Tardecita criolla...
¡Siento el aroma salir de la cocina! Es mi madre preparando --con sus lindas y santas manos-- una de esas comidas gloriosas, como dice mi padrino Pedro Obiols, "de muerte lenta".
Puede ser mexicana: un arroz rojo o poblano. Es el que yo llamo "arroz sorpresa" porque al meter el cucharón, te sale un muslito, o un higadito de pollo PERFECTAMENTE cocidos, y el arroz... ¡ese arroz! cada grano esponjado y delicioso. Sólo a mi mami le sabe quedar así.
¡O puede ser comida argentina!: unos ricos ñoquis (ok, ok, esos son italianos, pero los argentinos los han hecho suyos) con un tuco delicioso y muchísimo queso parmesano ¡o veracruzana! (de los ricos manjares que papá trae de un lugar llamado La Joya) y unas empanadas perfectas, con su carbonada, o de choclo y salsa blanca, con el repulgo finísimo, enrolladito o hecho con el tenedor.
Mi mami siempre cambia la receta: si dice aceite y no hay ¡pues le pone mantequilla!, si dice manzana y no hay ¡pues le pone pera! Así, un pastel de zanahoria puede resultar en el más sublime de los pays de crema pastelera...
¡O puede ser tapioca! Un bálsamo usado en casa para consentir a los enfermitos. Y hablando de ellos, recuerdo haber estado en un sopor provocado por un fuerte ataque de asma y mucha temperatura... y al abrir mis ojos vi de nuevo sus santas manitas, puestas sobre mí, curando con ese poder que da Dios a algunos de sus elegidos. Y sé que ella lo tiene, porque de pronto ya no me dolía nada.
Mamá: ¡te amo con todo mi ser! eres mi mejor amiga, eres a quien puedo contar todo sin temor a avergonzarme, eres mi ejemplo, mi luz, ¡mi más preciado tesoro! Todos los días le doy gracias a Dios por tenerte a tí y a papá¡. Porque sé lo afortunada que soy.
Atentamente,
Tu hijita, la escritora |