Suavemente levanta un poco la cabeza y la inclina hacia el lado izquierdo para escupir aquello que sabe a sangre y que llega a su boca cada vez que tose.
Son las 2:35 a.m.; hace frío en la Vara del Limón, una leve llovizna arrulla a José Manuel que trata de dormir a pesar de las inclemencias de la noche.
Acurrucado junto a su perro para compartir mutuamente su calor corporal espera a que amanezca para buscar algo que comer y calmar así el hambre con la que se acostó la noche anterior, que de no ser por Benitez, ese vigilante de la portería de aquella gran obra de la cual José Manuel no sabe ni como se llama, que le regaló un pedazo de pan y un poco de café caliente en el cual remojarlo para compartirlo con Barón, un perro grande de un color negro profundo en su lomo y que a medida que va bajando a sus patas termina convirtiéndose en café claro, ha sido el único que lo ha acompañado hace dos años, desde que terminó abandonado y a su suerte en la calle cuando por última vez pudo ver a su madre a los ojos; nunca entendió por que fue así, solo recuerda que un día despertó en el regazo de su madre que yacía muerta aún con sus ojos abiertos mirando fijamente el pequeño y esbelto rostro de José Manuel que a sus escasos ocho años quedó solo y huérfano deambulando por las destapadas calles de Anorí sin mas compañía que la de su fiel amigo Barón.
Luego de dos años a aprendido, mas por obligación que por convicción propia, a vivir solo, nunca nadie se preocupó en verdad por él , nunca apareció nadie a quien pudiera llamar familia; una que otra vez le dieron posada en alguna casa del pueblo por unos cuantos días pero no mas. En realidad nunca extrañó a su padre que nunca conoció, en cambio si recuerda a cada noche a su madre generando en su rostro un mirar tan triste que a veces causa pena.
Después de un tiempo de caminar por la región apareció en el sitio conocido como la Vara del Limón, allí se encontró con Benitez, uno de los vigilantes de la obra que desde el primer día le brindó su amistad y le facilitó unas tablas y unas viejas láminas de zinc para que armara un pequeño cambuche en el cual pudiera refugiarse en las épocas de invierno y en las noches.
José Manuel a sus escasos diez años ha aprendido a sobrevivir solo. Como pudo se consiguió una pequeña caja para lustrar las botas de los trabajadores de la obra a su paso por la caseta de vigilancia; en su mayoría todos permiten que José haga su trabajo mas por cariño con el niño que por necesidad, al fin y al cabo todos saben que antes de que terminen la mañana estarán de nuevo con el barro hasta los tobillos; pero ahora que empieza la navidad, José Manuel sabe que los trabajadores de la obra se ven inundados de bondad y que recibirá una que otra moneda extra, sobre todo de uno de los ingenieros del cual solo sabe que llaman Escudero y que le ha sabido demostrar su afecto cada vez que le toca la cabeza y le regala unas monedas, algún regalo o alguna muda de ropa.
Por esta época se realiza en la obra el concurso anual de pesebres, todos los frentes de trabajo hacen un pesebre y para éste año no será la excepción.
En la navidad pasada José Manuel fue uno de los que mas ayudó para que el pesebre de la caseta de vigilancia fuera uno de los mejores, el se encargó de conseguir la mayoría de las figuritas que ambientaban el pesebre, además de hacer unas cuantas casitas de de madera.
Este año es quien mas anhela que empiecen a armar el pesebre, ya elaboró una pequeña figura que hará las veces de María con una mirada clara y un esbelto rostro, igual al que recuerda de su madre.
Esta noche José Manuel trata de dormir acompañado de Barón en su cambuche, pero el dolor que siente en el pecho y en la parte baja de sus costillas es aún mas intenso que ayer, cada vez que tose llega aún mas sangre a su boca, Barón se inquieta y puede notarse su preocupación cada vez que levanta la oreja derecha al escuchar a su amigo toser. José Manuel no se preocupa, hace ya unos meses ha terminado por acostumbrarse a ella, además solo piensa en que mañana, por fin, empezarán a armar el pesebre.
Esa mañana se levantó muy temprano, Benitez aún no llega a hacer el cambio de turno, de todas maneras José Manuel empezó a armar la base para el pesebre, ese día se puso su mejor muda de ropa, la guarda con sumo cuidado con en una caja de cartón con dos camisas y tres pantalones mas que le había regalado el ingeniero del cual a veces no recordaba su nombre pero que bastaba con preguntarle a Benitez por el ingeniero canoso para que enseguida la respondiera con una carcajada diciéndole: - Escudero, se llama el ingeniero Diego Escudero!!!.
Toda la mañana y parte del medio día trabajó tan duro como su cuerpo y su vitalidad se lo permitieron. Terminó de armar el pesebre completamente solo, Benitez y sus compañeros no le ayudaron mucho que digamos, pensaron que si lo dejaban trabajar solo José Manuel se podría sentir aún mas orgulloso cuando escuchara a todos los operarios e ingenieros de la obra decir que este año si ganarían el concurso de pesebres gracias a José Manuel; además si el niño pasaba mucho mas tiempo ocupado podría hacérsele el día mas corto y no tendría tanto tiempo para pensar en lo triste que ha sido su corta vida hasta ahora.
Benitez lo observada silenciosamente, no podría decirse exactamente que pasaba por su cabeza cuando en ocasiones podía quedarse hasta diez minutos mirando fija y silenciosamente a José Manuel mientras trabajaba en el pesebre, lo que si puede asegurarse es que lo inunda un a inmensa tristeza al pensar que un niño como José Manuel tuviera que vivir de ésta manera a sus escasos diez años y sobre todo en ésta época del año en que debería estar disfrutando de sus vacaciones de fin de año y esperando con anhelo el traído del niño dios.
Ya pronto llegará noche buena, falta solo un día; José Manuel ha pasado todo el mes de Diciembre mas enfermo aún que entes, una tos seca le impide respirar normalmente y el dolor que empezó en el pecho ya se ha trasladado también a l a espalda, ya Benitez lo ha notado y le preocupa; aunque por ahora lo único que puede hacer es mantenerle constantemente bebidas calientes, como café o aromáticas para que se mantenga calientito y su tos no agudice con el frío.
Ha pensado en hablar con la Doctora Matilde para que le autorice una cita médica al niño con el Doctor Francisco, pero lamentablemente tendrá que esperar hasta el dos de Enero del próximo año ya que todo el personal, en su mayoría, se encuentra en vacaciones colectivas de fin de año.
Es 24 de Diciembre, por alguna razón y a pesar de estar tan alejado casi de la civilización, se siente en el ambiente una felicidad, una alegría que abraza e inunda a todo el mundo; desde temprano Benitez está escuchando vallenatos, el sabe de vallenatos, pues lo conoce desde que vivía en la costa en algún pueblito de la sabana.
Nota algo raro, son casi las 10:00 a.m. y José Manuel aún no llega hasta la caseta por su café caliente y su pedazo de pan, como ya es costumbre. Benitez sabe que eso no es normal, generalmente José Manuel es quien lo recibe a las 6:00am en el cambio de turno; además, Barón, ya se ha levantado, lo sabe por el charco de orines que deja cada mañana en la esquina de la caseta de vigilancia.
-¿Donde andará? – Se pregunta Benitez mientras observa cuidadosamente el pesebre; de verdad que quedó bonito, las pequeñas casitas hechas cada una por las manos de José Manuel con palitos y pedazos de cartón, los arbolitos hechos con ramitas de matitas arrancadas en alguna parte, pero indudablemente lo que mas le llamó la atención fueron las figurillas, reyes magos, ovejas, burros, bueyes, pero especialmente la pequeña figurita de la virgen María; era tan real, su rostro reflejando un inmensa paz, sus ojos claros, pero con una mirada triste y profunda.
José Manuel se acercó a Benitez un poco después del medio día, la mirada perdida, esas grandes ojeras y su evidente palidez eran testigos de la mala noche que pasó.
Su camisa a cuadros verdes con rayas azules con blanco que alguna vez le regaló Escudero, tenía una mancha de sangre en el lado superior derecho de la parte de adelante; sin duda se había quedado dormido dejando salir de su boca la sangre que se acumulaba en ella al toser inconcientemente. Benitez lo notó muy mal, estaba preocupado, tanto, que pensó que sin duda el 26 lo llevaría al médico así tuviera que correr con los gastos de cuenta de su bolsillo.
Son las 6:50pm del 24 de Diciembre; en seis horas nacerá el niño Jesús; Benitez se ha quitado su uniforme y se pone la ropa nueva que tiene para la noche de hoy, sin duda terminará festejando hasta bien entrada la madrugada en “El Semáforo”.
Al salir toma un pequeño paquete de su guarda ropa, se acerca a José Manuel y se lo entrega diciéndole:
-Aquí te dejó el niño Jesús, dice que como esta noche tiene tanto trabajo te lo ha dejado más temprano que a los demás niños.
Luego levanta al niño con un fuerte abrazo y besándolo en la frente le dice:
- No te preocupes, todo va a salir bien.
- ¿Cómo? – Pregunta José Manuel
- - No lo sé, es un misterio.
Son la 11:45pm del 24 de Diciembre; Juan José está sentado en frente del pesebre observándolo, con el balón bajo sus piernas que le mandó el niño Jesús con Benitez.
Mira el pesebre preguntándose como es que el niño Jesús le ha podido mandar su regalote tan pronto si todavía no ha nacido.
El dolor en su pecho es aún mas fuerte, no ha intentado ni siquiera levantarse del lugar en el que lleva mas de una hora sentado debido a que con el mas mínimo movimiento el dolor aumenta vertiginosamente y mucho menos ha intentado jugar con su balón nuevo.
José Manuel se queda mirando fijamente la pequeña figura de la virgen María que el mismo elaboró pensando en su madre. El dolor se agudiza, José Manuel mira perplejo el rostro de la virgen que ahora lo mira directamente a los ojos…una sonrisa esboza del rostro de la pequeña figurita, José Manuel se siente extraño aunque no siente miedo, por el contrario, siente una inmensa felicidad; siente mucho frío y como si se elevara del piso, de pronto se encuentra inmerso dentro del pesebre, acurrucado en el tibio pecho de la virgen y mirándola a la cara descubre en ella el mismo rostro de su madre. Ahora ya no siente dolor, ni frío, ni hambre, solo una inmensa paz…son las 12:00pm del 24 de Diciembre, ha nacido el niño Jesús.
Son la 6:00am del 26 de Diciembre, Benitez llega como de costumbre a cumplir su jornada laboral; lo primero que hace después de cambiarse es buscar a José Manuel incesantemente, grita su nombre varias veces sin respuesta alguna; preocupado se sienta frente al pesebre e inconcientemente su mirada se pierde entre las pequeñas figuritas que lo componen; nota algo raro, dos figuritas nuevas, un pequeño niño con camisita de cuadros verdes con rayas azules y blancas que parece estar jugando feliz con un pequeño balón y un perrito negro y café que Benitez, podría jurar, que lo escucha ladrar a las ovejas, son dos figuritas muy diferentes a las demás, indudablemente no estaban en el pesebre la última vez que lo vio el 24 de Diciembre.
Benitez se queda pensando unos segundos y luego en voz baja y con su peculiar sonrisa susurra:
- Te dije que todo iba a salir bien…José Manuel.
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