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Nadie podría imaginar que en una ciudad como esta, llena de problemas y de personas, aun podría existir alguien que pudiera conservar intacta una gran parte de sus sueños e imaginación. Entre grandes edificios y un ambiente enclaustrante, putrefacto y mediocre, Alec, luchaba constantemente para progresar y sobresalir, aunque esto en ocasiones no era fácil, nunca se daba por vencido ya que su aspecto impecable le habría muchas oportunidades. Nunca compartía con nadie sus sentimientos, su única amistad era con su pluma y un viejo cuaderno, ya que desde hace tiempo gustaba de escribir, bueno, al menos eso intentaba.

Primero lo hizo por desamor, seguido por frustración y desesperanza. Trataba de añadir a cada uno de sus escritos, todo lo que sentía en el momento y no podía expresar por temor a no ser comprendido.

Alec, convivía poco con los demás, temía ser traicionado como en otras ocasiones. Desde varios meses atrás, frecuentaba a su mejor amigo Larmdo, a quién confiaba cada uno de sus secretos, lo consideraba como a un hermano. Por el momento no podía exigir más a la vida.

Lo tenía todo, hasta que en una ocasión, después de regresar a casa de una fiesta, se enteró por un telefonema, que Larmdo había muerto… No podía creerlo, era su mejor amigo. Durante varios meses, vegetó, quería morir… Fue entonces que comenzó a escribir con mayor ímpetu y a compenetrarse con sus fantasías .

Meses después, al regresar del trabajo, sintió la imperiosa necesidad de escribir, pero las letras no podían grabarse en el papel, trató de dibujar algo, una puerta tal vez, una puerta la cual tendría rasgos reales, tan reales, que al terminarla, trató de tocar el picaporte, esto aunque increíble y fantasioso que parezca… Sucedió. Lo tomó con una mano, lo giró y la abrió, tras de la puerta encontró toda una serie de recuerdos, los cuales comenzaron a martirizarlo, intentaba explicarse.

Esa noche, al dormitar, comenzó a sentir una extraña sensación, una de las ventanas de su cuarto estaba abierta y por ella penetraba un viento frio, el cual invadía la habitación. El viento continuaba incontenible, todo lo sacudía… Su cuaderno de apuntes había sido arrancado de su escritorio, cayendo abierto en la puerta dibujada… Extrañamente comenzó a abrirse y una luz peculiar salía de ella, despertando por su intensidad a Alec. Súbitamente, comenzó a sentirse temeroso, trataba de pensar y de acercarse, mientras la luz crecía asombrosamente. Alec pensó en atravesar la puerta, pero del interior surgió una voz, la voz de Larmdo, quien le suplicaba dejarlo descansar , comenzó a pedirle que cumpliera con los proyectos inconclusos, que ya no invadiera nunca la fantasía, que pensara que el pasado era tan solo pasado y que ya no volvería.

Alec mantenía una lucha intensa, sabia que si abandonaba la fantasía, moriría entre lo cotidiano de la realidad, era imposible, era como cuartar una forma de expresión… Como ser un grito en el silencio.

Pensaba acaso que quien estaba tras la puerta no era mas que un reproche del pasado… Intento no escuchar, la lucha continuaba, la lógica vencía y de inmediato las imágenes de sus historias volvían a su mente perturbando la razón… Trataba de callar la voz que emanaba de la puerta, ya que minuto a minuto perdía el equilibrio entre los dos mundos.

Quizá había enloquecido, entre tanta confusión, se dirigió como autómata hasta la ventana, quiso salir, volar, terminar con esta pesadilla que corrompía sus sentidos… Sin esperarlo, un pequeño rayo de cordura, circundo su mente, lo hizo pensar, sabia que tan solo era un sueño o una historia en la cual el era el protagonista.

Así que, tomando el cuaderno del piso, volvió hasta la mesa y repentinamente, cerró el cuaderno… La luz y la voz desaparecieron, sentía una enorme soledad.

La luz de un nuevo día se anunciaba en la ventana, el contraste con la oscuridad era notorio. Tomando su cuaderno entre sus manos decidió salir a caminar para olvidar lo sucedido… Sabía que jamás volvería a vivir en la fantasía, intentaría ubicarse en la realidad impuesta por la decadente sociedad… Aunque para ello muriera lentamente.

Algún día continuará…

Texto agregado el 13-04-2010, y leído por 125 visitantes. (0 votos)


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