Todo le será perdonado porque ha amado mucho»
Gregory siempre había sido un chico solitario, apacible y extremadamente anómalo, se le daba muy bien dibujar, tenia unas manos preciosas, firmes y suaves. Su mirada era cálida y concisa, tenia una sonrisa explicita, si, Gregory, era así, una persona noble y algo infantil, pero atormentado por las burlas constantes que recibia. Todo cambió cuando conoció el amor, lo dio todo, entregó su alma, y su corazón. Su mayor debilidad lo hizo consumir poco a poco, ella era inalcanzable y aprovechada, un demonio perverso que no tuvo reparo en arrancarle las ilusiones y sueños por los que el vivia. Ahora, Gregory no es el mismo, sus ojos se han vuelto malévolos, su sonrisa yace torcida en un gesto insolente, lleva ropa negra, tal como esta su alma, ennegrecida y muerta, enterrada en el último ataúd del desaliento. Sus palabras impertinentes dejan asombrados a quienes pasan a su lado, es un desvergonzado, para que negarlo. No deberían haberle pisoteado de esa manera, ni de reírse de el por su aspecto femíneo. Ahora, su soberbia puede con todo, se ha quedado sin amigos, ahora su única compañera es su harley, donde vuela con ella sin importarle lo que deja atrás. Ha tatuado su recóndito cuerpo con triviales siniestros, formas asimétricas, que parecen llamar a las mismas puertas del purgatorio. Su rostro primoroso esta ahora ahora caricaturizado por sombras negras difuminadas, y trazados marcados como si su esqueleto hubiese sido descubierto. Parecía la muerte en persona, temeroso y espeluznante. Todo su interior se ha transformado en un ser incongruente y viril. Hoy en día, cuando lo veo caminar por la calle soltando miles de jergas con ese acento despótico, ese aire de superioridad y egocentrismo, pienso que aquel ser lóbrego no es nada comparado a como era el introvertido y cándido Gregory, y también, cuando lo veo llorando a escondidas allí, en el siniestro y desértico cementerio, me doy cuenta de que en el fondo, tras esa fachada grosera y disfrazada, aun esta arrinconado, aquel niño que dejo de ser un chaval para convertirse en un problemático adolescente incomprendido. Aquel chiquillo que aun desea con todas sus fuerzas, volver a encontrar la paz y cariño que le había sido saqueado. Pobre chico, nadie le dijo que el amor podía ser tan devastador. ¡es un calavera!, oigo que dice la gente, yo me limito a encogerme de hombros, y pensar dentro de mí: si, un calavera preparado. |