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Hace casi un año lo secuestraron. Y la noticia de su liberación me llenó de gozo renovador.
No me arrepiento, era él o yo; claro que ahora de nada sirve. Eso ya no importa. Verdaderamente importante, creo, es lo que sucedió ese 26 de Septiembre en la noche, en la que murió. Una tropa de sensaciones me invadió y me invade hoy: ese es el motivo fundamental por el que escribo esto.
Me llamaron a las seis y treinta de la noche para informarme que iban a liberarlo. Sin dar reporte a la policía decidí dirigirme hasta El parque del Sol en donde me encontré con un hombre totalmente vestido de blanco, como acordamos por el teléfono, que me dijo: “Vamos hasta la casa azul de enfrente, Doña”.
Cuando entramos ocurrió lo que cambió todo, lo que transformó el amor en odio. Traspasar el marco de la puerta y ver el brillo de los ojos de ese otro hombre, como el reflejo de los ojos de un invidente, fue repugnante y mucho más cuando aparecieron otros cinco hombre igualmente vestidos de blanco. No quiero describir lo que sucedió por vergüenza y temor; están presentes las diabólicas palabras en mí: “Mamita, ésto es parte de precio” “¡Qué cuerpo tan jugoso!” “Le toca al patrón”.
Después de tanta oscuridad teñida de rojo, mil pensamientos de igual esencia al momento pasado, mi mente se llenó de luz.
Cuando vi a Amator desgastado por la desolación casi cargo el llanto, pero fue derrotado por el nuevo sentimiento: el odio.
Innaturalmente salté hasta él y teniendo en mi mano un revolver que era posesión de uno de los secuestradores disparé sin dudarlo dentro de uno de sus ojos, pues ya no tenían su brillo peculiar y, además, lo cubría una manta blanca.
Sí, lo maté; no entiendo por que. Mas supongo que lo maté por vivir en mi egoísmo, o por lo menos la que me hace descubrir lo sucia que soy, desde lo del cuarto: desde el 26 de Septiembre.
Perdóname Madre. Perdóname Dios; dios inexistente y ficticio. Pero perdón.
Ahora quiero estar con él. Compartir el mismo descanso y ver de nuevo el brillo de sus ojos, el mismo brillo por el cual lo maté de aquel 26 de Septiembre.

Texto agregado el 26-06-2004, y leído por 112 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-09-2004 Esta vaina tan cruda y tan llena de tragedia es buena... La paradoja que nos muestra, en escencia, lo que puede pasar al perder el control, lo que puede pasar al dejarnos llevar por nuestra primitividad... Esto tá muy gûeno. lartaror
 
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