He oído sabia lengua.
Decir que la vida al tiempo, una vez, de muerte desafio en querella.
Y ella que poco le quedaba por perder, se encontró con el,
Con mil razones y por infinitos daños, lo acusó una y otra vez,
Desamor, olvido, vejez y muerte, fue lo primero que reclamo.
Finalmente se sorprendió al saber que Dios, por entonces juez, a favor del tiempo se pronuncio,
Porque la vida al tiempo, ni una vez lo abrazo.
Desde entonces, es antojo del tiempo,
Corretear delante y en modo tal,
que la tarde amanezca en la noche
Y la noche, a la luz del alba, duerma.
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