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Basado en “La historia del hipopótamo rosado”…
INEVITABLE

CAPITULO 1
Una luna brillante aparecía entre las nubes huidizas, iluminando los paramos de El Silencio; dejando a una lechuza envuelta en sombras profundas. Los murciélagos aguardaban en sus cavernas a que la noche estuviera aun más oscura para salir a cazar por las orillas del Río Claro. El río era un hilo de plata que corría por su cause entre el ancho valle que se abría a través de los montes del este.En este paisaje, en el que se podía encontrar toda clase de aromas, sonidos y colores, había una gran variedad de habitantes de la selva y no era nada extraño que entre esa cantidad de animales que ayudaban a que la selva fuera un poco más rica hubiera un habitante muy especial.La calida planicie que bordeaba el cause de la margen oeste del río Claro era el lugar predilecto de una gran cantidad de mariposas y una increíble variedad de insectos que se veían atraídos por las flores que crecían entre las tierras fangosas de la planicie, ayudando así a darle vida al paisaje con encendidos colores que hacen que este lugar del valle sea uno de los más bellos y tal vez el más tranquilo para aquellos animalitos que prefieren pasar el día descansando en vez de preocuparse por los depredadores.No es nada raro encontrar en El Valle de los Colores, como es conocido este sitio, una gran cantidad de insectos, roedores, pájaros y en general todos aquellos pequeños animalitos que pasan casi inadvertidos en la selva; pero lo que en realidad llama la atención de todos sus habitantes es que en ese preciso lugar en el que solo se encuentra comida para pequeños animales vive Hipo; Hipo es un pequeño hipopótamo, bueno en realidad no es tan pequeño cuando se observa de cerca con sus quinientos kilos de peso. Él habita el Valle de los Colores desde hace mucho tiempo, desde que era todavía alimentado por su madre.
Pero un día, aparecieron en la selva cinco hombres, aguardando detrás de un peñasco muy arriba del río claro; todo estaba tranquilo en la jungla, todo estaba tranquilo en el valle. Los cinco hombres oían solamente el melódico sonido del agua allá abajo, además de su respiración entrecortada. Permanecían agazapados detrás del peñasco, con frío y mojados por el cruce del río. Estaban esperando a que la luna llegara a su cenit, cuando no proyectara sombra alguna. Entonces, el más alto de todo el grupo ordenaría iniciar la tarea, una tarea concebida a impulsos de la avaricia, los hombres de su equipo estaban tan nerviosos como él.- La luna esta alta, señor.Él se puso rígido.- Así es - dijo y empezó a repartir los trajes negros con manchas verdes que ordeno que hicieran para esa noche-. Hagámoslo entonces y hagámoslo bien, sin ruido y recuerden, solo necesitamos viva a la hembra, con el macho adulto y con la cría pueden hacer lo que quieran.El “señor” era un traficante de fauna salvaje que había recibido una oferta por parte del dueño de un zoológico privado para que le consiguiera un hipopótamo hembra; una oferta que no pensó dos veces en aceptar.El y sus hombres habían estado buscando en la selva a su victima, lo hacían de noche y se volvían casi invisibles para la gran mayoría de animales del lugar.Pero esa noche ya no tuvieron que buscar mas porque habían encontrado ya a su victima; una hipopótamo que vivía junto a su pareja y a su pequeño hijo, en un bosquecillo rodeado por arbustos que los mantenían seguros de los depredadores, por lo menos, mientras que el pequeño hipopótamo pudiera defenderse solo.Ya era demasiado tarde, esos hombres sabían donde estaban y solo aguardaban el momento en el que el macho adulto saliera a buscar alimento y dejara sola a su familia para ellos así aprovechar y llevar a cabo la emboscada… y esa noche llegó.Los cinco hombres salieron de su escondite, fueron cargadas las armas, de las que solo una estaba cargada con sedantes que dormirían a la hembra. En un momento, un grito de guerra que helaba la sangre, cortó el aire de la noche. La pareja de hipopótamos fue emboscada, la hembra tenia siete años y el pequeño solo tres meses. El pequeño despertó al escuchar el grito de ataque presa del terror, terror que se duplico cuando vio el rostro angustiado de su madre, que yacía en el suelo con tres dardos tranquilizantes clavados en el lomo y con una mirada que parecía pedirle a gritos que corriera, que ya no había nada que hacer.El pequeño fue obligado a huir, pero en medio de su carrera, a unos pocos metros de donde estaba su madre tirada, decidió parar y esconderse tras unas ramas de bambú que lo cubrieron parcialmente y así pudo observar como la ataban, para luego ser llevada por un animal que el pequeño hipopótamo nunca había visto en la selva; un animal que en vez de patas tenia ruedas y rugía mas fuerte que un león, mientras se alejaba lanzando rayos de luz por sus ojos brillantes; él nunca supo que fue de su madre, pues el terror fue creciendo cada vez mas en su interior y en lo único que pensó fue en correr. Correr toda la noche, fue demasiado tarde para ayudarla, fue demasiado tarde para cualquier cosa.Desde ese día, hacia ya tres años, Hipo había decidió vivir de una manera diferente; por eso escogió los pantanos del valle de los colores, en donde supo que podía vivir tranquilo.



CAPITULO 2
Hipo salió esta mañana iluminada en la que el aroma de la felicidad se extiende por todo el valle de los Colores. Camina como todos los días, balanceando su gran trasero de izquierda a derecha y de arriba abajo, mientras que la piel que le cuelga hace olas con cada paso que da.Hipo camina y camina, saludando a su paso a todo amigo que encuentra:- ¡Hola señor coyote!- ¿Cómo amaneció hoy señora lagartija?- Feliz día señora mariposa- Buen día queridos ratoncitos.La niebla esta levantándose rápidamente cuando Hipo se encuentra en el pequeño valle arbolado, pensó que podía atravesarlo en cuestión de minutos, pues la arbolada no tiene mas de un centenar de metros de largo. Se ha alejado casi un kilómetro de su valle pero sin nada conocido a la vista empieza a preguntarse si se encuentra en tierras peligrosas; si no ha calculado mal y ha hecho un desvió demasiado grande buscando un sitio por donde cruzar el Río Claro.Entonces oye algo y como un relámpago se desliza por una pendiente y corre a ponerse a cubierto; pero cuando escucha otra vez reconoce el sonido de una risita cantarina femenina. Avanza sigilosamente entre los helechos en dirección al sonido. A esa hora temprana el cielo aun tiene un color gris rosado y la niebla todavía se adhiere a la tierra.Cuando Hipo la vio no quedo del todo seguro de sí debía creer lo que sus ojos indicaban. Una joven abejita estaba de pie en el agua hasta la cintura en un estanque pequeño y la niebla giraba en remolinos alrededor de su cabeza. La abejita parecía un hada del agua, un duendecillo irreal y sin embargo lo suficientemente real. La abejita río nuevamente y salpico agua sobre su torso desnudo. El sonido encanto, hechizo a Hipo quedo como hipoponotizado por la abejita, clavado en donde estaba, mirando como ella retozaba. La abejita salpico sus alas con el agua y era evidente que se estaba divirtiendo mucho.El agua debía estar helada, la mañana era fría. Sin embargo, la abejita no parecía notar la baja temperatura. Después de mirarla un momento más. Hipo también dejó de notar el frío. Ella no se parecía a nada que él hubiera visto antes; era una belleza sin duda alguna. En un momento ella se puso de frente hacia él y así él pudo contemplarla en todo el esplendor de su belleza. Su piel perlada contrasta maravillosamente con las líneas de sus alas color rojo oscuro, casi magenta de tan brillante que son en su generosa longitud. La cintura estrecha completa los hombros esbeltos y el vientre tenso y plano que se hunde y emerge provocativamente del agua, revelando la suave eminencia de las caderas cuando la abejita se vuelve. Las facciones de la aparición eran inconfundiblemente delicadas. Lo único que no esta claro para Hipo es el color de sus ojos; el no se encuentra lo suficientemente cerca y el reflejo del agua hace que se vean de un tono tan claro y luminoso que parece totalmente imposible.¿Era su imaginación desbocada? Quiso acercarse más y comprobarlo con sus propios ojos. Lo que en realidad deseaba; era reunirse con ella en el agua. Era una idea demente, nacida del extraño efecto que ella estaba causándole, pero si se acercaba mas ella desaparecería demostrando así que después de todo no era tan real.¿Y si no hacia ninguna de las dos cosas? ¿Y si se quedaba allí y permitía que él la tocara? Hipo efectivamente se moría de ganas de tocarla. El sentido común se evaporo, Hipo estaba dispuesto a lanzarse al estanque, cuando la abejita murmuro algo que el no alcanzo a escuchar.De pronto hubo un ruido en el agua y la abejita aferró un objeto caído de… ¿dónde? Hipo se quedó asombrado, entonces ella es efectivamente un duende, un hada que puede invocar algo y hacer que aparezca, e l objeto resultó ser una pastilla de jabón y la abejita empezó a frotarse con la generosa espuma. Ahora la escena era bastante simple: una abeja bañándose en un estanque, la cualidad extraterrena desapareció e Hipo recuperó el sentido. Pero…¿un trozo de jabón que caía del agua solo? Hipo recorrió con la vista la otra orilla hasta que vio al abejorro, o más bien al abejorrito, sentado sobre una roca, de espaldas a la abejita ¿era el guardián? difícilmente podría serlo. Pero no obstante, era evidente que estaba cuidándola. Hipo sintió todo el peso de la decepción que cayó sobre él, ahora que supo que no estaba a solas con la abejita. La presencia de aquel acompañante lo devolvió a la realidad. Tenía que marcharse y como para señalarle la locura que estaba cometiendo con esa perdida de tiempo, los primeros rayos de sol se abrieron paso hasta el pequeño valle, indicando los minutos de tiempo que él había desperdiciado. Repentinamente Hipo se sintió mal, después de haber observado a la abejita y de haberse sentido transportado a lo que parecía un plano fuera de la realidad. La ultima mirada que Hipo le lanzo a la hermosa abeja estuvo cargada de deseo. Rayos de sol caían ahora sobre el estanque, uno de ellos alcanzo a la abejita y le inflamo las alas como un estallido de llamas, con un suspiro, Hipo se volvió. Esa última visión quedaría grabada largo tiempo en su memoria. Cuando Hipo recobro su camino, solo pudo pensar en la abejita. ¿Quién era ella? ¿Podría ser de otro valle? ¿Hija de una reina? Aunque a Hipo eso le resultaba difícil de creer. ¿Qué reina con una hija tan hermosa la dejaría bañarse en un estanque al aire libre? mas bien podría ser una abejita que se encontraba de paso por este valle.Ciertamente la abejita debe estar de paso, pensó Hipo, bañándose en el estanque antes de detenerse en el bosque con la esperanza de encontrar algo de polen. El valle esta lleno de insectos, especialmente por estos lados en donde abundan los tulipanes que atraen a las abejas ¿Quién es ella; podría él saberlo alguna vez?El deseo de regresar al vallecito y averiguar quien era ella fue muy fuerte, pero el lugar a donde el se dirigía a buscar comida estaba a la vista y ahora la niebla se había despejado y a lo lejos, en la cima de una colina podía verse el lugar que buscaba Hipo; pero ese día en el recorrido que aun le faltaba Hipo no pensó en su comida; en cambio pensó en una hermosa abejita en un vallecito oculto por los árboles, una mística doncella con la piel nacarada y sus alas como la flama más oscura.


CAPITULO 3
Nani, contempla desde la colina el pacifico páramo, si bien sus pensamientos no tienen nada de pacíficos, madrugadora por naturaleza, ve que el cielo del amanecer se aclara y se siente triste porque le esta prohibido abandonar la colmena aunque sea para un breve y rápido vuelo, con una docena de acompañantes para custodiarla.No es justo; pero nada anda bien en estos días y todo porque las libélulas del norte decidieron, el mes pasado, romper con la paz que había existido durante años entre las dos especies. Durante mucho tiempo atrás Nani había gozado de la libertad que conocía desde niña. Es la primera de las tres hijas de la reina y siempre ha sido tratada con el cuidado digno de una hermosa heredera, hasta que por fin llego el largamente esperado heredero barón. Después de que nació Nell, ella siguió siendo la hija favorita, pero nada más que una hija.Es extraño, pero jamás se ha sentido resentida con Nell, ha amado a su hermano desde el día en que nació. En ese entonces ella era aun una pequeña abejita muy traviesa y terriblemente malcriada pero quedo fascinada con la llegada del pequeño abejorro, el amor que ambos se tienen sorprende a toda la colmena, Nell sigue siempre a Nani y Nani lo busca para jugar y divertirse.El temor que ha prevalecido este ultimo mes es desagradable en extremo y a traído toda clase de cambios en la vida de Nani; la perdida de libertad es, entre otras cosas, lo que más le molesta, además de las discusiones con la reina madre, ¿Por qué tienen que pelearse, acaso ella hace mal en querer casarse con alguien a quien ame de verdad y no con cualquier abejorro de otra colmena solo por conveniencia, como lo quiere la reina madre? ¿Acaso es culpable ella de no haberse enamorado todavía?Si, cuando ella era aun muy pequeña, se había hablado bastante de un matrimonio que crearía una alianza poderosa con alguna otra colmena y así convertirse en un oponente fuerte para las libélulas que venían atacando periódicamente la colmena, pero hacia ya bastante tiempo que no se hablaba de ese tema y Nani había dado por entendido que le permitirían casarse por amor.

CAPITULO 4

Nani despertó en la hora silenciosa que precede inmediatamente al amanecer, con una vela en una mano, voló sigilosamente desde su dormitorio hacia el dormitorio de Nell situado en un nivel mas bajo. El hogar de Nani es una de las nuevas colmenas que reemplazan cada vez con mayor frecuencia a los grandes panales del antiguo bosque. En realidad, es nada mas, que una colmena fortificada, de sencillo diseño y humilde apariencia, pero muy bien construida; con mas de tres mil celdas, sesenta niveles de altura y pendiendo de una gruesa rama de una Ceiba con mas de un centenar de años de edad; no es tan inexpugnable como un castillo, pero tampoco es tan fácil conquistarla para sus enemigos.Abriendo la puerta de la celda de su hermano, Nani vio que el todavía seguía dormido, pero una rápida sacudida cambio eso y cuando Nell abrió los ojos y se percato de la manera en que Nani lo miraba lanzo un gemido y metió la cabeza bajo la almohada. Ella no lo miraría así, si no tuviese las intenciones de abandonar la colmena.- Vamos Nell? dijo Nani, sacudiéndolo nuevamente.- ¡No!- Estaremos de regreso antes de que salga el sol -insistió ella, apartando las sabanas que le cubrían- no dejaras que yo vaya sola, ¿verdad?, Nell conocía muy bien ese tono decidido y no pudo hacer otra cosa que gruñir-Nada pasara- replicó ella- ahora vamos, deprisa; hoy el viejo Rossi es el guardián de la puerta y esta tan ciego como un murciélago, así que no será ningún problema salir sin que él nos vea. Pocos minutos después, dos pequeños puntos, volaban por el páramo.El cielo ya estaba poniéndose de color rosado pero Nani no se dejo desanimar, aunque su tiempo en el vallecito seria breve, hoy era día de bañarse y ella quería aprovechar la ocasión.- ¿Me acompañaras a bañarme esta vez, muchachito?- pregunto Nani cuando llegaron a la orilla bajo la cual se extendía el pequeño estanque. El agua no debe estar muy fría ¡se le ve tan tentadora!-¿y quien va a vigilarte, ah?- Nell sacudió su cabeza y se sentó en su roca favorita, desde allí podía ver todo el páramo que se extendía desde este lado del vallecito.-Pero este verano no has nadado ni una sola vez y sé que a ti te gusta tanto como a mí. En la primavera dijiste que el agua estaba demasiado fría y después empezaron los problemas.- No debimos haber venido, Nani- dijo él.- Ella sonrió al ver la expresión severa de su hermano.- Te preocupas demasiado, querido. ¿Dónde esta tu espíritu de aventura, eh?Nani se zambullo en el agua, clara como el cristal, emergiendo a tiempo para escuchar a Nell que decía:-¿Acaso te vas a casar, Nani? - Nani cambio el semblante. ¿Podría decidir? La reina estaba firmemente decidida por Wallo; un abejorro de las colmenas del norte, pronto tomaría el mando de todas las colmenas de la región. El abejorro era de apariencia agradable, además no era viejo, sin duda su madre estaba tratando de complacerla en la medida de lo posible, con la elección, para Nani, de un esposo joven y simpático.-Eres muy poco amable al recordarme mi situación, Nell- le dijo a su hermano.
-A ti no te veo haciéndole frente a una situación tan odiosa como un matrimonio con alguien desconocido.
Para evadir un poco el tema, Nell le arrojo el trozo de jabón y Nani entendió que no podía demorarse mucho y empezó a enjabonarse rápidamente.No era justo, no estaba bien, Nell venia con ella al estanque solo porque la amaba, si ella lo metía en problemas a causa de sus caprichos, nunca se lo perdonaría.- Lo siento, Nell, vamos es mejor que regresemos a la colmena antes de que el sol este mucho mas alto.

CAPITULO 5
Esta mañana el día había empezado como de costumbre en el Valle de los Colores, la niebla todavía reposaba acariciando la silueta del piso, los pájaros cantaban y revoloteaban de un lado a otro como tratando de calentar sus alas después de una noche lluviosa y fría, como todas las que habían pasado desde hacia unos días atrás. Hipo, como de costumbre, empezó su día cotidiano a caminar por el valle, hasta llegar al pequeño bosquecillo que se hallaba en lo alto de la colina; un pequeño bosque llamado el Silencio, a donde a Hipo le gustaba ir a buscar comida. Como todos los días después de haber visto esa belleza en el estanque; Hipo sé detenía en un pequeño nido de arbustos, en los que se encontraba fácilmente, una cantidad innumerable de pequeños agujeros por los cuales se podía tener una visual directa de todo el estanque. Se acerco, como siempre, pensando que nunca volvería a verla, había perdido la esperanza totalmente.- ¿Qué diablos espero aquí?- le pregunto a mi mismo, en voz baja.-¡Hmmm!- contesto mi mismo.Las palabras murieron en su boca cuando Hipo se volvió y se encontró de frente a la abejita que lo miraba paralizada como si nunca hubiera visto algo semejante. Hipo se quedó sin respiración, y la visión que tenia delante de si no era real; el delicado rostro ovalado, y los grandes ojos de un color azul notablemente brillante, las líneas de las alas de un rojo tan oscuro que casi era magenta, ¿donde había soñado esto antes?Ella lo miraba fijamente con franca curiosidad, Hipo se quedo paralizado bajo esa inspección, no pudo hablar, si hablaba ella podía desaparecer. Con un súbito escalofrío, comprendió porque se sentía así; ¡era la visión! el hada del agua que había visto en el vallecito, la celestial imagen se había esfumado con el paso del tiempo, pero no había sucedido lo mismo con los sentimientos y sensaciones de él.Ella sonrió cuando el silencio se alargo e Hipo creyó que su corazón se detendría ante el brillo y luminosidad de esa sonrisa; entonces ella sonrió con un sonido dulce y burbujeante.- He logrado fácilmente, en ocasiones, que quien me vea se quede sin habla- dijo evidentemente muy divertida, con una dulce mirada- pero nunca he dejado a nadie paralizado. Hipo se hubiera sentido avergonzado, si cualquiera que no hubiera sido esta visión, se hubiera reído así de él, pero todavía estaba hechizado por la risa de ella y la vergüenza no le importo.- Yo… yo nunca había perdido completamente el habla. Pero ahora que la he recobrado tu me dirás quien eres.- Creo que no lo haré- dijo ella.- ¿Por qué?Nani se encogió graciosamente de hombros y desvió la mirada.- ¿Por que habría de decírtelo?- dijo, mientras volaba un poco para acercarse a los jazmines que tenia cerca.- ¿No eres de este bosque?- preguntó él.- No lo creo.- ¿De donde vienes entonces?- Del norte- fue la evasiva respuesta de Nani.- ¿Tu tienes tu hogar allá?Ella cerró los ojos por un segundo.- Yo no tengo un hogar que pueda llamar completamente mío. Pero... ¿Quién eres tú para hacerme tantas preguntas?- ¿Yo? Yo soy Hipo.-¿Y?- preguntó ella extendiendo la voz para que él continuara.- ¿Y que?- ¿Dónde vives?- le pregunto mientras lo observaba detalladamente. En realidad era algo más que curiosidad lo que él despertaba en ella.- En el valle de los Colores.- Pero ese valle queda muy lejos de aquí; ¿qué andas buscando por este estanque?Hipo calló, no, no le diría que todos los días de las dos ultimas semanas, venia a este estanque con la esperanza de poder volver a ver aquella imagen que todavía tenia en su cabeza y saber si era real o solo una ilusión; una ilusión que tenia hoy precisamente enfrente de él.- Nada- tartamudeo- siempre camino por aquí hacia El Silencio en busca de buen pasto.Nani no supo en realidad por que, pero algo en la mirada de Hipo le hacia saber que estaba ocultando algo, sin embargo, se sentía muy complacida con su presencia, aunque tampoco entendiera por que.Ya empezaba a levantarse el sol y empezaban a extenderse las sombras de los árboles que circundaban el estanque; obviamente el tiempo había transcurrido tan placenteramente para los dos, que no se habían cerciorado de lo tarde que era; ahora ambos estaban hipoponotizados.

CAPITULO 6

La mañana pasa rápidamente, pero Hipo, todavía se demora en salir a caminar; la mayoría de los animales del bosque ya han empezado su rutina diaria, los pocos que quedan son aquellos rezagados que prefieren esperar y aprovechar la mañana para descansar en aquel collage de colores, olores y sabores gracias a la variedad de flores y arbustos que decoran el valle durante gran parte del año.
Sin embargo Hipo se cuestiona a si mismo. Es vergonzoso que esté aún en el valle sin ningún motivo ni razón aparente. El día pasa pero el sigue allí, aguardando, ya debería estar recorriendo sus terrenos, pero aunque no lo admite, guarda la firme esperanza de volver a ver a Nani.
Admite en secreto la verdad, pues cualquier habitante del valle que se entere de la verdadera razón por la que Hipo no ha abandonado el estanque, tildaría ésta escena de ridícula, por decir lo menos, por eso no le diría a nadie la verdad. De todos modos, ahora Hipo piensa poco en sus amigos del valle, aquella abejita ocupa su pensamiento desde que la vio partir por última vez, a causa de ella, no podía dormir, sintiéndose tremendamente solo, preguntándose que ha hecho mal para que aquella doncella que ocupa su mente, no quiera volver a verlo, no puede soportar la soledad, en realidad es a lo único que Hipo realmente le teme. En ese momento, todo lo que desea es verla, con ese fin, mantiene la mirada fija en el estanque donde la vio por última vez ¿Que podría estarla demorando? Hipo empezó a sentirse bastante ridículo, allí estancado, sabiendo que sus amigos se preguntan que le pasa.

Su espera no fue en vano, Nell apareció del otro lado del estanque, tras él, venía un revuelo de una hermosa imagen…enseguida apareció ella. Su pulso se aceleró solo con verla, Nani se volvió y miró a Hipo, enseguida puso una cara de asombro tan evidente que hasta Nell la notó, no podía ocultar su felicidad al ver de nuevo a Hipo.
Ambos volaron hasta él, de frente, obligados a mantener la mirada, Nani se percató de que Hipo cerraba fuertemente la mandíbula. ¿Por que está nervioso? Se preguntó Nani.
- Hola – dijo Nani.
- Hola – respondió Hipo sin ocultar su felicidad.
Eso fue todo, antes de que los demás animales del estanque entendieran, por la mirada de Hipo, que estaban de mas en ese preciso momento y lugar, debe haber sido la misma mirada de Nani, por que Nell se marchó unos segundos después, no sin antes advertirle a Nani que volvería en dos horas para regresar ala colmena antes de que su madre notara su ausencia, Nani solo asintió con la cabeza y Nell se marchó.

Ha pasado poco mas de una hora y los dos siguen hablando, siguen mirándose, sin que ninguno de los dos diga lo que realmente quieren escuchar, sin ni siquiera insinuar con una mirada, con un gesto, lo que sienten cuando están cerca.
Ambos callaron, no encontraron razón alguna para interrumpir aquel silencio en el que sus ojos se buscaban, se encontraron en un mismo punto en el que parece que algo los empuja hacia delante, en el que no solo ella es la única que puede volar.
Hipo se acercó tanto a Nani, que en un momento estuvo a solo unos milímetros de su rostro y antes de que ella pudiera evitarlo ya estaba besándola.

Nani quedó sorprendida, no solo por que era el primer beso que le daban, si no también por la ternura de la caricia, Hipo como todos los de su especie, era considerado habitualmente muy rudo, pero éste roce de labios fue suave y cálido; el cosquilleo de los cortos dedos de el en su cuello se extendió a la espalda; Nani tuvo que esforzarse para recordar que éste individuo era nada mas y nada menos que un Hipopótamo.

- ¡Suéltame ¡- tartamudeó Nani horrorizada de encontrarse en brazos de Hipo.
Hipo mantuvo su cara cerca de ella.
- ¿Te he hecho daño?- preguntó casi avergonzado.
- No.
- ¿Acaso fue tan horrible?-No la dejó contestar, pues le cerró la boca con la suya en un beso que fue diferente al anterior… sutil, pero tan abrasador que Nani creyó que desmayaría. Cuando el beso terminó, Nani se sintió llena de una sensación indescriptible.
Estaba tan relajada, tan cómoda…pasaron unos segundos hasta que nuevamente pudo pensar con claridad; entonces se puso tensa y el terror volvió a invadirla.
Hipo estaba eufórico, Nani había respondido, se había mostrado maleable en sus brazos, permitiéndole abrigar la esperanza de que el no le inspiraba repulsión, como antes lo había pensado.
Después de eso solo hubo silencio, un silencio abrasador que avergonzaba a Nani, esperando a que Hipo hiciera algún comentario, un silencio tan cruel que enmudecía a Hipo, que esperaba con ansias que Nani pronunciara alguna palabra.
- ¡Nani¡- fue el grito que, por fin, escucharon ambos.
- Vamos, es tarde- dijo Nell, antes de tomarla de la mano y marcharse otra vez sin que Hipo pudiera hacer algo para evitarlo.

Y así pasó mucho tiempo, bueno en realidad no creo que haya sido tanto. Los demás animales del valle no podían creer lo que pasaba, no creían que estos dos seres, tan evidentemente distintos, sintieran lo que sentían, como si ambos se necesitaran para vivir. Y así era, se habían vuelto tan necesarios el uno para el otro, como la luz del sol para las plantas, como las estrella para la noche… o como tú para mí. Bien dicen que un rey puede poner a su esclavo donde quiera, puede ponerlo donde le plazca, lo puede vender, lo puede comprar, pero nunca será dueño de sus sentimientos, de su alma, por que al alma de un hombre no pertenece a nadie; ni siquiera a ese hombre. Así Hipo no es dueño de lo que su alma siente ahora, aunque en el fondo sepa que todo esto no debe ser, es incapaz de controlar el latido de su corazón cuando la tiene cerca… no pueden culparlo.


CAPITULO 7

Nani yace tendida sobre una roca lisa, tomando el sol que cae en forma perpendicular a travesando las nubes bajas. El agua sin duda está fría, pero eso no disminuye en lo más mínimo su felicidad. Ha disfrutado intensamente de su baño y ahora está tomando el sol, había pasado mucho tiempo sin disfrutar tanto.
La hora el baño se acerca a su fin y no puede quedarse allí tendida dejando que el sol la acaricie.
-“¿Cómo se sorprendería él si me encontrara así?”- pensó nani.
Ella lo vio en el momento en el que él rodeaba el gran peñasco que hacía que el estanque fuera un poco más íntimo.
-¿Qué pasa?- le preguntó ella extrañada por el paso ligero que traía.
-¿Qué… acaso no puedo estar impaciente por reunirme contigo?- sonrió. Luego se le acercó y puso algo en sus manos.
-¿Qué es esto?- preguntó ella.
- Imaginé que no haz comido nada y te traje algo. Nani se volvió para así poder sentarse de frente a Hipo.
-¿Un poco?- Sonrió Nani al ver lo que había en la bolsa: Un poco de vino, tortas de avena, pastelitos de arequipe.
-Bueno…traje suficiente para los dos.
Comieron y ella miraba el juego de las nubes en el cielo azul, también miraba a Hipo, pues le era imposible dejar mirar a cada momento en la dirección donde el estaba.
Cada vez que lo hacía sus ojos se encontraban con los de él y entonces ella desviaba la vista ruborizada; resultaba ridícula la forma en que sus ojos eran constantemente atraídos hacia él, era como si tuvieran voluntad propia. Parecía irreal todo lo que sucedía, enmarcado por un implacable silencio.
El pulso de Nani se aceleraba cada vez que sus ojos se encontraban con los de él, sentía calor en las mejillas bajo la mirada constante de esos grandes ojos grises. Por fin Nani rompió el silencio.
- Creo que debo regresar- Era extraño, pero Nani últimamente salía sin la compañía de Nell, aunque era obvio la razón de fondo. Hipo todavía no tenía intenciones de marcharse, hacía mucho había decidido dedicarle éste día a Nani. Era necesaria mucha fuerza de voluntad para mantener la distancia.

Nani se levantó para lavarse las manos y se arrodilló al borde del agua, la roca era demasiado alta y tuvo que tenderse sobre ella para alcanzar el agua; en el momento en que Nani metió sus manos en el agua, Hipo se tendió muy cerca de ella, reposó su costado contra el de ella y tomó agua. Nani supo que debió quitarse inmediatamente, pero algo la detuvo; por alguna razón no le fue posible moverse, Hipo levantó una mano y la llevó lentamente a los labios sin dejar de mirarla a los ojos.
Sin apartar la mirada, empezó a tomar las gotas de agua que escurrían de los dedos de Nani; un cosquilleo ascendió por los brazos de ella y le recorrió la espalda mientras el se acercaba cada vez mas. Rápidamente hipo desapareció la distancia que los separaba, se inclinó sobre ella y la besó con suavidad, acariciando lentamente sus pequeño labios.
Si Nani hubiera querido detener lo que estaba sucediendo, lo habría hecho;
pero ya no pensaba claro, ya no era dueña de su voluntad, tampoco sentía miedo, tan solo una extraña oleada de calor que recorría todo su cuerpo y le causaba placer. Nada que la hiciera sentir tan bien podría ser tan malo para detenerlo. Esas manos grandes y fuertes se movieron sobre sus mejillas, su cuello y sus brazos, mientras no dejaba de besarla
-¡Detente¡…- la voz de Nani no fue mas que un susurro y al mirarla, el sonrió con una expresión de ternura, dejando ver claramente en esa gran boca un par de grandes colmillos cuadrados. Hipo dejó vagar sus ojos sobre la cara de Nani, admirándola nuevamente; la boca de él se cerró otra vez sobre la de ella y nuevamente ella sintió que estaba perdiendo el control; el la dominaba, la privaba de aliento… de voluntad.

Entonces el soltó la mano y la mano instintivamente fue a su cuello; la mano de él reaferró sobre su espalda, la gran mano moviéndose sobre su espalda, explorando, apretando suavemente, tocando donde nadie había tocado antes, la llevaba mas allá del punto en donde ella pudiera protestar.
Hipo deslizó sus labios hacia el cuello de Nani y cuando la besó suavemente ella gimió y se estremeció. El movió sus manos detrás de la espalda, levantándola, Nani estiró sus manos y sutilmente acarició su enorme cara.
-Deja de lado todos tus temores, Nani- dijo el respirando con dificultad, la volvió a besar y un cosquilleo se difundió por todo el cuerpo de Nani. Si el quisiera aprovecharse de ella lo habría hecho. Pero ¿y si no era así?
¡Que maravilloso pensar que lo que estaba sucediendo en ese momento era obra de los dos ¡
El la estrechó fuertemente con sus brazos; enseguida la besó con increíble ternura; fue igual que aquel día por primera vez en el estanque, los pensamientos la abandonaron y una sensación nueva la dominó; le parecía estar flotando, liviana como una pluma, sostenida solamente por los brazos de él, su pequeño cuerpo se elevaba hacia el cielo y subía…y subía.

Nani no sabía cuanto tiempo había transcurrido realmente, estaba ahí, ante los ojos de alguien diferente a ella, realmente diferente y ella no sabía si debía rendirse al calor que la atravesaba o luchar para escapar, pero la decisión no era realmente suya; su cuerpo tenía el control pero no la voluntad, su sangre hervía, sentía una necesidad que no comprendía, un deseo indescriptible de tenerlo a él mas y mas cerca. Lo que siguió… basta con describir que recorrió todo su cuerpo con una ternura tan delicada que, en ocasiones, para Nani era como una tortura… hasta que explotó en una sensación indescriptible que nunca había experimentado, tan desconocida para ella, que por un momento pensó que todo esto había sido un sueño; pero se dio cuenta de que era realidad al encontrarse otra vez de frente con esos enormes ojo grises que reflejaban su cara. En ese preciso momento se dio cuenta de que ya no tenía escapatoria, era muy tarde para detener ese torrente de emociones que sentía cuando estaba cerca de él y él ese día entendió que había una razón por la cual valía la pena vivir…o morir; pero… ¿los demás lo entenderían?

Ese día Nani se levantó temprano, la verdad fue que no logró cerrar los ojos en toda la noche, bueno digamos que sí los cerraba en ocasiones, pero era en vano tratar de conciliar el sueño, pues solo podía ver y recordar todo lo qué había pasado en tan pocos días de conocer a Hipo y no lograba encontrar una razón verdadera que le explicara como había logrado ser tan feliz en tan poco tiempo y con alguien tan diferente.

- Debí saber que te encontraría aquí, ahora que no puedes salir a pasear debido a la niebla de la mañana -. Nani se volvió, vio al primo de su madre y le lanzó una mirada de fastidio. Era Balián, un abejorro de las tierras del sur, que la había demostrado a la reina madre las intenciones de hacer a Nani su esposa.
- No me gusta que andes siguiéndome los pasos, Balián. – Dijo Nani, volviéndose de espaldas para ver el amanecer.
- Te he pedido que no me llames Balián.
- Señor Balián, entonces.- Nani se encogió de hombros, empezaba a detestarlo intensamente, fuera primo o no.
- ¡Oh Nani, eres una abejita muy dura de corazón, pero no te equivoques; yo solo cuido tus intereses.
- ¿ Cuidar mis intereses es decirle a mi madre que yo debería casarme ahora y contigo?. -preguntó ella con brusquedad – ¡yo no lo pienso así primo, yo creo que en realidad lo que tu estás cuidando son tus propios intereses, pero eso no te servirá de nada, por que yo no me casaré contigo!
- Yo no estaría tan segura de eso Nani – replicó fríamente Nani. Ella soltó una carcajada que sonó totalmente carente de humor. Balián ignoró el evidente rencor que ella le demostraba.
- La reina está de acuerdo con nuestro matrimonio.
- Tu siempre pareces olvidar que yo no te quiero – respondió Nani sin alterarse aún.
- Te lo he dicho las veces necesarias, te lo dije éste año, te lo dije el año pasado y el antepasado también y te lo digo ahora y espero que sea la última vez que tenga que hacerlo; yo no te amo y no quiero un esposo por simple conveniencia.
- ¿Entonces prefieres casarte con cualquier otro que no sea de tu familia? – preguntó Balián con un tono bastante fuerte.
- ¡Así no fuera de mi misma especie, con tal de amarlo! – respondió Nani mirándolo fijamente a los ojos y con un tono aún mas fuerte que el que había usado Balián para preguntarle.
- Ah, ¿entonces es cierto? – replicó Balián con una sonrisa burlona, pero llena de ira.
- ¿A que te refieres? – le preguntó Nani muy intrigada.
- A lo que todo el mundo murmura, pero nadie se atreve a decir abiertamente y mucho menos a la reina - Nani se quedó paralizada, ¿estaría Balián jugando con ella? , de hecho no, Nani podía ver en sus ojos que Balián sabía de que hablaba y mas aún, sabía de quien estaba hablando.
- No te sorprendas querida prima – dijo Balián girando ciento ochenta grados en sus talones.
- Yo se que andas últimamente con alguien muy diferente a ti…y a mí; también sé lo que implicaría decírselo a la reina madre; no me provoques Nani, no me provoques. – fue lo último que dijo Balián antes de salir volando de la celda de Nani.
Nani quedó pasmada, la forma en que Balián la había enfrentado no era nada mas que el prólogo a un gran lío que se formaría si su madre se llegara a enterar de toda la verdad.

El día transcurrió lenta mente, bueno eso le pareció a Nani; dejo que pasara toda la tarde, con gran impaciencia, esperaba a que llegara la noche y escaparse de su casa para encontrarse a Hipo y contarle todo lo que pasaba.
Llegó la noche y con ella la oleada de frío y niebla que envuelve todo el bosque pero eso no es impedimento para que Nani haga lo que cree que debe hacer. Voló mucho tiempo a través del espeso bosque, en la oscuridad y sin importarle el peligro que corría a esa hora en el bosque. Después de poco menos de un a hora llegó al Valle de los Colores y se dirigió a orillas del Río Claro, en donde sabía que encontraría a Hipo.
Fue tanta la fuerza con la que Nani se aferró a Hipo, que el pobre se despertó de un brinco asfixiado de la presión que sentía en el cuello.
Abrió los ojos y lo primero que vio fue el rostro de Nani pegado al suyo que estaba mojado debido a las lágrimas que bajaban por su rostro.
- ¿Qué pasa muñeca?- preguntó Hipo en forma sigilosa.
- No quiero perderte – respondió Nani en un murmullo que se perdía vagamente, mientras que abrazaba con mas fuerzas a Hipo.
-¿Y porque habrías de perderme? – respondió Hipo dejando escapar una pequeña sonrisa tratando de tranquilizar a Nani, pero fue en vano.
- ¿Qué pasa? – preguntó Hipo, presa ya de los nervios – habla ya que me tienes preocupado; sabes que siempre estaré contigo , que haré lo imposible para que nadie pueda separarnos, que doy todo por ti, si así lo precisas.
- Ya lo saben en la colmena – dijo Nani, un poco más tranquila.
- ¿Saben?, ¿saben que?
- Lo que pasa entre nosotros.
- ¿Y?
- ¿Como y ?... acaso no sabes que mi madre quiere casarme y que nunca estará de acuerdo al darse cuenta de mi relación con tigo.
- No te preocupes, sabes que no permitiré que me separen de ti, por mas indefensa que me sienta – le dijo Nani mientras secaba con sus manos una pequeña lágrima que bajaba por la mejilla de Hipo.
- ¡Hablaremos con tu madre!
- ¡No ¡ - respondió Nani con una indiscutible expresión de asombro – Ni lo pienses, no la conoces ni creerías la forma en que sería capaz de tratarte solo con verte.
- No te dejaré sola enfrentando una situación que es de los dos, ahora vete.


CAPITULO 8

Nani se despertó encontrándose sola. Se sentó en la cama pero no tuvo voluntad para hacer nada más que eso. Siguió allí sentada; le dolían los ojos porque había llorado toda la noche hasta quedarse dormida, todo el cuerpo le dolía por los sollozos desgarrados que le habían sacudido terriblemente. Algo inútil, llorar no cambiaría nada y ciertamente no la hacía sentir mejor. Miró por la ventana el cielo gris, oscuro, con nubes; como presagiando lo que iba a ocurrir ese día; era temprano e Hipo aún no llegaba, pero no dudaba que lo haría.

- ¡Señora¡- un grito estremecedor recorrió el vestíbulo que llevaba al gran salón de la reina, la reina abandonó su contemplación del fuego. Uno de sus abejorros guardianes cruzaba volando el vestíbulo dejando un rastro de agua por donde pasaba; el pobre se había empapado completamente debido a la tormenta. Traía el casco torcido, gotas de agua corrían por su barba roja y sus cejas pobladas, sus piernas flacuchentas y blancas, temblaban sin parar debido al frío, en su mano izquierda traía la lanza de dotación que bailaba de un lado a otro gracias al temblor que lo azotaba.
- ¿Hace un poco de frío afuera, no?- preguntó la reina en tono sarcástico.
- Así es, señora- admitió el guardián.
- ¿Qué quieres?- preguntó ella.
- Alguien quiere verla, señora.
- ¿Quién, quieres decir que alguien se atrevió a salir en medio de ésta tormenta solo para verme?... debe ser importante – dijo ella – y quien es?- preguntó.
- Es alguien de las tierras bajas que insiste en hablarle.
- ¡Hmm!…está bien, lo atenderé solo por cortesía ya sabes que no me gusta atender a nadie sin previa cita y mucho menos cuando solo vienen a pedir favores hazlo pasar. El pobre viejo se quedó mirando a la vieja con una expresión de terror.
- ¿Qué pasa, acaso no escuchaste?
- _ No…no…no puedo- tartamudeó el guardián – es que no…no… cabe.
- ¿Qué quieres decir con que no cabe?- preguntó ella.
- Es…es un hipopótamo, señora.
- ¿Que… y que hace aquí?
- No se.
La curiosidad de la reina se agudizó.
- Muy bien, iré a averiguarlo yo misma – dijo la reina mientras caminaba en dirección al vestíbulo.
Cuando se asomó, desde la puerta pudo distinguir claramente desde arriba la figura gigantesca de un hipopótamo que no se percataba de la cantidad de abejas que lo miraban fijamente sin pestañear. La reina no encontró otra opción que bajar volando en dirección al extraño visitante, no sin antes pedirle a una buena cantidad de abejorros que la acompañaran hasta el lugar.
Cuando Hipo levantó la mirada, entrecerrando los ojos para evitar que las fuertes gotas de agua le golpearan las pupilas, alcanzó a distinguir una nube de abejas que se le acercaban y en medio de ellas divisó una muy especial.

- Sin duda esa debe ser la reina – pensó para sus adentros - …bueno, lo que fue, fue.
¿Qué hace un extraño visitante como tu por éstas tierras y mas aún… porque exiges mi presencia? – preguntó la reina en un tono bastante desafiante, que verdaderamente extrañó a Hipo, pues esperaba que ésta conversación empezara en un tono mas amable.
- Soy Hipo – dijo.
La reina, a pesar que era evidente que había escuchado bien, no se inmutó, solo siguió mirándolo a la cara de una forma mas que petulante.
- Y vengo a hablarle de Nani, su hija.
- ¡Yo se quien es mi hija! – replicó.
La cara de la reina cambió, rápidamente su ceño se frunció y tomó aire.
- ¿Qué tiene alguien como tú, para decirme de mi hija?- preguntó la reina haciéndole entender que quería una respuesta rápida y clara. Hipo respiró profundo sin dejar de mirarla fijamente a los ojos.
- ¡Oye, estoy a punto de perder la paciencia con tigo¡…por última vez, ¿a que, haz venido?
Hipo tragó con dificultad.
- La amo.- dijo suavemente…un silencio horrible envolvió toda aquella escena. La reina no dejaba de mirarlo fijamente a los ojos, los guardias escuchaban asombrados murmurando entre ellos.
- ¡¿Qué?!- fue la exclamación de la reina.
- Lo que oyó, señora – dijo Hipo sintiendo como su corazón palpitaba rápidamente.
- ¡Basta¡ - gritó la reina. -¿Acaso estás loco?
- ¡No!- respondió Hipo - ¿por qué le parece una locura?
-¡No tengo por que darte explicaciones, ésta conversación no tiene sentido, es todo lo que necesitas saber, además Nani ya tiene prometido.
-¡Un prometido que usted le impuso! – replicó Hipo.
-¡Un prometido de su misma especie¡ - gritó la reina, acercándose cada vez mas al rostro de Hipo.
-Quiero a Nani, simplemente la quiero. La cara de la reina se puso aún mas roja y sus ojos despidieron llamas.
-¡No puedes tenerla a ella¡ - dijo.
-Ah, bien, ¿pero sabe?, ya la tengo – contestó muy sereno – por que ella también me quiere.
La reina pareció derrumbarse; desvió la mirada.
-No lo creo, repuso fríamente la reina.
-Me quiere, - y vengo a pedir su aceptación.
-¡Eso nunca¡ prefiero ver a mi hija con el peor de mis zánganos, a verla con alguien tan diferente.
-¿Con que ese es el problema? – preguntó Hipo con la cabeza inclinada y desconsolado al encontrarse con una razón tan grande como ineludible…nada podía hacer.
- No tenemos nada más que hablar y espero no volver a verlo de nuevo por éstas tierras. – dijo la reina antes de emprender el vuelo de regreso a su colmena; dejando a Hipo con la cabeza agachada, soportando, sin importarle, la fuerza con la que gotas de agua que golpeaban su lomo …solo se quedó allí, sin que nada le importara. De pié, en el mismo lugar, con la misma mirada clavada en el suelo, permaneció por una hora; luego giró en dirección al sur y camino, caminó muy despacio sin levantar la cabeza, hasta que su figura redonda desapareció entre los arbustos que se fugaban al final del sendero que conducía a las tierras bajas. Solo en ese momento salió Nani de entre las ramas de bambú que la escondieron mientras contemplaba toda la escena.

A la mañana siguiente ni siquiera Nell pudo arrancarla de su depresión. Nani permanecía en el gran salón de la colmena que servía para celebrar las no pocas fiestas que llevaba a cabo la reina con las colonias vecinas. Sentada junto a la chimenea, sin ver nada de lo que sucedía a su alrededor, todo lo que podía ver era la escena que había contemplado el día anterior.

Era casi medio día cuando logró escuchar una voz, una voz que ella despreciaba; Balián estaba sentado frente a ella con una expresión de soberbia, obviamente el sabía lo que había sucedido, es mas, Nani estaba segura de que el había tenido mucho que ver en la reacción que había tenido la reina.
-¿Dijiste algo? – preguntó muy tranquila Nani.
-La pregunta que te hice es que si todavía no estás dispuesta a casarte conmigo – dijo Balián.
-Ah, ¿Fue solo eso? – Nani volvió a reclinarse en el espalda de su silla.
- ¿Por qué iba a hacerlo, acaso no tengo todo lo que puedo desear…alguien que me ama y a quién amo de verdad?
Balián entrecerró los ojos ante la dura réplica.
-¡Ilusa¡ - gritó Balián - ¿Acaso no puedes entender que solo te permitirán casarte no alguien de tu misma especie?, no lo olvides tu única opción soy yo – repuso Balián antes de salir volando del gran salón por la arcada que conducía a la salida del castillo.
Nani estaba desesperada, aunque no quisiera admitirlo, el tenía razón y ella debía encontrar alguna forma de solucionar ese “pequeño” problema para así poder tener aunque fuera la mas remota esperanza de volver a ver a Hipo.


CAPITULO 9

Nada podía mitigar la sensación de desconsuelo que envolvía a Hipo; nada podía borrar de su memoria las palabras que la reina le dijo, no había nada que pudiera hacer para remediar de alguna forma su dolor. Solo permanecía allí en el estanque, pero ésta vez, era el quien se encontraba sumergido allí, había pasado toda la mañana en el mismo sitio, sin importarle el frío del agua, sin importarle nada. Solo, bajo el agua, sin que nadie en el bosque notara ese par de ojos grandes que salían sutilmente hasta la superficie del agua, inmóvil, rodeado solo por las hojas que flotaban en el estanque, buscaba desesperadamente una solución; aunque sabía que la única solución era la vieja Ibelín.

Ibelín era una vieja lechuza del bosque, era la única que vivía de tiempo completo en el valle de Messina; el menos poblado de toda la región, debido a sus bajas temperaturas, sobre todo en las noches lluviosas que eran muy comunes en el valle. Su cara armonizaba con su voz; la vaga sonrisa, sus ojos castaños, su sabiduría, en realidad era al único habitante del bosque a quien todos respetaban. Se contaban muchas historias respecto a la vieja Ibelín, algunos la tildaban de hechicera, pero todos coincidían en que era la más sabia de todas las tierras altas y bajas.

Hipo emprendió el camino al Valle de Messina, aunque ya el sol empezaba a levantarse sobre el bosque, no le importó que tuviera que soportar las altas temperaturas del medio día.
Tardó poco más de seis horas para llegar solo a la entrada del bosque, sabía que tenía unos quinientos metros desde la entrada hasta el medio del bosque. Ya se empezaba a ocultar el sol y empezaba a caer la noche fría y húmeda, sin titubear empezó a sumergirse entre la selva húmeda. En pocos minutos llegó al centro del bosque; una inmensa Ceiba se levantaba a unos cincuenta metros del suelo, como un gigante guardián del bosque; no supo en realidad porque, pero Hipo se dio cuenta que había llegado al lugar indicado, solo en un majestuoso árbol como aquel tan impenetrable por sus gigantescas ramas y con mas de un centenar de años podría vivir la vieja Ibelín.
Hipo se detuvo, en el silencio de la noche solo podía escuchar su propia respiración y el fuerte latido de su corazón que se había acelerado extrañamente al llegar al valle de Messina, solo él sabía por que.
Unos cuantos minutos después, Hipo sintió un inmenso escalofrío escuchando un fuerte aleteo sobre su cabeza, Hipo levantó su mirada y se percató, sin sorpresa alguna, de la silueta que se dibujaba en la rama mas baja del árbol… era la vieja Ibelín.
-Vaya, vaya, agradable sorpresa trajo la noche, de nuevo por aquí - dijo .
De hecho, ese oscuro, húmedo y frió bosque había sido el escenario de aquel horrible suceso que Hipo no había podido borrar de su memoria, aunque en ese entonces solo tuviera unos pocos meses de nacido.
-Así es – repuso hipo mirando a su alrededor como volviendo a vivir aquella noche en la que perdió a su madre.
-¿Y como estás? – preguntó Hipo.
-Muy bien, pero sorprendida, no pensé que volvería a verte por aquí.
-¿Y tu, que tal?
-Peor, mucho peor que antes.
-No se por que creo que piensas que te puedo ayudar con lo que te agobia, ¿no es cierto?
-Aunque no lo creas te conozco muy bien, se quien eres y que haces, eres la lechuza mas vieja de todo el bosque, la única que lo recorre a plena luz del día sin que le moleste la luz del sol, eres la única que sobrevive a la época de invierno de éste bosque cuando ambos sabemos que no queda alimento en este sitio, eres quien predice las catástrofes naturales incluso ante de que sucedan, incluso, estoy casi seguro que fuiste tu quien me llevó a salvo aquella noche en la que perdí a mi madre, creo que es hora de agradecértelo…te conozco muy bien y e lo que puedes hacer. – Ibelín solo escuchaba algo sorprendida.
- Vengo a pedir tu ayuda.- dijo Hipo, mientras que unas cuantas lágrimas resbalaban por su cara sin que le produjeran vergüenza alguna.
Ibelín se conmovió profundamente al encontrarse con aquella escena.
-Quiero que me conviertas en abeja- dijo Hipo sin levantar la cabeza.
-¿Cómo dices?
-Yo se que lo puedes hacer – replicó Hipo
-Así es, pero debes saber de antemano las consecuencias de tomar una decisión tan radical como esa, además no eres el único que me ha pedido esa clase de favores en estos días.
-¿Sabes cuanto tiempo vive una abeja? – preguntó Ibelín.
- No, y no importa si cambiándome de especie muero muy pronto – dijo y añadió:
-Prefiero sentir por un segundo una caricia de sus manos, un beso de su boca, un roce de su piel o el calor de su aliento por solo un segundo y morir después, a vivir una eternidad sin tenerla…sería una buena muerte.
- No es lo único, Hipo. Una vez que seas convertido en abeja, nunca más podrás dar marcha atrás, vivirás el resto de tus días y morirás siendo una abejita solo puedo cambiarte de especie una vez, sin dar marcha atrás. Sabes lo que implicaría eso?
- Estoy dispuesto a lo que sea con tal de que me conviertas en abeja! – replicó Hipo.
Ibelín solo escuchaba no tan sorprendida en realidad, además no podía intervenir en aquello que llamamos “destino”.
-¿Estás seguro? – preguntó Ibelín por última vez antes de desaparecer de una forma mágica.
-¡Seguro!- respondió Hipo buscándola en aquella rama en la que la había visto hacía tan solo dos segundos, ya no estaba.
Ibelín se había ido ya, entonces fue cuando Hipo sintió un fuerte escalofrío y después…nada, solo lo envolvió una especie de miedo que no comprendía, bajó la cabeza y notó algo diferente, ya no estaba esa sombra gigantesca que proyectaba siempre que lo iluminaba la luna, lo que encontró después le aceleró aun mas el corazón, su gigantesco cuerpo había sido convertido en una diminuta forma ovalada con rayas horizontales negras y amarillas, sus patas eran ahora pequeñas y suaves como el algodón, su cabeza pequeña como una semilla de guayaba además……alas, dos hermosas alas que lo hacían flotar en el aire, por primera vez se sentía liviano. Ya nada podía interponerse entre ellos.

No lo pensó dos veces, ni siquiera se acordó de agradecerle a la vieja Ibelín, solo dio media vuelta y voló…voló como nunca antes en la vida lo había hecho, ni siquiera en sueños.

La vieja Ibelín lo observaba, allá arriba, en la copa mas alta de aquella Ceiba, observaba a ese pequeño punto en el que se había convertido Hipo alejarse hasta desaparecer y diciéndose a si misma:
- ¡Que ironías tiene la vida, precisamente ésta tarde hice todo lo contrario; una abejita de las tierras del norte vino para que yo la convirtiera en hipopótamo!







-“¿Crees en el destino?
-No
-¿Por qué?
-Por que no me gusta la idea de que yo no pueda controlar mi vida.”

Texto agregado el 26-04-2010, y leído por 241 visitantes. (2 votos)


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