El frio típico de navidad penetra las ventanas del humilde apartamento, muebles de segunda mano llenan el reducido espacio. La joven madre se despierta de madrugada, y a peser del frio que le congela hasta los huesos se encamina al guarda ropas para sacar una pequeña caja con un carito de bomberos en su interior.
Dirigiéndose a la sala, donde un pequeño arbolito de navidad sin luces y un vaso de leche y algunas galletas la esperan en la oscuridad. De camino por el estrecho pasillo detiene sus pasos en el cuarto de su pequeño hijo de seis añitos, el que arropado de pies a cabeza duerme apaciblemente.
Colocando la pequeña cajita al pie del árbol y mientras recoge el vaso de leche y las galletas, piensa en si su hijito se conformara con el regalo. Anqué hubiera preferido que su regalo fuera más grande y por lo menos haber podido envolverlo la realidad es que su situación económica no le dio esa oportunidad. Madre soltera, con un trabajo a medio tiempo, apenas tenía dinero para las necesidades básicas.
Mientras pensaba en la reacción de su hijo, distraída, sentándose en el piso y mientras comía las galletas que se suponía otro comiera, no noto la presencia de su hijo, que observaba a su madre comer las galletas que horas antes avía colocado con ilusión bajo el árbol.
La madre además del susto que se llevo por la sorpresa de ver a su hijo, no supo que decir por estar comiéndose la meriendita del árbol. Justo cuando se disponía a inventase una escusa el niñito le dejo saber que no se preocupara, que ya savia que los regalos los traen los papas. Qué alivio, pensó la madre.
Tomando la cajita con el pequeño regalo le dijo a su hijo que su camión de bomberos no era tan grande como a ella le hubiera gustado regalarle y que no pudo envolverlo, pero que esperaba que le gustara.
Luego de mirar el regalo, y sin ninguna expresión aparente, el niño miro a su madre y le dijo que él le tenía un regalito también, la madre algo sorprendida pensó en que tal vez sería una de esas postales de papel que preparan en la escuelita. El niño acercándose a su madre le dijo, que su regalo al igual que el de ella no era tan grande como el hubiera querido, y que tampoco supo cómo podía envolverlo y acercándose mas a su madre sentada en el piso le dio un fuerte abraso. Ves no es muy grande porque mis manos son pequeñas y no supe cómo se puede envolver un abrazo.
Los mejores regalos no son las más grandes o los más caros, son los que salen del corazón