me apene.
El sonrojo que las palabras de Lei se hizo evidente. Sin embargo era verdad que cuando leía los versos de lo que estaba escrito en el libro sentía que eran dirigidas hacia mi, cada palabra y cada oración que se formaba, encajaba perfectamente y mas a las situaciones que estaba viviendo, ya que me había adquirido la manía de leer ese poema en particular desde que Mónica me había besado por primera vez.
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