Son las 8:00 de la mañana. El timbre suena y los alumnos del colegio entran a sus salas. Empieza la asamblea de curso, en la cual el profesor habla sobre ciertas carreras universitarias. Los alumnos muestran cierto interés y yo espero mi permiso para irme temprano de clases. En eso empieza la clase de historia en la que se pasa la Edad Media, junto a ciertos esquemas y complementos. Suena el timbre para el recreo y todo es normal. Salgo con mis amigos al patio de abajo en el cual alguno tira alguna ironía o bien algo más bien divertido. El timbre vuelve a sonar y entro a dar la prueba de lenguaje. Se suponía que me retiraba a las 12:00 del día, pero eran las 10:30 y el inspector me llama para sacarme de la sala. “Debes ver un video para poder ir a la actividad de la universidad” me dijo, por lo que negocié con el profesor de lenguaje para poder rendir la prueba el día viernes. El profesor accedió. Me dirijí hacia la biblioteca y ahí estaban algunos alumnos de cuarto medio esperando lo mismo que yo. “¿Vas a ir con uniforme?” Me pregunta Pamela, una de mis conocidas en esos cursos. “Se me fue ese detalle” le respondí. “Te van a hacer pebre allá” Me dijo en forma irónica, para lo cuál intenté conseguir que mi único compañero de nivel, Eduardo, accediera a que su mamá nos llevara a mi casa y desde ahí, cambiados de ropa, ir a la universidad.

Pasamos a la sala de computación y nos dimos cuenta de que el supuesto video no era nada más que una presentación bastante aburrida, por lo que se observó muy de pasada. Eduardo se hace la interrogante de si puede hacer la prueba de la que tuvo que irse en el tiempo que llevaba, por lo que fue a preguntarle al profesor y no volvió más. Suena el timbre dos veces seguidas, lo que significaba que una hora de clases había concluido Me dirijo a la biblioteca y empiezo a jugar con mi teléfono celular. De repente llega una compañera y le pregunto, “¿Cómo estuvo la prueba?” “Fácil” me responde, por lo que concluí que para mí también lo sería, independiente de las circunstancias en que la diera. Suena el timbre, llegó la hora de irse, Eduardo se demora un poco. Cuando sale, le digo que nos vayamos. En la puerta nos está esperando su madre, quién me dice “tenemos que irnos directo a la universidad” por lo cual me resigné. Con nosotros se subió una profesora de matemáticas, quién comentaba que habría un ensayo de “Operación Deise”, situación que me dio más resignación por el hecho de perderme un suceso tan divertido. Después de que la profesora se bajó, avanzábamos con velocidad por la avenida, mientras la madre de Eduardo nos pasa 2 sandwiches, uno para mí y el otro para Eduardo. No había comido nada así que lo engullí en forma callada y rápida. Mientras comía,. Pensaba en qué haría dentro de una universidad con un uniforme colegial, y concluí que lo mejor sería resignarme y no negar mi situación.

Llegamos a la universidad. Nos hacen esperar en un laboratorio hasta que aparece un ayudante y posteriormente los alumnos de cuarto medio. Después de eso nos muestran otras salas, artículos científicos de distinto tipo y también nos presentan al profesor de la clase a la que íbamos a asistir. Me pareció bastante agradable, esto sin saber todavía que la supuesta charla no era una charla, sino que una clase universitaria cualquiera. “Estamos preparando el proyecto para mañana en tu colegio” me dijo el ayudante mostrándome erizos y óvulos de este a través del microscopio, por lo que me entusiasmé con los experimentos.

Comienza la clase. El profesor es bastante más severo e imparcial de lo que parecía, empezando la clase después de demostrar su autoridad ante un problema de horario. Empieza a explicar términos que no hubiese entendido ni esforzándome, pero aún así traté de tener una actitud de interés, cuando en realidad lo que hacía era dormir con los ojos abiertos. La clase termina y Eduardo y yo tomamos en cuanto salimos de la universidad tomamos el metro para dirigirnos hacia el preuniversitario. Todavía tenía la sensación de pequeñez que se me había formado en la universidad por el hecho de ser claramente un escolar.

Llegamos a la casa de estudios, y me encuentro con Juan, un compañero de curso quien me explica jocosamente cómo fue el ensayo de operación Deise. “Jodimos a la vieja (La inspectora) cuando nos dijo que teníamos que calmarnos, y empezamos a gritar como locos. Después de eso la vieja estaba desesperada”. Me reí y pensé en que hubiese sido divertido haber estado presente, pero en fín, no siempre se dan las oportunidades de asistir a un lugar de un nivel más alto, por lo que no me angustié.

Al otro día los científicos de la universidad estaban en nuestro colegio. Corría el rumor de otro ensayo de “Operación Deise”, el cual se realizaría en la mañana.”Ustedes se quedan en el laboratorio para continuar con la actividad”, ya que este tipo de proyectos se realizaban una vez al mes.. Comienza la clase y hay entusiasmo por parte de algunos y pereza por parte de otros. Trato de poner el máximo de atención. De repente aparece Eduardo enojado, contándome que su atraso se debió a que no les habían avisado la realización del proyecto. Traté de calmarlo y seguí con lo mío. Suena el timbre 3 veces seguidas. Empieza la operación deise. Se siente cómo los alumnos bajan curso por curso, pero nadie pone mucha atención. Son las 9:15. Se siente un silencio, todos los alumnos han sido evacuados. De repente, se oye un estruendo ensordecedor. Los vidrios del laboratorio se quiebran y los cimientos empiezan a temblar. Los alumnos evacuados observan desde lejos cómo el colegio estalla en mil pedazos producto del artefacto instalado.