Déjame conocerte sola
deja que mi aliento cálido
entibie tus mejillas pálidas
y que los fuegos de este fuego
se extingan en tu piel
sedosa como espuma y agua fresca

Tengo praderas de ensueños húmedos
abundantes de voluptuosidad
(contenidas solo por el macizo muro de la decencia)
que esperan pacientemente
derramarse todas en un solo grito
inundando el valle de la razón

Por mis ríos fluye el descontrol
reviviendo el instinto primitivo
agazapado como una fiera indomable
esperando a su indefensa presa
para devorarla sin descanso

Furioso afán reprimido
que brota al atardecer y crece
crece y crece y en las sombras
explosiona
en el clímax de la desesperación
permanentemente nocturna
hasta que en la víspera de la aurora infaltable
se acurruca en un rincón de mi mente
para luego renacer con más ímpetu
y brincar cuando asomas con tu cuerpo

Mujer de azúcar y de miel
de frutas jugosas y bellos muslos
caderas sensuales y manos pequeñas
sabrosas y delicadas formas
néctar y manjares divinos
para mi boca tan terrenal y viciosa

Déjame conservar siquiera
una gota de tu sudor delicioso
una perla de este cofre tuyo
atiborrado de joyas codiciadas
que incrementan la lascivia

No quiero amarte ni que me ames
no quiero juramentos de gratitud incondicional
no quiero esencias indescriptibles
quiero placeres sensibles
como tus besos apasionados
como el contacto de nuestros cuerpos desnudos
libres de prejuicios y rumores
libres de nudos mentales
incluso irresponsables y caprichosos
exitados por esto mismo
y por el velo de este secreto
que guardaremos hasta el fin
junto con los gemidos ardientes
que acompañarán las ondulaciones húmedas
de nuestra unión tras la puerta.