Rodeada de la diversión y los juegos. Suspendida en lo alto. La piñata mira como a su alrededor, retozan los niños. Sintiendo en su corazón el goce de la felicidad. Por estar rodeada de tanta alegría.
Porque hoy, cumple años Sofía. La niña que con tiernos cuidados y la ayuda de su madre, la habían creado para esta ocasión especial. Con forma de estrella, alegres colores y listone de blanco, verde y azul en cada una de sus puntas. Con cuidado y mimo la envolvió en papel mache de rojo, blanco, azul, y mientras se secaba durmió en el cuarto de Sofía.
A la mañana siguiente, la piñata observo como la familia comenzaban con los preparativos de la fiesta. Con cuidado y mimo, llenaron la piñata con caramelos, chocolates, bombones y de más golosinas de brillantes y alegres colores.
Con mucho cuidado, se le ato una cuerda, y, con delicadeza fue alzada de un cable que colgaba en el centro del pateo. La piñata, no cabía en si de gozó. Pues no solo había nacido entre cuidadosos tratos y mimos. Sino que se le había dado el mejor lugar de la fiesta. En lo alto, podía ver a los niños jugar, y corretear.
El griterío de los chiquillos. Saco de su ensueño a la piñata. Los vio reunirse debajo de ella. Un rumor corrió entre los niños mentías se acercaba Sofía y su madre. Con soledme paso se acercaron. Sofía sostenía entre sus manos un palo envuelto en papel mache de color rojo y azul. Una brisa repentina hizo bailar las cintas de colores de la punta de la piñata.
La piñata sintió como lentamente la colocaban a la misma altura de la niña. Esta, la miraba con dulzura. Una leve brisa soplo en el patio haciendo bailar los oscuros rizos de la pequeña. Levanto el palo sobre su cabeza. Los niños contuvieron el aliento en anticipación del gran momento
El golpe resonó entre los gritos de alegría de la muchedumbre. Un nuevo golpe se estrello contra el duro cuerpo de barro. El golpe fue seguido por una nueva aclamación del los presentes que al ritmo de dale, dale, dale, no pierdas el tino preceden a un nuevo golpe de la niña.
Un golpe más, falla. La piñata se balancea de un lado al otro. Los niños ríen y exaltados cantan. Un nuevo intento; da contra uno de los conos desprendiendo uno de los listones que se enreda en la vara.
Entre gritos de alegría, con terrible dolor, una punta de la estrella es arrancada. Los niños pelean por ella, y el más fuerte, la lleva como sombrero. Petulante y engreído, vuelve a la fila; esperando impaciente su turno.
Golpes tras golpes recibe. Sube y baja y vuelve a subir, la piñata oscilando sin control. Al son de “dale, dale” manos ansiosas buscan sujetarla; baja y sube y vuelve a bajar. La desgraciada.
Su cuerpo se rompe. Roto en pedazos. De entre las grietas, asoman los tan deseados dulces. Con un chasquido del bastón, vuelan por los aires. Un grito de alegría cruza la multitud. Los niños se amontonan en el suelo, tratando de tomar algunos.
Suspendida, se balancea los restos adoloridos, quebrados, de la piñata. La olla rota, sin una de sus picos, ya sin listones que ondeen al viento. Triste, mutilaba, espera en lo alto. Por solo un segundo… espera.
Sin aviso. La piñata cae al vació. Precipitándose contra el suelo. Un agudo crujido al dar contra el piso saca a los chiquillos de su frenesí. Olvidan los dulces del suelo y miran a la olla rota, la miran con ansias, les toma algunos instantes en reaccionar incrédulos; el objeto de su deseo esta por fin a su alcance.
Decenas de ansiosas manos cayeron sobre los restos maltratados de la agonizante piñata. Su cuerpo herido, quebrantado, es despedazado. Poniendo al descubierto el deseado botín que guardan sus entrañas, escarbando en su interior, los niños obtienen las ansiadas golosinas.
Ninguna criatura se queda sin su parte. Los conos que formaban las puntas de la estrella, son usadas como espadas o sombreros de magos y princesas. Los listones de colores, llevados por el viento, vuelan alrededor del local hasta enredarse en las ramas de algún árbol o acabar debajo de una silla
El polvo de la contienda lentamente se dispersa. Al darse cuenta de que ya no hay dulces, los niños pierden pronto el interés. Algunos todavía buscan entre los pedazos algún dulce olvidado. Aun estos últimos terminan por convencerse de lo inútil de su esfuerzo, corren para continuar con sus juegos.
La madre de Sofía llama a los niños para cantar “feliz cumpleaños” y partir el pastel. Mientras, una de las tías de Sofía, sin reverencia alguna, levanta los pedazos de barro y papel mache que formaban la piñata y los lleva lejos del patio de juegos.
Reunidos todos, alrededor del pastel. Cantando feliz cumpleaños. Los niños esperan ansioso a que la niña apague las velas. Su madre, y sus tías dirigen el coro mientras su padre toma fotos y uno de sus tíos graba en video este feliz momento.
Mientras tanto, en un rincón del patio, en soledad. Los restos rotos, vacíos y olvidados de la piñata, esperan tranquilos, en paz, a que termine la fiesta.
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