ha llegado la noche... los niños duermen, como mi perro y mi madre y todo lo santo que vive en un cielo muy puro para mí... deseo gritar, pero, ¿para qué?... mejor escribir algo en forma de naranja, o de ese hombre jugando a la pelota, viejo pero con ojos de niño... o esa mujer con lentes que labora todos los días dentro de un cuarto sin ventanas, pegada a una computadora, esperando a que alguien la saque de allí... escucho la música de la radio y me gusta mucho... ¿eres feliz?... yo, algo de ello tengo, algo de ello aflora todos los días y noches en este ahora encerrado en un aquí, escondido en mantas de sueños y pensamiento... dicen que las manos de un escritor son especiales, diferente a todas las manos de cualquier persona... son las manos de un artista, de un creador, de una especie de dios menor, de uno de esos que viven más sus sueños que la realidad, porque no saben en dónde viven mas... mi casa está más sola que un alma sin alegría... debo estar bendito para ser feliz, al menos esta noche en que escribo con las manos de un artista, sabiendo que todos los días empieza una nueva sinfonía, pintada y esculpida por los dioses menores, así como yo, que escribo sin saber hacia dónde voy, nada, absolutamente nada... |