Siempre esperé que el suelo muerto no se me pegara a la suela del zapato, pero finalmente, vencida, la muerte se me ha subido hasta las rodillas…

Y en este día de otoño, la ausencia me grita fuerte porque no estás.

Y yo, que heredé de ti el sentido de fidelidad, ¡te sigo buscando!

Aún sin haber estado nunca.

El corazón se me ahoga en lo profundo...

¡Cuánta falta me haces!

Y el vacío, este que me habla, es equivalente a un cuarto lleno de cachivaches desde que ella se fue contigo.



Dice la historia, de un hombre y una mujer, que mucho se amaron.

Los estoy buscando en el cielo de Dios...




Salgan pronto a la ventana…

¡Salgan! ¡Por favor!












A mis queridos abuelos.
Y porque hoy... los extraño.


1/05/2010