Juan Carlos Lamoda más conocido como el Ruso, era un apasionado del fútbol de ascenso. Fanático de Deportivo Dock Sud, todos los sábados se desesperaba gritando por el club de sus amores hasta lograr un tono violáceo en su rostro. Su vozarrón grave y potente sobresalía por sobre el griterío general. Sus exclamaciones eran como truenos, al punto que paso a ser el vocero principal de la hinchada. Cada reclamo a la dirigencia, técnico, jugadores o árbitros llevaba el inconfundible sello de la voz del Ruso. Tenía una frase simple y característica que para el resto de los hinchas era como un rezo: ¡Aquí hay huevos y aguante! Sus insultos eran festejados casi como goles por sus pares. Lejos de querer ser el jefe de la barra, era el más respetado dentro de su hinchada. Hasta los cánticos hacían referencia al Ruso y su voz. Algunas de las que más sonaban eran: ¡Lo dice el Ruso, lo grita la hinchada, si no ponen huevos los cagamos a trompadas! Los muchachos del tablón no andaban con eufemismos. Otro de los cánticos rezaba: ¡Aunque reconocerlo te cuesta para voz no hay como esta! Haciendo una clara alusión al patrimonio de los hinchas del Docke: La voz del Ruso. Aunque algunos sospechaban algún mensaje escondido, al ver que al cantar los muchachos practicaban una danza saltarina, en la cual se sostenían la entrepierna con las manos a modo de ofrenda un tanto soez. Dicen que una tarde aparecieron unos dirigentes de un importante club de primera división para tentar al Ruso con un contrato suculento para ser la voz cantante de su hinchada. La contestación de Juan Carlos fue contundente. Triplico la suma impostando una desagradable voz aflautada, los tipos se dieron media vuelta y jamás volvieron. Los viejos memoriosos del bar La Chapita del Docke llegaron a comparar la voz del Ruso con la de Sinatra, convengamos que eran un grupo de borrachines que vivían en pedo. Ese sábado no era uno más. El fixture de la duodécima fecha lo decía claramente: Dock Sud vs. San Telmo, Docke y Telmo para la jerga futbolera, clásico zonal si los hay. Después de un buen asado con vino tinto, el Ruso y los muchachos salieron para la cancha. Por las 14 horas, el estadio estaba repleto de almas que gritaban cánticos entrecruzados. Enseguida sobresalió el vozarrón con su grito de guerra: ¡Aquí hay huevos y aguante! En ese preciso instante la hinchada del Docke desplegó una bandera que repetía la frase de Juan Carlos y bajo de la misma una rubrica que decía: La banda del Ruso, esto lo emociono hasta las lágrimas pero enseguida se limpio los ojos para disimular al grito de: ¡Canten carajo!. El Docke necesitaba ganar para mantener su permanencia en la categoría. El descenso era un trago doblemente amargo si el verdugo era su clásico rival. El partido era rustico y cerrado. El cero a cero parecía un hecho. A los 43 minutos del segundo tiempo, el descenso acariciaba los pies del Docke. La hinchada de Telmo saludaba como despidiéndolos cantando una melodía cadenciosa: Chau Docke chauuuu. Sobre la hora un zapatazo desesperado de un mediocampista, se desvía contra un defensor de Telmo, desorientando al arquero que solo puede mirar como la pelota entra despacito. La hinchada del Docke estalla en un grito desahogado en el cual se destaca la característica voz del Ruso que simultáneamente se desplomaba sobre el tablón tomándose el pecho. Su corazón no resistió. Lejos de ser expertos en cuestiones relacionadas con moda vanguardista y tendencias fashion, los muchachos no tardaron en coincidir que ese fue el último grito de Lamoda. Dicen que el espíritu del Ruso Lamoda ronda por debajo de los tablones de la cancha del Docke. Cuentan los viejos de La Chapita, que entre el griterío general de la hinchada, parece escucharse el vozarrón del Ruso... Convengamos que eran un grupo de borrachines que vivían en pedo. |