PESCADOR DE TENCAS

Una tarde de verano, verano de calór, calór de fuego.
Fue invitado a una finca, cercana y cerrada, por espinos y alambres,
donde existía y existe una charca,
llena de agua, y repleta, aquel día, de tencas, grandes, chicas y medianas.

Fuí invitado, por el dueño.
Don J. S. R.a pescar.
Se decía, estaba, llena de Tencas, y también de muchas ranas.

Fuí y la verdad sea dicha,
en mi vida de pescador, vi cosa igual.

Picaron, tantas Tencas,
que muchas tuve que dar.

Era un placer, un gozo, el tirar
y sacar, tirar otra vez y sacar.

El cebo, era bueno, saltagallos y mariposas.

¿Dónde está ésa finca, con ésa charca?.
.Misterio y compromiso, de invitación.

No te lo puedo decir.

¡Lo sabes,! Y te presentas,
por la noche con el transmallo, haciendo,
la gran trampa, prohibida,
por ley para el río y la charca.

Fué en una finca salmantina, del
Campo Charro, cuajada, llena de
encinas, asentadas en tierras trigueras.

Entre sus surcos, surcos de arado,
y tractor, escondidas más de una
amapola, alguna cama de liebre,
y nidos de perdiz...
Como finca charra... Allí pastaban,
cerdos, gochos, marranos,
cabras, ovejas, vacas, algún caballo,
algún burro y bueyes de arar...
Bueyes de carga.

En la charca, escondidas, las ranas,
renacuajos, algún sapo, muchas, muchas
tencas, de colór plateado.

No faltó ninguna tarde,
el caballito del diablo,
llamado Libélula.

Al caer la tarde.
La costera, repleta de tencas.
Tirar y sacar.

Todas, daban, el peso, la medida, su talla. Hubo cinco,
Dos por defecto... No daban la
talla, y tres por exceso, que se salían de lo normal...
Parecían viejas, ancianas.

Estas las devolvímos a la charca...
Unas para que tomaran, la medida y otras, para que engendraran,
y fueran poco a poco, llenando,
para el verano que viene, la charca...

La libélula se fué. Las avispas,
pasando el calór... Calor sofocante,
se marcharon y dejaron al ganado,
en paz. ¡Eran sabes! Las Moscas, avispas, cojoneras...
Que se meten, detrás del rabo,
y no dejan parar.

Las Ranas, dejaron de croar.
Los bueyes, ovejas, caballos,
poco a poco, incluidos, los
cerdos, gochos, marranos,
se marcharon y se fueron
a los cercados.

Yo, recogí la caña,
y las artes de pescar... Entre
ellos la bota de vino...

Con las Tencas, en la Costera...
Nos y me dispuse, venir a
casa y llegar a cenar.
Amigo pescador, te diré:
¡Qué tarde de visiones,
tan cargada.!
Encinas, cebada, trigo,
centeno, amapolas, cardos...
Cabras, ovejas, toros bravos,
vacas y bueyes de carga
de carne y de arar.

Haberlos, nos dijeron...
Liebres, galgos y conejos.
La verdad, que no ví ninguno.
Me dijeron, me contaron, no
era su día, ni era su hora.
Algunos de éllos, están dormidos.
Y otros no se han levantado de siesta.

Sentí, dejar el aire limpio...
El azul del cielo.

Al caer la tarde...
El olor a boñiga, se empezaba
a percibir, a los alrededores
de la charca, donde vacas y bueyes,
se acercaban a beber y ya de paso
a zambullirse, no ya de tanta, no ya de tanta tenca,
sino de las aguas quietas de la charca.

La tarde caía y yo me tenía
que venir a mi casa...
Que en aquel entonces era el Hospital.

Todos sabéis, que la tenca...
Bien preparada es un manjar especial.

Con ajo, al ajillo y un vinillo,
bocado de Cardenal.

Te voy a decir una cosa... Y es...
La pura verdad... ¡Este día picaron! Pero el día...

¡Qué el día, que no entran,
que no pican...
Recoge la caña, la costera... No hay nada que hacer!

Llevamos tarde y tardes,
en otras charcas.
Y la verdad... Nada de nada.
Será la luna, el sol, las estrellas, los o el viento.

Ellas, las tencas, lo saben mejor que nosotros... Si no entran... No pican...
Es tarde perdida.

Esto, te lo dice e
un Pescador...
De muchas tardes perdidas...
Ese pescador, de tencas, carpas, lucios,
hucho- hucho, blas blas, alburnos...
Y mariposas... Se llama Julosan.


Salamanca a 20 de Marzo del 2010
- Firmado: Julián López Santolino