El hombre del bar

Nadie en el bar se animaba a acercársele.
El hombre que hasta el momento era un simple desconocido seguía gastando plata en alcohol sentado solo en una mesa del viejo bar “La Esquina”
Uno de los frecuentadores del bar llamado Héctor entro y enseguida sus amigos le comentaron el veterano que seguía comprando Whisky solo en una mesa.
Héctor camino con paso decidido hacia el hombre llegando a la mesa y colocando su mano derecha sobre el hombro de este, para luego tomar asiento a su lado.
- hombre nada es tan malo como para acabarse toda su plata en alcohol -
El hombre no respondió enseguida y cuando lo hizo su vos era apagada y cansada con dificultar pronunciaba la letra R.
- usted no sabe bien todo lo que he paso – dijo sirviéndose otra vaso – si tiene tiempo le cuento -
- bueno – acepto Héctor – Martín tráeme un vaso de vino –
- sabes al principio era un vivía una buena vida y no puedo quejarme fui feliz:

Mi nombre es Víctor, tengo 25 años pero en ese entonces Tenia tan solo veinte años era soltero, feliz con mis padres, ninguna relación ya que no me gusta formalizar simplemente había pasado por relaciones pasajeras en mi vida, esa soltería duro hasta los veintiún años, aunque comenzó a los veinte cuando Salí con amigos a bailar y pasar una buena noche y me cruce con ella enseguida sentí como entraba en mi corazón, fue amor a primera vista , ella debe haber sentido lo mismo porque enseguida se me acerco, esa noche bailamos toda la noche juntos y luego me paso su numero de teléfono, su nombre Analía.
Salimos en variadas ocasiones salimos juntos, todo parecía perfecto, al mes formalizamos el noviazgo y estuvimos dos años saliendo antes de decir que estábamos preparados para mudarnos juntos.
Fue un paso importante en nuestras vidas.
En ese momento pensé que era para siempre la convivencia era perfecta en ese momento tres años viviendo juntos, felices.
Habíamos dejado la capital y nos habíamos mudado para el interior, vivimos en la ciudad de Sauce en Canelones.
Parecía que la vida no nos iba a dar más sorpresas cuando llego la gran noticia inesperada.
Se me acerco, me miro a los ojos y me dice Diego vamos a tener un hijo.
Me dio vuelta el mundo por segunda vez.
Un hijo.
Una bendición de dios.
Recuerdo que ese día fui a rezar a la iglesia y a agradecerle a dios el regalo que nos estaba dando.
El embarazo fueron los nueve meses más eternos de toda mi vida, mientras la panza de mi mujer crecía más y más, mi entusiasmo crecía a la misma velocidad.
A los cinco meses nos dijeron que iba a ser una hermosa mujer a la que decidimos llamar Lucia.
Así llego el esperado día el embarazo.
Recuerdo que no fui tan valiente como para verlo directo, me quede esperando en la sala de esperas y cuando el medico llego con Lucia en sus brazos quien lloraba descontroladamente, supe que ahora mi vida tenia un objetivo, criar a esta bebe para que fuera la mejor persona del mundo.
Y así fue que dejamos la vida en pareja para pasar a tener a nuestra hija.
¿Sabe joven? Una de las tardes más divertidas con nuestra hija fue cuando vinieron toda mi familia y su familia a conocerla.
Recuerdo esa tarde de noviembre, la lluvia golpeaba la ventana y el viento soplaba con increíble fuerza.
Algunos rayos hacían más terrorífica por así decirlo esa tarde, pero el horripilante clima no impidió una perfecta reunión familiar todos juntos.
Lucia descansaba en su cuna rosada tapada con una pequeña manta y su chupete amarillo en su boca, era todo un ángel así de delicada, recuerdo que golpearon la puerta y el primero en aparecer fue mi hermano Raúl, este llego y dio un beso a Lucia en la frente y le susurro a la bebe mientras dormía “esta es la sobrina mas linda que podía pedir” luego del tío vinieron los padres de mi mujer, los abuelos llegaron cerrando el paraguas ya que eran supersticiosos y no lo abrían dentro de la casa y depositaron una bolsa con una muñeca arriba de la mesa y fueron directos a besar a Lucia.
Sus abuelos estaban tan felices ese día.
Ella despertó llorando y su tío la agarro en sus brazos acostándola delicadamente y hamacándola.
Después llego mi otro hermano Jorge quien venia con su mujer Sofía y su hijo Maximiliano de tan solo cinco años, el vio a Lucia y dijo “tengo prima nueva, tengo prima nueva” al final llegaron el padrino y la madrina, Tamara y Mauricio ambos llegaron juntos, eran el hermano de Analía y su mujer.
La vida era tan feliz allí.
Tal vez si yo no hubiera cometido un entupido error seguiría así, esa tarde yo trabajaba como gerente en una oficina de una empresa de ropa, ganaba bien, mantenía a mi hija de ahora 3 años y a mi mujer, pero el alcohol es malo y años de casados generaba discusiones con mi mujer, me estaba aburriendo de la rutina, ella iba a salir con nuestra hija a la casa de sus abuelos, hacia una hora se había ido cuando yo tras haber tomado varias copas invite a Gisela una “amiga” de la oficina, mi mujer entro nunca supe que había pasado pero había vuelto tres horas antes de lo planeado, ese día me dejo echándome de mi casa y yo no podía hacer nada, ella tenia razón
Me mude con mi hermano Raúl y ahora conseguí alquilarme una casa y vivo solo, veo a mi hija los fines de semana. Hoy mismo me ha llegado la noticia que mi mujer esta comenzando una nueva vida junto a su nuevo novio, me han dicho que es un hombre trabajador y que la quiere de verdad por ese motivo me alegro por ella porque se que e feliz a su lado, pero yo voy a pagar siempre por el error que cometí aquella noche del quince de agosto.

Héctor lo miro habiendo bebido su quinto vaso de vino.
No sabia que decir para consolar a aquel hombre.
-me ha servido hablar con usted – dijo Víctor levantándose y yendo a pagar la cuenta.
Héctor se quedo sentado pensando en como cometemos errores de los que no hay vuelta atrás.
Ese hombre dejo el bar esa tarde despidiéndose de Héctor con un saludo con su mano derecha y este no volvió a saber de el, a veces se pregunta que abra sido de aquel hombre con el que una vez tomo unos vasos en el viejo bar La Esquina.