La joven entró al aula vacía y se sentó en el pupitre de adelante.
Estuvo un tiempo sola y luego se fue. Ya había anochecido; mientras se dirigía a los internados Maria pensaba en como odiaba que suspendieran las clases sin que ella se diera cuenta. ¿Qué clase de universidad era esta? ¡Nunca recibían clases!
A veces pensaba en regresar a su pueblo y tomar un descanso, hacia mucho que no iba a su casa y ya ni siquiera veía a sus amigos, desde el accidente no los veía.
Maria era morena, delgada y de unos profundos ojos negros, “la pini” como sus amigos le llamaban – por un profesor que siempre le llamaba por “señorita Pineda”- Desde que llego a la capital se había dedicado a sus estudios y no se iba de juerga con sus amigos, hasta que conoció a Benito quien era un vago por excelencia, como él mismo se clasificaba. En una ocasión Benito la convenció de ir a una protesta, donde se reunirían todas las universidades publicas; una vez allí , la única impresión que se clavó en Maria fue que aparentemente lo único que los “protestantes” hacían era embriagarse y tirar morteros al aire –cosa de ellos- pensó solo tenia que preocuparse que alguien la reconociera en ese alboroto, pero no supo que hacer cuando después de una serie de estruendos vio una marejada de policías que se dirigían hacia donde ella se encontraba, no supo que hacer cuando se vio sola en medio de piedras, morteros, gases lacrimógenos y balas de goma, lo único que sintió fue un golpe en la cabeza, entonces todo se oscureció.
A veces lloraba cuando recordaba aquello y se disgustaba por ello, aunque lo que mas la irritaba ahora era este frío intenso y la niebla eterna de la capital, ya no recordaba la última vez que había visto la luz del sol, era cansado todo esto. Y así se fue a los internados como siempre lo hacia.
A las 11:00pm en punto Juan y Mario se dirigían silenciosos a las últimas aulas de la universidad, cerca de los internados; habían llegado de una de las ciudades del norte del país, su primer año en la gran universidad de la capital y vivían cerca de ella y por sus compañeros escucharon la historia
de un fantasma que aparecía por las noches, así que decidieron ir a investigar tal leyenda, querían ver al espanto que se paseaba por los pasillos de la universidad en las noches sin luna: Una joven vestida de blanco de profundos ojos negros que a veces aparecía llorando en las aulas.
Se decía que era el espíritu de una estudiante que murió años atrás por sus ideales, una mártir cuyo ejemplo tenía que inspirar a las nuevas generaciones; ahora el auditorio llevaba su nombre:
“María José Torres Pineda”.
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