Se despierta a las 6:30 am para ir a trabajar, rodeado de latas de cerveza y el cenicero dado vuelta en la cama, el estomago lleno de cenizas pegadas por la transpiración propia del dormir y alguna que otra colilla entre las sabanas. No recuerda ni siquiera si anoche tomó una ducha pero lo más seguro es que ni siquiera cepilló sus dientes. Le duele la cabeza como si fuese del porte de un hipopótamo, y vomita su bilis sangrienta una y otra vez…hasta que no queda nada.
Cepilla sus dientes para quitar tan mal sabor, tiene arcadas, sobre todo cuando se trata de las muelas traseras, las últimas, las del juicio, que de juicio no le han dado nada. Se fuma un cigarro sentado en la cama mirando las altas paredes de su cuarto siquiátrico, no hay nada mas que ver…no hay nada.
Camina por las calles santiaguinas que aun no entiende completamente, todavía está oscuro, pero nada le parece tan peligroso como muestran por televisión....sube al metro…..no hay poesía en los ojos de la gente ni hay futuro mas allá de este presente, no hay magia, no hay risa, solo un olor a sueño y a animales impacientes.
La noche está vacía, y las ganas de escribir se transforman en frustración al momento de tomar el cuaderno y no ver nada, no oír nada, no oler nada ni sentir nada, tal vez una leve gota del baño de al lado, o el ronquido del arrendatario de la pieza vecina. Todo es decadente, su cigarro es decadente, su colchón es decadente, no hay más que coger una lata de cerveza y apagar la luz…pensar….pensar….no nos queda nada.
Extraña a mucha gente, algunas más que otras, y en las plazas de esta capital no están sus amigos –los punkies- esperándolo por unas cervezas, por un vino. No golpean su puerta ahora para salir a beber ni para conversar un rato, desahogarse, ahora todo es ahogo y podredumbre en su interior…se pudren sus penas, se pudren sus alegrías, se pudren sus emociones y su mente misma se pudre…todo se pudre.
Sale de noche a la calle a ver si encuentra ese espacio mágico que solía encontrar en las plazas, en los bares, pero hay demasiada multitud, demasiados autos, demasiado smog. Piensa mil veces en su vida sabiendo a cabalidad que no hay nada en que pensar, que no tiene nada, nadie…Sube con flojera la alta pasarela, mira hacia abajo, respira profundo y su cuerpo se escurre entre los fríos vientos mal aromatizados de esta urbe que le es ajena….