Percanta abacanada que en los coches
de pitucos jailaifes te entregabas
olvidando los besos que me dabas
en el peringundín del gringo Troches.

Yo sé que te engrupían los derroches
de los champán frappè que ambicionabas
y los tangos canyengues que bailabas
mientras yo la yugaba por las noches.

Pero al fin una noche en un Pigalle
tenía que llegar tu grand finale
cuando te ví de un dandy entre los brazos.

Te agencié el San Fasón de soplamocos,
me pianté del bulín, rojos los focos,
y el corazón sangraba hecho pedazos.