Energía alternativa.
Los combustibles que se creían eternos comienzan a escasear. Las energías renovables no son capaces de abastecer la demanda de toda la población mundial ahora que todo está mecanizado. Los científicos buscan sin descanso fuentes de energía alternativas.
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Se desprendió de las mínimas gafas y acercó su rostro al microscopio. Aquella substancia que reposaba en la lámina de cristal era perfecta. Sonrió levemente y se dirigió al grupo de expertos de bata blanca que esperaban su valoración.
— Señores —, sentenció—. Hay que comenzar con las pruebas de validación. Lo hemos encontrado.
Los especialistas no disimularon su alegría y se felicitaron efusivamente mientras el jefe de laboratorio limpiaba sus lentes y guardaba la muestra en una probeta.
Los análisis, controles de seguridad y evaluaciones de diversa índole se sucedieron durante semanas, durante las que el grupo de trabajadores guardó el secreto de su descubrimiento. Si estaban en lo cierto, si aquella mínima muestra podía irradiar tanta fuerza y liberar tal potencia, podrían copiar su estructura, multiplicarla y utilizarla como combustible. Hacía décadas que el petróleo se había agotado definitivamente. Los gobiernos optaron por las infravaloradas energías renovables, pero estas no lograban satisfacer al máximo las necesidades de las grandes metrópolis. Era imprescindible encontrar una alternativa, y el profesor Streinch estaba convencido de tenerla entre sus manos.
Los ensayos de laboratorio resultaron un auténtico éxito que superó las expectativas de todos. Una vez examinada su estabilidad, resolvieron una emulsión que no anulase las capacidades de la valiosa substancia, pero que sirviera como diluyente de la misma para proceder a su aplicación en la práctica.
Decidieron dar a conocer su descubrimiento en un acto público. Hacía meses que un tren intercontinental descansaba en la fábrica a la espera de algún carburante que pudiese hacerlo funcionar. Tras ponerse en contacto con sus creadores y realizar los ajustes pertinentes en la mecánica del aparato, acordaron utilizarlo para las pruebas. Convocaron a la prensa, representantes políticos de todas las naciones y a todos los ciudadanos que quisieran asistir. Millones de personas se agolpaban en el recinto reservado para el evento y en las calles de cientos de ciudades, pendientes de las pantallas holográficas y las palabras del ingeniero que ideó y bautizó el tren con el nombre de “Cometa”. El discurso, de apenas quince minutos, culminó en una ovación masiva cuando el profesor Streinch volcó el transparente contenido de la probeta en el depósito. El líquido, que no superaba el litro, se expandió por los motores y bombas del interior del vehículo, bañando todo el circuito con su denso vapor. El científico asintió satisfecho a sus colegas. Aquella mañana, con la rezagada estrella gris como testigo mudo de sus hallazgos, el Cometa realizó su primer viaje. Palmadas en la espalda, aplausos, sonrisas satisfechas y contratos millonarios certificaron el éxito del grupo de científicos dirigido por Streinch.
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A miles de años luz, desde el aerolito gris, un ser azulón posaba sus cinco ojos sobre la inmensidad espacial. Con semblante sereno, hacía a un lado los aparatos que le servían para observar el Planeta Tierra y los acontecimientos que allí se desarrollaban en ese mismo momento, superando las barreras temporales y dimensionales que les separaban. Tomó entre sus extremidades una plancha de metal semitransparente perfectamente pulido. La acercó a su cara, y del orifico bucal surgió un apéndice violáceo que se deslizó rápidamente sobre la placa, grabando diversos signos que dejaran constancia escrita de las averiguaciones de aquel ser.
“La raza humana ha superado la escasez energética que sacará al planeta experimental E.MM-17.A, el cual habitan, de su situación crítica. El primer uso que hacen de la sustancia se limita a proporcionar movilidad mediante la evaporación. De avanzar en las investigaciones, alcanzarán la fórmula que muta sus propiedades mediante la aleación con el níquel y el arsénico, logrando abrir, con el tiempo, los pasajes interdimensionales que les salvarán de la extinción. Mandaremos una nave de abastecimiento con más ejemplares del espécimen. Necesitarán más ADN de la criatura walas para progresar en su cometido”.
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