Érase una vez una princesa que era muy guarra. Le gustaba ir sucia, oliendo mal y tener todo desordenado. Su habitación del gran palacio en el que vivía con sus padres estaba echa una porquería, pero es que a ella le gustaba así y no dejaba que ningún sirviente se la recogiera. Sus padres, los reyes mas poderosos de todo el continente ya no sabían que hacer con su hija. Habían llamado a todas las hadas madrinas y los magos del reino, pero ninguno conseguía que la joven dejara su afición a la suciedad. Un día la reina pensó que si conocía a algún príncipe podría cambiar su forma de ser, asi que mando mensajes a todos los reinos para que sus príncipes fueran a ver a la princesa. Muchos rechazaban la invitación amablemente pues ya conocían las costumbres de la chica, otros en cambio quedaban horrorizados en cuanto la veían. Hasta que un día, llego al palacio uno de los príncipes mas poderosos de aquella época, y sin saber muy bien como, se enamoró de ella nada mas verla. Le hizo mil regalos a la princesa, pero esta los rechazó todos porque estaban demasiado limpios. El príncipe ya no sabía que hacer para conquistar a la princesa. Tanto empeño puso que poco a poco su ropa se fue ensuciando, empezó a oler mal, y se convirtió en un príncipe guarro. Fue entonces cuando la princesa guarra se comenzó a enamorarse de él y así los dos, bien pero que bien sucios vivieron felices y comieron perdices el resto de sus vidas.
Saul, Nerea, Raul, Angel Luis, Jesus |