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Inicio / Cuenteros Locales / centeno / El destino es como un micro-pene relajado

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pues que ayer vi mientras comía mi bocata en la calle, sentado en un escalón de un patio cualquiera, diez minutos antes de entrar y ponerme el yugo voluntario en el trabajo repetitivo de una empresa de recogida de desechos, gatos muertos infectados de gusanos, otros animales recién atropellados con la cabeza recién redimensionada ocupando solo un milimetro de grosor, pelaje lleno de sangre y vientre reventado con tripas al aire color marron tostado y costillar flotante apuntando al cielo que desde algunas religiones se les niega a estos animales bastante menos animales que los supuestamente racionales, cuando vi a una abeja en pleno vuelo raso, con algun tipo de problema en el fuselaje de sus alas, golpeando el suelo constantemente y no alzando el vuelo más allá de la distancia que mediría un micro-pene relajado. A los segundos comencé a imaginar que pasaría si por ese tramo de carretera, que le servía de colchoneta elástica, y por el que no había pasado ningún vehículo desde que yo observaba pasase uno. Comencé a valorar la posibilidad de que fuese pisada, pero tenía millones de posibilidades de salvarse ya que la superficie por la que transita una rueda puede llegar en este caso a la medida de la verga de Nacho Vidal a lo sumo, pongamos 25 cm, y la calle sin embargo era tan ancha ¿verdad? En eso mi presentimiento tomo cuerpo, y se acercó un coche con prisa, que justo pasó cuando la abeja daba su último salto mortal
¿Existirá el destino?¿Será tán hijo puta? Ayer comencé a dudar, pues más tarde tras recojer en el curro, unos cuantos deshechos de perros ensangrentados, esnifar vigorizantes serrines rojigualdas, arenas y perlitas que cubren con un manto finito sus impúdicos órganos malolientes, tantas veces en vida relamidos por su propia lengua, qué suerte y tras observar un casi imperceptible movimiento en su pezuña mandandome a tomar por culo a mí y a mi especie di por terminada mi jornada y me dispuse a volver a casa. En el bus a falta de otros estímulos y cansado de ver por la ventana pechos turgentes que no morderé y vaqueros marcando el hachazo más bien dado de la creación, me quedé mirando el culazo que modelaba una cadera de las que me gustan, algo mas ancha de las que salen en desfiles de modas y demás paparruchadas, y la curva que formaba con su espalda, y la mente se me fue por aquella que fue mía o eso pensé y mientras pensaba en tantos momentos juntos y que joder ya no se volverían a repetir, allí estaba frente a mis ojos aquel cartel enorme, que gritaba: esperanza. Joder mierda, otra vez el destino, no podía ser, y a los segundos, otro cartel de otra tienda a 100 metros que decía: ilusión... coño, lo de esperanza lo podía entender, seguro que calzados esperanza hacía alusión al nombre de la propietaria, pero ilusión ¿qué pintaba ahí ilusión? Estuve a punto de bajarme impulsivamente en esa parada que distaba mucho de la mía para resolver todo aquello pero algo me ató al asiento y ahora si lo vi claro, un balcón decía: ME CASO; una furgona mostraba: CON MANOLO... reforma tu casa; VETE A… París por 127 euros; CARGAR… guarde su coche en garaje. Y pitido anunció un mensaje, remitente: Julia, asunto: un único punto, un punto final.

Texto agregado el 14-05-2010, y leído por 279 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
16-05-2010 hay que ser muy inteligente para crear algo como ésto... me quedé atontada jajaja, pero feliz por haberlo leído... esquizofrenica
15-05-2010 Tu prosa es ciertamente hipnótica. Simplemente sobresaliente. sombrabl
 
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