Hace mucho tiempo en una lejana tierra, habitaba un niño mago de cabellos claros y largos, de manos hábiles que le habían sido obsequiadas de un viejo y eximio constructor, y de mente inquieta. Llevando sobre su cabeza un sombrero puntiagudo y un blanco atuendo sobre su cuerpo. En esos parajes la tierra estaba vacía y deshabitada. No había nadie con quien hablar y el niño mago se sentía solo y aburrido.
Pasaron muchos años y el tedio del niño mago crecía en gran medida. Llego el día en que, ya cansado de ver ese paraje desierto, el niño mago pensó: "Debería haber algo distinto en el paisaje y así poder distraerme mientras lo miro.", sin embargo lo único que había en ese desierto era arena, entonces tomó un manojo de polvo en sus manos y lo arrojó a los cielos, esta arena formó nubes en lo alto y estas descargaron su lluvia durante mucho tiempo, hasta que por las cercanías se formo un gran lago que se admiraba a lo lejos y que adornaba esa región.
Sin embargo eso no era suficiente porque de día el sol era muy fuerte y el niño mago ya no lo aguantaba, pensó para si "Y si hago que se formen nubes para que ellas oculten el sol", hizo esto un tiempo, pero después se dio cuenta de que los días nublados lo entristecían, así que se puso a pensar en otra solución; luego tuvo una excelente idea: - "Sería muy bueno que haya arboles enormes cuya sombra me resguardasen del sol en los días calurosos" , así fue que utilizando el agua del lago y la arena que predominaba en ese desierto, esculpió uno a uno arboles enormes de un barro fibroso y consistente. Los hizo altos y con grandes hojas para que el niño mago pueda escapar del sol de cada día.
Pasaron todavía mas años, y el tedio volvió a hacerse presente, el niño mago aburrido un día se dijo: - "Todos los días son iguales, quizás no lo serían si hubiera algo con que jugar". Entonces se propuso tallar de la madera de los arboles pequeñas marionetas, para así por lo menos hacer de cuenta que él no estaba solo, hizo cada detalle de sus cuerpos, algunos con orejas puntiagudas y nariz respingada, otros de barriga gruesa y papada, los hizo altos y bajos, listos y tontos, torpes y hábiles y vistiendo todo tipo de trajes que él había inventado.
Todas las mañanas se sentaba a jugar con sus títeres, en su juego urdía todo tipo de entreveradas historias, de rabia, de angustia, de alegría, de envidia, de ironía. Era un interesante divertimiento para ese niño, él disfrutaba mucho de ese juego, y se la pasaba todo el día urdiendo cuanta historia rondara por su cabeza.
Pasó mucho más tiempo todavía y después de tanta rutina el niño mago sintió un poco de tedio, ya no era lo mismo urdir historias, entonces se le ocurrió una idea increíble. Tan buena fue la idea que se quedo horas pensando y regodeándose en ella antes de ponerla en práctica. Al siguiente día tomo un pedazo de madera y comenzó a tallar una pequeña marioneta, la cual sería distinta a todas las demás, pues esta marioneta tendría la capacidad de sentirse sola, triste o aburrida de vez en cuando. Le dio a su marioneta las manos de su títere más hábil, ellas colgaban de hilos imperceptibles que él manejaba. Le colocó cabello claro y largo, un sombrero puntiagudo y una vestimenta blanca, le dio a su marioneta aspecto de niño y la puso sobre una bola de arcilla para que ella dominará allí, así como él mismo lo hacía sobre su desierto.
Mientras tanto el niño mago se divertía con su nuevo juguete, él estaba contento y casi ninguna preocupación se le pasaba por su cabeza, casi ninguna pues no dejo de pensar que quizá esa idea ya se le habría ocurrido a algún otro. Unos minutos después abandonó esos pensamientos, a pesar de haberse dado cuenta que hilos invisibles sostenían sus manos, pensó para sí que simplemente era más fácil ignorar este hecho.
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