Putas tristezas.
Por
Byron Matallana
Milena. Tan flaca y tan pálida… una bella margarita marchitada; baja despacio con sus pies pequeños de japonesita, con su cuerpo delgado y blanco como el de las anglosajonas, demasiado pálido para ser del trópico, demasiado fornicada para ser pura.
Viven en el barrio “la perse”, allí no roban… es que allí viven todos los ladrones, ha de ser esa la razón por la que camina tranquila y sin afanes hasta llegar a la avenida quinta donde toma el bus que correrá por esta avenida hasta la treinta siete y desciende por el parque nacional y toma la izquierda por toda la carrera séptima donde mataron a Rafael Uribe Uribe dos campesinos ebrios armados de hachas y luego se desvía por la por la calle 61 cruzando la Caracas y la carrera 17 que es donde ella se baja y camina de nuevo… el rumbo… barrio Siete de Agosto, un barrio de putas y de mecánicos.
Es Bogotá y es abril, es un mierdero, es la noche y la puta lluvia que no para, es un maldito paramo plagado de drogadictos y ladrones; y ella hoy es argentina, tiene talento en la cama, una verdadera Venus depravada, tiene las tetas pálidas y los pezones rosados y puntudos y un acento falso.
Franco. Ladrón de profesión, putero de hobbies, en su prontuario: tres venéreas y mucha penicilina, varias puñaladas y dos tiros, uno en la mano izquierda que le recuerda al Cristo de los católicos porque parece un estigma como el de aquel que fue crucificado, otro tiro en la pierna pero ese ya esta desvanecido a pesar de estar adentro rozándole la tibia y el peroné.
Milena y Franco se aman, se fornican, se odian y se engañan. Milena trabaja en el barrio las ferias, alla en el occidente bajando el puente de la sesenta y ocho con sesenta y ocho, donde en época de guerra partidista mataban a liberales y los dejaban en la curva del puente de la zona industrial morato, ella es modista… Franco es vigilante en un bar de la avenida primera de mayo… sí, donde parrandean los pobre y roban hasta a los policías con uniforme… Puffffff una verdadera mierda y un negro embuste; y ambos llegan a casa al amanecer, llegan cansados y culeados y drogados y con ganas de suicidio. Ambos se mienten, ambos están tristes.
Ella usa labial y minifalda, sus nalgas pálidas y redondas y paradas aun no se agotan de ser penetradas, su boca y su gineceo conocen mas penes que el departamento de urología del hospital San José, ese que esta al lado del Bronx.
El. Ha matado y robado a tantos que ya no recuerda la cuenta, solo recuerda su puñal y los gritos femeninos de las mujeres que ha robado y aprovechado para manosear en las tetas y en el “pan”, así con toda la mano y con fuerza hasta lastimarlas, entre potreros llenos de niebla y rocio.
Esta noche es diferente, es martes y es abril, y es de lluvia y el calendario dice que es trece, es un mal día. Bueno, mala noche, ya dice la sabiduría popular que en martes trece ni te cases, ni te embarque ni te vayas a ninguna parte… y aun así Milena sale a putear y aun así Franco sale a robar.
José Fernando, es gay y es amigo de Franco, una vez se besaron en medio de la ebriedad, y fueron felices, pero amaneció y Franco casi lo mata a golpes –te voy a romper la crisma…- recordaba el marica en el hospital cuando le curaban las heridas, pero eso ya es el pasado, más no es impedimento para que el se masturbe pensando en Franco cuando sube al parque Nacional y se esconde en el cerro a robar y a auto satisfacerse.
Esta noche robaron un Honda, viejo y azul, repleto de Cd de vallenato y charranga, salen veloces por toda la circunvalar y escucha un tema que se llama “mujer marchita”, mientras Franco recuerda a las prostitutas que le prendieron las purgaciones –putas malparidas…- se ríe y suelta flatulencias y fuma mariguana para engañar al susto.
Milena ya “bajo bandera”, un mecánico gordo que trabaja en QualityMotos hoy quería internacionalizar su pene, le pago veinticinco “lucas” por un polvo… luego sale a fumar un porro cerca al colegio San Pedro Nolasco escondiéndose de la “tomba” y de Alirio su proxeneta. Vuelve al local, se lo mama a un joven universitario y recibe una llamada de Franco. –Carajo… es Franco…- le comenta a Michelle un travesti negro que es su amigo y confidente.
Franco, esta drogado y aburrido, bajo por toda la calle 53 y luego la caracas para desviarse a el barrio siete de agosto donde van a llevar el Honda a un “deshuesadero” para venderlo por partes, llama a Milena y le dice –Mamita… hoy no tuve turno en el bar, estoy con José Fernando en el siete de agosto, vengase para acá y parrandeamos un rato…- Se aprieta el pene mientras dice lo ultimo y sonríe antes de colgar.
Milena entra en pánico, habla con Alirio, -sí, se me enfermo mi hijo, tengo que irme de urgencias…- no sabe que inventar, no sabe que decir, sufre putamente al tratar de inventar una excusa y ve el mal gesto del proxeneta, llora una lagrima cae por su mejilla ajada de prostituta barata y él termina cediendo antes de decirle que le recupera el tiempo perdido.
Entra al baño, se cambia, hace tiempo para hacerle pensar a Franco que viene en un bus por la calle sesenta y ocho, y veinte minutos mas tarde llega con su labial escarlata donde este que discute con un mecánico sobre el costo de los posibles repuestos del viejo y azul vehículo, finalmente llegan a buen termino y permuta la mitad del precio por un Renault 4 que esta pronto a reparar y se van en el con José Fernando y Milena.
Quince minutos antes…- Franco… esa no es su mujer…- naaaaaaaa dice el, se parece… -se queda pensando… esa es una puta, se dice en la mente, torna su rostro en mascara truculenta pero no dice nada… y hace una llamada a Milena.
Toman rumbo a la Calera, un municipio cercano a Bogotá, en el vehículo un puñal brilla tenuemente por la luz de la luna y un cadáver femenino resbala por el asfalto encumbrado hasta dar a la maleza lateral y se detiene cuatro kilómetros arriba en el mirador donde los dos únicos ocupantes se bajan y se besan mientras miran la ciudad hundida en la bruma.
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