Un giro de miel
en que los brazos deciden correr
y jugar el mismo juego que los pies;
los ojos no se quedan atrás,
más bien ellos son quienes comienzan el juego,
a las tres
sin previo aviso
sin contar hasta atrás
de cortesía;
lamerse el codo
y continuar ahora hasta seis
con las manos
o con las gotas de sudor
recorriendo la espalda
bailando al ritmo del vals
junto a los invitados
que miran sin mirar
porque la dicha se va
y reina la inseguridad en el pensamiento
donde todo se va,
ella se va
con otro
no más apuesto
pero con otro al final,
ira,
su mano posada sobre su cadera
y ella riendo
inocentemente callada
respirando su exhalación
él tomando un poco el control
apretándola a su pecho
como si no fuera a volver,
en el recuerdo ella se desvanece
con otro más fiel
con un otro infiel
sollozando y riendo al mismo tiempo
en un baile que no has de bailar,
en la memoria de un día triste
simplemente cortando de raíz,
cubrir de miedo la maldad
manos hacia el pescuezo,
gritos y sorpresa,
deseando cubrir el miedo,
golpe knock-out,
caer de repente hacia atrás
y despertar de la inseguridad
que aun ella no está en el recuerdo
sino bailando en la realidad
algo ansiosa
preguntándose qué pensará,
si acaso en él reina
la misma inseguridad.