Otro amanecer más. (Y todo seguía igual).

Pensó que necesitaba dar un giro en su vida. Sin trabajo, sin mujer
y con la moral por los suelos. Debía renacer, cómo el ave
Fenix.

Se había pasado los últimos 20 años dedicado a su
profesión. Era médico, y siempre tenía guardia cuando
su família más le necesitaba. Ironías del destino su
hija padecía una terrible enfermedad : CÁNCER. Fué
consumiendose poco a poco al igual que una flor marchitándose. Hasta
que la pobre niña se fué de viaje, para nunca más
volver.

El amor por su mujer y por la vida misma, murió el mismo día
que vió, allá en la lejanía, partir a su hija. Ni si
quiera pudo estar en esos tristes momentos al lado de su mujer.
Inconscientemente la acusaba de ser portadora, geneticamente, de una
enfermedad hereditária que ella sí consiguió superar.

Asi que decidió hacer el último viaje de su vida. Vió
el amanecer desde el balcón de su casa y mirando hacia el cielo,
gritó: "no llores, mi niña que papá ya va a
cuidarte" y sin pensarlo dos veces se arrojó al vacío.