Nació una tarde, no se si llovía o hacia calor, solo se, que aquel ángel, tan ansiado y querido pedacito de ser, llego a este mundo para, sin saberlo, despertar los mas grandes amores.

Al verla por primera vez resulto un tanto contradictoria su belleza, a primera vista daba repulsión, unos ojos inmensos e infinitamente azules que escudriñaban con una extraña fijación cada rincón de aquél cuarto frió, donde yacía su madre agobiada y adolorida por haberle dado su ser, sus ojos, si, azules como nunca, como el mar, como el cielo, enmarcados por unas largisimas pestañas de color oro. De pronto la hacia parecer como una especie de ser venido de otro planeta, su piel era tan blanca que parecía transparente, dejaba asomar cada vena, no tenia siquiera un cabello y su cuero cabelludo era rojo como si hubiese estado expuesta al sol por horas y con solo 2 kilos 450 gramos era tan minúscula y frágil que todo sus ser pedía a gritos protección.

Cada día, cada hora, cada instante su belleza aumentaba y el amor que la rodeaba era tal que ella se sentía agobiada, al crecer fueron brotándole unos rulos que parecían hilos de oro adornando su rostro, siempre despeinados al descuido como el peor de los lateros pero en ella se veían sublimes. Así era mi niña, tan bella pero a la vez con aquel aire de dejadez, siempre decíamos que era rubia como sol pero llevaba un negro por dentro, le gustaban los colores estridentes, la música alta, reía a carcajadas, tan sonoras y escandalosas que ensordecían, le gustaba comer con las manos, y siempre le pedía a su hermano le trajera una hamburguesa de esas que tenían de todo y mucha salsa porque le encantaba que se le chorreara por la mandíbula, quedaba echa un asco, con solo tres años las devoraba en un santiamén, cual jugador de rugby, aquel inmenso alimento y luego dándose golpecito en su estomago hacia brotar de su boca delicada un gran eructo, cual borracho… tenia costumbres un poco inapropiadas para una damita por mas que la corregíamos siempre salía con una trastada tan ordinaria que no quedaba mas que reír, pienso a veces que lo hacia para redimir un poco la molesta tortura de las personas cuando admiraban su belleza.
Tenia una peculiar manera de dar vuelta al chupón de turno, de colocar cada muñeca y peluche en fila y con ese carácter recio que siempre la caracterizo le daba ordenes estrictas de cómo se debían comportar o que debían hacer, cabe destacar que cada juguete era peculiar por nombrar uno el mas querido y “protegido” una muñeca pelona a la que había arrancado sus piernas y permanecía por orden estricta de su dueña, sucia y sin ropa, pero, como amaba a aquella muñeca, a la que llamaba su mosia, por que en su lengua siempre cambiaba la sonoridad de la palabra cha por la sia o sio, así que su mocha era mosia al igual que la palabra mi vida para ella era vi vida, la forma loca en que se obsesiono por los dinosaurios cuando a cualquier niño les producen terror aquellos monstruos, para ella eran fascinantes y nosotros corríamos a comprar platos, camisas, sabanas, juguetes, todo alusivos a estos bichos mientras mas feos mas fascinantes para ella, creció feliz, siempre rodeada de nosotros cuatro, personas adultas que éramos prácticamente sus súbditos.

Por cosas del destino la inscribimos en ballet solo porque nos imaginábamos lo bella que se vería en un pequeño tutu rosa, era pequeña, solo contaba con cuatro años pero así comenzó, con torpeza en sus movimientos y una gracia infinita que a nosotros nos parecía perfecta, cuando subía al escenario nos iluminaba, aunque solo saliera a escena cinco minutos, nosotros lo celebrábamos como si fuese su debut personal y así ha ido creciendo entre caídas y tutus, entre presentación y ensayos, se ha convertido en una muy buena bailarina pero sobre todo en una excelente mujer….

Para ti vivi de mis amores!!!