Y me niego a olvidar. Es imposible, porque de formas distintas estás siempre presente. El aire tiene tu aroma, la tranquilidad del ambiente se percibe similar a mis tardes contigo.

Me refugio en los acordes de la música, pero en el momento en que empiezo a sentir la letra, tu nombre se esboza entre líneas. Inevitablemente me dejo guiar hacia el espacio breve en mi memoria, ese en donde has permanecido todo este tiempo; y de la mano de mis pensamientos, mi realidad adquiere tu forma y da ritmo armónico a mis latidos.

¡Cariño!, como te explico con palabras terrenales este sentimiento. De que forma te hago descubrir nuevos mundos, para que a través de ellos pueda mostrarte la inmensidad infinita de todo esto que guardo tan cautelosamente dentro.

Y disfruto mis emociones, tan complejas y cambiantes, extremas, con esa combinación dulce-amarga que suelo crear cuando pienso en ti.

Mis lágrimas endulzan tu recuerdo, mi dolor es resistible cuando pienso en la distancia, esa que será vencida cuando por fin este otra vez allí, prisionera en aquel tibio espacio que se esconde entre tu corazón, nuestras almas y mis besos...