El ratoncito se movía apresuradamente por la tubería del alcantarillado tratando de llegar lo antes posible a la madriguera de su madre, este ere el día de las madres ratonas y el avía estado alejado de su mama por varios años.
Mientras su pequeñas patitas asían balance en las tuberías pensaba en cómo pudo dejar a un lado a su madre, desde que tuvo suficiente edad se marcho a vivir su vida, trabajo, amistades, ratoncitas, todo una vida de diversión y entretenimiento.
Cruzando el parque cercano a la cueva donde nació y creció recordó como evadía las llamadas de su mama, en especial la última llamada unos meses atrás, donde por estar entretenido con una linda ratoncita corto de forma poco amistosa la conversación.
Un sentimiento de culpa le arropaba su pequeño corazón, un deseo inexplicable de ver a su madre, abrasarla y decirle cuanto la amba, lo movía rápidamente a su encuentro.
Ya cerca de la cueva que algún día fue su hogar un grupo de ratones en la entrada llamo su atención. El ratoncito pensó que un gran festejo se estaba llevando a cabo en honor a su mama. Apresuradamente se acerco al tumulto de personas que con cara de asombrados lo miraban y murmuraba. El ratoncito continúo su camino al encuentro de su madre en medio de aquellas miradas.
Una vez dentro de la cueva un silencio se apodero del lugar, todos los ojos observaban al ratoncito. Al final de aquella cueva pudo divisar la silueta de su madre, apresuradamente en medio de aquellas miradas el ratoncito se acerco a su mama. No hubo reacción o gesto en ella, solo un silencio total. El ratoncito comenzó a llorar al ver a su madre mientas caminaba a su encuentro.
Ya cerca de ella y llorando sin consuelo se abalanzo sobre ella abrasando la y besándola, gritándole cuanto la amaba y pidiéndole disculpas por su comportamiento. Todos en aquella cueva escucharon los lamentos del ratoncito, todos vieron como abrasaba a su madre ratona, todos menos ella.