Hay veces que el viento nos habla con el gemido agonizante de las altas cumbres o entre la hojarasca reseca de las apartadas veredas.
Y otras cabalga entre las olas arribando a esta playa con amargo sabor a sal para despertar las dormidas canas de un absurdo rostro que se peina de falsas esperanzas.
¿Qué nos quiere decir? Poca cosa si no se escucha con el alma, ya que de los silencios rotos nunca surgen las palabras.
Y a veces, no siempre, el hombre se percata de que ya está todo dicho cuando el viento se calla.