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Amandatauro.

Todas las noches en la casona de los Becker se oía un gemido como de ultratumba, que parecía provenir por detrás de las paredes.
Los Becker eran ya viejos y estaba familia constaba de: Abuelo y abuela Becker, Tía Amanda, Pete Hijo y Carli Sobrina de Amanda y por último el Bisnieto Kúlin, del que muy poco se sabía y que era nuevo en la casona.
Hace ya dos meses que vivía en la vieja mansión, donde hace dos semanas había desaparecido Abuela Becker. Todos culpaban a su demencia senil que la podría haber hecho huir.
La búsqueda era intensa pero la fe por encontrarla con vida era escaza, ya que sin sus medicamentos no podría vivir mucho tiempo.
Los Becker asociaban los constantes gemidos nocturnos con el alma en pena de Abuela Becker.
Kúlin el Bisnieto, era el que sufría más la pérdida, en muy poco tiempo se había ganado la confianza y cariño de casi todos, pero en especial de la abuela.
Todas las mañanas, mientras todos dormían, Kúlin salía en busca de abuela Becker, regresando cada tarde cabizbajo y sin éxito. Pete y Carli habían visto a Kúlin salir por una puerta angosta oculta tras unos arbustos en el jardín trasero, pero no le dieron importancia.
Tía Amanda no era más que una vil garrapata chupasangre. Se pasaba todo el día junto a Abuelo Becker metiéndole cizaña contra Kúlin, del que nadie conocía muy bien. Abuelo Becker, como le gustaba que le dijeran, mucho no podía hacer, estaba postrado en su cama y su única distracción era leer y obviamente tolerar los malos comentarios de Amanda, tolerancia que por supuesto quedaba muy poca.
-Amanda: Señorito Kúlin, siempre se sienta muy polvoriento a la hora de comer. Quizás dónde y con quién se anda revolcando. No me extrañaría que anduviese por ahí con esas sueltas sin respeto por si mismas, mientras ¨busca ¨ a Abuela Becker.
-Kúlin: Tía Amanda, por favor, so sea deslenguada, hay niños presentes.
- Amanda: Insolente, muestra más respeto por tu Tía, cosa que dudo mucho que sea.
-Kúlin: La cosa que yo dudo mucho es que su esposo haya desaparecido en la guerra, para mí que ha de estar revocándose con las mujeres que usted menciona. No me extrañaría que lo hubiese hecho, en esta casa ya nadie la soporta, quizás Abuela Becker huyó por lo mismo.
Tía Amanda roja de vergüenza e ira se abalanzó sobre Kúlin pero los gemidos se hicieron presente y en instantes se dirigió donde Abuelo Becker, quién le temía a estos gemidos.
Velozmente kúlin también desapareció de la mesa. Pete Y Carli que cubrían sus oídos y ojos bajo la mesa quedaron solos.
Al cesar estos espantosos ruidos Tía Amanda bajó asustada a ver a los niños, ignorando a Kúlin que ya estaba de regreso.
Al día siguiente, luego de una tormentosa noche de ruidos viscerales, Kúlin regresó con las manos vacías.
Pete Y Carli jugaban a las escondidas en el patio trasero, Carli se escondía tras los arbustos mientras Pete contaba. Carli tropezó con una rama cayendo de espaldas contra la puerta angosta de donde había visto salir a Kúlin días antes.
Su curiosidad la hizo entrar lentamente, olvidando por completo el juego con Pete.
El estrecho pasadizo estaba lleno de polvo, la luz era escaza y olía a enfermedad. Sin darse cuenta se había adentrado demasiado en este laberinto desconocido.
Pete vio venir a Kúlin y le preguntó por Carli, y le respondió que vio en el jardín delantero.
-Pete: ¡Que tramposa, estábamos jugando acá atrás! (Alejándose con molestia).
Oportunidad que Kúlin aprovechó para escabullirse tras los arbustos. El ver la angosta puerta abierta lo paralizó por un momento, pensando que alguien había descubierto su secreto.
Silenciosa y rápidamente recorrió el camino por entre las paredes de la casa.
La noche ya había caído y ni Carli ni Kúlin estaban en casa. Pete y Tía Amanda temieron lo peor. Amanda pensó que Kúlin secuestró a Carli, ya que él l había visto por última vez según Pete.
Abuelo Becker no se enteró de este suceso y Pete se fue a dormir temprano por orden de su madre. Amanda al bajar las escaleras oyó un ruido tras la pared, apoyo su oreja en esta para oír mejor pero un ruido más fuerte la sacudió. Hecho que la hizo partir raudamente al patio trasero.
Kúlin llegó empolvado a la casa, de pies a cabeza y partió donde Abuelo Becker para ver si se encontraba bien, al verlo dormido fue a bañarse. Tía Amanda y Kúlin se habían cruzado al rodear la casona por los lados opuestos.
Tía Amanda se introdujo por entre los arbustos y entró por la puerta. Kúlin no encontró a nadie en aquel laberinto tras las paredes. Laberinto que recorría a diario sin resultado, mientras todos dormían. Él estaba seguro de que los misteriosos ruidos provenían de ahí.
Tía Amanda conocía al revés y al derecho el laberinto, su salida, su entada y hasta las trampas que en él había. Ella no sabía que Carli fue víctima de una de estas. Por el cual Carli no gritó por ayuda.
Al verla inconsciente en el suelo junto a Abuela Becker Amanda debió tomar una decisión drástica y fría con su sobrina.
Abuela Becker estaba amordazada a una silla, pálida, maloliente y rodeada de restos de comida que estaba siendo comida por ratas e insectos.
Carli al recuperar el conocimiento se vio atada junto a Abuela Becker y volvió a dormirse, pero no por mucho tiempo. Los gritos viscerales y aterradores eran provocados en Abuela Becker al ser mordisqueada en sus brazos y piernas por las ratas, causándole gran dolor. El ambiente era macabro y nauseabundo.
Tía Amanda volvió a casa como si nada hubiera pasado. Al día siguiente en la mañana fue donde la policía culpando a Kúlin por la supuesta desaparición de Carli.
Amanda y la policía llegaron a la vieja casona a apresar a Kúlin. Él al darse cuenta de que esto era un complot en su contra huyó por la puerta trasera en la cocina, los oficiales corrieron tras él pero no lograron capturarlo. Se había ocultado en el laberinto, con el nerviosismo y la prisa tropezó y delató su ubicación. En ese instante comenzó un tiroteo contra las paredes.
Abuelo Becker, en su habitación no entendía nada de lo que sucedía, solo pedía ayuda, cuando en eso llegó Amanda diciéndole que la policía estaba tras Kúlin, por la presunta desaparición y muerte de Abuela Becker.
-Abuelo Becker: ¡Desgraciado! Y yo que lo iba a dejar de heredero…
-Amanda: ¡Te lo dije Padre! Ese extraño que dice ser de familia no es más que un despiadado asesino.
Volviendo con la balacera, los policías no tuvieron éxito, aún se oía a Kúlin correr tras los delgados muros. Hasta que un gruñido de muerte se oyó y un chorro de sangre brotó por entre uno de los agujeros de los disparos. Uno de los oficiales empezó a destruir el muro para recoger el cuerpo pero nadie estaba listo para ver lo que encontrarían.
El disparo letal había dado en el corazón de Carli, las ratas habían soltado las amarras de las piernas y en su desesperación Carli torpemente corrió, muriendo en el intento.
La policía no lo podía creer y Amanda no podía creer que estaba a punto de ser descubierta, así que corrió y entró por una puerta secreta al laberinto. Iba decidida a matar a su madre, la pobre Abuela Becker. Al llegar ahí Pete estaba con un cuchillo y las manos ensangrentadas.
-Pete: no te preocupes mamá, tu secreto no será revelado por Abuela Becker.
Amanda sorprendida y con la tarea hecha no entendía que hacía su hijo Pete ahí.
-Pete: Lo que pasa mamá es que una vez te seguí y entendí tu juego. Y ahora que se estaban complicando las cosas decidí ayudarte.
La policía desconcertada oyó nuevos ruidos y supuso que era Kúlin. Esta vez más precavidos dejan al inerte cuerpo de Carli de lado para internarse en el escalofriante pasadizo.
Amanda y Pete salieron de la brutal escena y partieron a limpiarse la sangre.
Kúlin aterrado logró salir y escuchar a Tía Amanda y Pete preparando una coartada en contra suya. Al enterarse de que ellos eran los responsables de los atroces actos llamó a la policía, la que increíblemente no demoró en aparecer.
¡Al suelo! Gritó un policía, apuntándolo fijamente.
-Kúlin: ¡No, ellos secuestraron a Carli y mataron a Abuela Becker, los acabo de oír!
¡Dispara cobarde! Gritó Amanda.
Y en un acto ágil y veloz Kúlin se agachó, impactando de muerte la bala a Pete, que se encontraba a espaldas de él.
La policía ya sin balas, redujo a Kúlin y lo esposaron, llevándoselo a prisión. Luego de encontrar a Abuela Becker sin vida y esclarecer todo.
Por fin todo había acabado para Abuelo Becker, aunque no de la manera que esperaba, fueron muchas muertes en un día.
Amanda fingía dolor por la muerte de su madre y de Carli, pero no así la de su hijo Pete, su compañero de crimen.
Al mes siguiente Abuelo Becker murió de un misterioso virus estomacal, sin antes dejar de heredera única a su hija Amanda.
Kúlin, el desdichado e inculpado fue sentenciado a morir en la silla eléctrica. Desde el momento de su muerte todas las noches se oían gritos, golpes, lamentos, disparos y murmullos en la vieja casona. Donde vivía sola y llena de riqueza Amanda la despiadada y atormentada por sus pecados.

Texto agregado el 27-04-2010, y leído por 141 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
27-04-2010 Buen ritmo y buena la idea malaya
 
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