Hace días perdí en alguna cantina
la mitad de mi alma, la mitad de mi vida, y toda mi esperanza,
ahogando todo mi ayer en alcohol;
No es porque sea la mejor medicina
pero por un instante me ayudo a olvidar cuando no encontraba salidas.
En ese momento creí matar todos los malos recuerdos que me dio y los buenos también, olvidarme sus dulces besos,
su aliento en mi cuerpo,
olvidar sus suaves caricias,
olvidarme del aroma de su piel,
olvidar todo lo que me a él,
olvidarme hasta su nombre y apellido
e intentar convencerme una y mil veces
que todo está bien aunque nadie me crea.