POR ENCARGO
Eran casi las diez de la noche. Yo me encontraba, como de costumbre a ésa hora, luchando con una historia, la cual no atinaba a darle rumbo, la trama se me había complicado. El cansancio y la falta de luz me comenzaban a vencer. Sí, la falta de Luz; como es de esperarse en alguien que no tiene empleo fijo, que intenta ganarse la vida con sus malos escritos; el dinero no abunda. La compañía eléctrica no vio con beneplácito que le intentara pagar con historias y excusas, así que tomó la determinación de dejarme a obscuras.
Estaba apunto de apagar la vela, después de haber botado el lápiz y guardado mis relatos cuando llamaron a la puerta; yo no esperaba a nadie así que no tuve mucha prisa en atender, pero la insistencia de la persona con golpes a intervalos programados hicieron que me apresurara.
Abrí, ahí estaba ella, una mujer muy atractiva, de elegante oscuro.
—Puedo pasar, Sr. Rojas —dijo cruzando la puerta. La extraña visión femenina me envolvió en una impregnante fragancia y misterio. Sin decir nada di paso a su petición.
—Vengo a proponerle un trabajo —me dijo al tiempo de que de su bolso sacaba una revista.
— ¿Trabajo?, yo ya tengo trabajo —le comente recibiendo de sus manos la publicación.
—Ansiedad Negra —dijo— es el nombre de la revista donde quiero publicar tus cuentos.
Fui hojeando la publicación. Mis ojos topaban con textos al pie de extraños dibujos garabateados en tonos blanco y negro. Eran historias cortas. Leí tres narraciones muy interesantes pero bastantes sombrías y deprimentes; los personajes irremediablemente terminaban muertos entre ellos, algunos por aterradoras bestias, otros en fatales accidentes, y los mas presas de su locura. Indudablemente era el estilo de historias que yo solía escribir.
—No me interesa —mentí.
La verdad es que me urgía publicar alguno de mis cuentos, pero mis aires de grandeza y mi tendencia de hacerme el importante fue más fuerte.
Ella esbozó una sonrisa sarcástica, mientras observaba lo deplorable de mi vivienda, sacó de su bolso una tarjeta, derrochando seguridad y autoridad, me ordenó:
—La historia debe de cumplir forzosamente con los siguientes requisitos — dejó la tarjeta sobre la mesa —Mañana espero tu material a las 10 de la noche, para publicarlo en la siguiente edición.
Sin decir más, se encaminó hacia la puerta, con pasos largos y enigmáticos se alejó, tan misteriosamente como había llegado.
Tomé la tarjeta. Por el frente de ella estaba la dirección de la editorial, en el anverso, con una excelente caligrafía, una lista de características del personaje principal: “HOMBRE, APROXIMADAMENTE CUARENTA AÑOS, DEBE SER UNA PERSONA FUERTEMENTE AFECTADA POR SU ENTORNO, CON UN ALTO GRADO DE TRANSTORNO MENTAL. LAS MUERTES QUE COMETA, DEBEN SER PROVOCADOS POR UN DELIRANTE TRANCE PSICOTICO."
Trabajé toda la noche tratando de escribir una buena historia para la revista, pero después de varias horas en que las sombras que provocaban la tenue luz de la flama, danzaban al son de los ruidos nocturnos, me di cuenta que los escritos por encargo no son lo mío. Así que elaboré, como de costumbre, una mediocre historia, sin mucha trascendencia.
Aquella noche cuando me fui a dormir mi cuerpo ardió en fiebre, varias pesadillas espantosas se entremezclaron en mi mente formando una amalgama de horror, fue el primer indicio de que algo andaba mal; fue la bienvenida a un espantoso mundo que estaba por comenzar.
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Al día siguiente, me encontraba muy cansado, el tener que lidiar con una noche de pesadillas fue agotador; pero echando mano de fuerza de voluntad, ayudado por el incesante ruido que producía mí estomago, me vi forzado a levantarme de la cama a eso de las 3 de la tarde.
Comí y me dispuse a darle los últimos detalles a la historia que entregaría esa noche. Algo curioso me ocurrió, encontré pasajes en el texto que no recordaba haber plasmado. Impactante fue ir leyendo la manera sádica y realista, qué a mitad de la trama, estaba narrado uno de los asesinatos que cometía el personaje de mi historia.
Poco a poco llego a mi mente escenas de las pesadillas que tuve la noche anterior, dichas escenas cuadraban a la perfección con la historia que tenia entre mis manos; supuse que en estado febril, me levante y escribí los sueños que tuve, y así es como apareció los cambios en mi historia
Salí de la casa como a las nueve de la noche, llevando bajo el brazo mi escrito, ya para las 21:30 me encontraba frente a la casa sede de la editorial que publicaría mi cuento de horror.
Era una casona grande y antigua. Había algo en ese lugar que helaba sangre, tal vez eran los adornos de las paredes consistentes en gárgolas y cabezas de demonios distribuidas por la fachada y al pie de las escalinatas que conducían a la puerta principal.
Unos cuantos escalones me condujeron ante una puerta pesada de madera, al empujarla mis ojos fueron recibiendo las imágenes del interior, un mobiliario muy elegante me recibió, la distribución permitía adivinar la mano de un profesional en el diseño de interiores.
Me encaminé hacia la señorita detrás de un gran escritorio de caoba, sobre el cual solo se encontraba un teléfono y una pequeña figura del David de Miguel Ángel esculpido en marfil.
—Buenas noches Sr. Rojas, la Señorita Selene lo espera subiendo las escaleras —me comentó tan pronto me acerque a ella.
Su voz tan dulce y amble, por un momento me hizo dudar que tales palabras fueran dirigida a mi persona, pero la permanencia de su angelical sonrisa y su palma extendida mostrándome el camino, en dirección a las escaleras (sin mencionar el hecho de que se dirigió por mi apellido), descubrían que era a mí al que invitaba a subir por aquellas largos y majestuosos escalones revestidos de mármol.
Mientas subía las escalinatas impecablemente pulidas, caí en cuenta de que hasta ese momento supe el nombre de aquella bella mujer que me visito en casa “SELENE”.
Llegué a un gran Salón al final de las escaleras, al fondo, en una mesa redonda de cantera rosa se encontraba Selene.
—Buenas noches Sr. Rojas —Me saludó tan cordial y con tanta familiaridad que me hizo sentir como si fuéramos grandes amigos.
—Que tal fluyo la historia —me comentó con una sonrisa.
—Buenas noches— contesté —espero que esta historia cumpla con las expectativas y sea lo suficientemente buena para ser publicada.
Tomó el legajo de hojas que le ofrecí y leyó detenidamente. Prácticamente devoro la historia; cada vez que daba vuelta a la página sus ojos brillaban, no de asombro sino de satisfacción.
— ¡Perfecta!— exclamó de gusto mientras que con sus brazos apretaba contra su pecho las hojas de mi manuscrito, cual si fuera niña arrullando su muñeco preferido.
Marcó un número en el teclado de su teléfono y sin decir palabra alguna, apareció un hombre uniformado todo de gris. Selene le entregó las hojas y ordenó publicar mi manuscrito como historia central del próximo numero de la Revista.
—En seguida vuelvo —me indicó.
Mientras se alejaba, observe su delgado y bien formado cuerpo, la sensual danzaba bajo la música que emitían sus tacones.
No tardó mucho tiempo en volver, regalándome a su regreso ese caminar de pasarela. Al llegar junto a mí extendió su largo brazo, entregándome una tarjeta y un cheque.
Mis ojos brillaron al ver el monto, me pareció un pago excesivo por el legajo de hojas garabateadas a lápiz, pero aquella cantidad que recibí y que continuaría recibiendo no compensarían todo el dolor y la angustia que traerían aquellos escritos por encargo.
—Es tu primer pago y es la segunda historia que quiero que desarrolles — indicó extendiéndome una tarjeta—Tendrás mas tiempo, la siguiente publicación será en un mes. Me tomó del brazo y me encaminó rumbo a la salida…
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No recuerdo exactamente la hora en que desperté, lo que si tengo bien fijo en mi mente eran esos dos grandes ojos casi saliéndose de sus cuencas, el olor a miedo, no podría definirlo, pero se que era miedo la fragancia que estaba impregnado en el ambiente.
Percibí como aquellas manos enormes apretaron el cuello de la mujer hasta que su último aliento de vida fue exhalado a unos centímetros del rostro de su verdugo.
Me impactó como con la ayuda de unas pinzas le arrancó de raíz la lengua.
Desperté empapado de sudor, fue una pesadilla horrible, fue la misma pesadilla de la noche anterior, fue lo que yo había escrito…
En la mañana muy temprano salí rumbo al banco a cambiar el cheque, la ciudad amaneció diferente, la consternación la cubría por completo. Ya para esas horas, en todos los noticieros circulaba la información de un atroz asesinato ocurrido en la ciudad.
En el banco mientras que yo hacia fila, dos mujeres comentaban el hecho:
— ¡Fue espantoso!, la estrangularon y le cortaron la lengua —comentaba con tono de exageración una mujer.
— ¿Para que le cortarían la lengua?— cometo su interlocutora.
—Por que esta loco, es un enfermo mental –comenté, pensando en voz alta, haciendo referencia a la historia que yo había escrito y que para esa hora circulaba como cuento central de una revista.
La mujer alcanzó a escucharme, y arrojo hacia mí una mirada de desagrado.
Yo me sentía confundido, no comprendía como era posible que lo que escribí se pareciera tanto al horrible asesinato que había ocurrido.
Mi tribulación se desvaneció con el fajo de billetes que obtuve de la cajera bancaria, al guardarlos en mi cartera salió de mi bolsillo la tarjeta con las características de mi nueva historia. Sin ver que perfil que debería tener la narración, guardé nuevamente la tarjeta. En aquel momento de abundancia y desidia, no quería saber nada de mi nuevo encargo.
Los subsecuentes días trascurrieron igual, por las noches seguía con mi pesadilla repetitiva del asesinato de mi cuento, en las mañanas cierto aire de consuelo me albergaba; ese consuelo provenía del final de la historia, en dicho final atrapan al loco asesino recluyéndolo en un hospital psiquiátrico durante el resto de sus días. Aunque la inquietud seguía en mí. Un algo parecido al miedo me impedía escribir la nueva historia, era tal la sensación que no me había atrevido ni siquiera a ver las nuevas especificaciones.
La cercanía de la fecha de entrega y la rapidez con que se me había terminado el dinero, me impulsaron a continuar con mi encargo. Recuerdo que solo faltaban tres días para entregar la historia, cuando decidí sacar aquella tarjeta.
Las características eran igual de densas que mi cuento anterior: “MUJER TRASTORNADA QUE GUSTA DE COMER CARNE HUMANA, LA CUAL CONSIGUE SOLO DE HOMBRES, QUE A BASE DE SEDUCCION LOS ATRAE A SU CASA PARA DESPUES ENGULLIRLOS EN UN FESTIN DE MUERTE Y CANIBALISMO”
Aquella noche la pesadilla cambió drásticamente influenciada por la nueva historia que debería de escribir, la visión de una hermosa mujer se presento en mis sueños; era rubia, alta y delgada, su piel era tan blanca que casi se percibía translucida, su caminar era tan sensual como irresistible.
Con pasos cortos y zigzagueantes se acercó hacia un hombre. Ella cubría su cuerpo con un vestido negro, liso, muy entallado que con un movimiento suave quedo tirado a sus pies mostrando sin pudor su hermosa desnudez.
Recuerdo del sueño, como las manos de aquel hombre paseaban por toda la joven desbordando tanta pasión, que debo confesar, al recordar la escena brota en mi gran excitación.
Los labios carnosos de la joven reconocían los espacios ya libres de ropa de su acompañante, apretándose con cada centímetro de piel que tocaban; el hombre estaba embriagado con las caricias de la bella mujer, cuando ella, de súbito transformo el último de sus besos en una fuerte mordida arrancándole un gran trozo de carne del cuerpo de aquel infeliz.
La conmoción y la desesperación invadieron mi sueño. Aquel individuo llevó una de sus manos por debajo de su mandíbula tratando de detener la sangre que para ese momento había teñido de rojo toda la habitación; mientras que la mujer, extasiada, engullía lo que había arrancado.
En el justo momento en que el hombre se tambaleaba hasta caer muerto, mi pesadilla se esfumó. Me desperté empapado en un frió sudor, ahogando en mis gritos en la oscuridad de la noche.
A la mañana siguiente encontré el relato de mi pesadilla anterior, y varios asesinatos más, escritos en un puñado de papeles, cuidadosamente ordenados sobre mi mesa de trabajo; toda la historia estaba escrita a mano ¡Con mi letra!
Permanecí de pie leyendo la sádica historia, tratando de recordar cuando demonios lo había escrito, no cabía dudad de que lo soñé pero no sabia en que momento ¡Lo había plasmado al papel!
Los días pasaron rápido, se llegó la fecha. A las diez de la noche del día de entrega me encontraba enfrente de Selene, la cual leía mi historia interesadísima.
—¡Magnifico! me encanta tu estilo, esa manera que tienes de describir el momento de la muerte me fascina. —decía con intenso brillo en sus ojos.
Ella, al igual que en mi anterior visita, marco una serie de números en el teclado del teléfono y dejó la historia sobre el escritorio, me tomó de la mano y me encamino por los escalones rumbo a la salida
—Tranquilo, enseguida aparece el encargado de publicar la historia; ya sabe que hacer con ella, de mi escritorio pasa directamente a la prensa y mañana será parte de la nueva edición de la revista —me comentó al notar la pequeña inquietud provocada por el abandono de mi texto en su escritorio.
En aquella ocasión también me entrego un jugoso cheque y una nueva tarjeta, la cual guarde de inmediato, sin verla.
Salí de la casa de la Editorial con una idea que me rebotaba en la cabeza, ¿Tendría nuevos sueños inducidos por esa tarjeta?
A la mañana siguiente salí muy temprano a buscar analgésicos, las pesadillas de la mujer caníbal me seguían dejado fuertes dolores de cabeza.
Dopado, decidí abordar un autobús que me llevara al centro de la ciudad a una institución bancaria donde cambiar mi generoso pago.
Por la ventanilla del autobús, me llamo la atención una pareja en un elegante BMW. ¡Era ella! , una mujer rubia, delgada, de piel blanca y labios carnosos. El auto se alejo con gran velocidad, mientras que yo quede preso del miedo y la desesperación al reconocer al conductor del coche, era el hombre que fue literalmente devorado vivo por la bella caníbal de mis pesadillas.
Me bajé del autobús con la intención observar las placas del lujoso automóvil pero este ya se había alejado, no sabía que hacer, temía la muerte de ese hombre, también sospechaba que otros cinco individuos perecerían para saciar el apetito de aquella mujer. ¡Era algo que yo había escrito! …
Continuara…
*******
Me encontraba en medio de la calle, abrumado, rodeado de personas que van y vienen preocupadas en sus asuntos, sin saber que estaban a merced de la maldad, de esa maldad que yo estaba creando con mis historias y mis pesadillas.
Durante las siguientes noches tuve las mismas pesadillas. Cada noche en mis sueños presenciaba los asesinatos que aquella mujer caníbal realizaba, con la misma exactitud con la que estaban plasmados en mi último cuento.
Seguí por varios días las noticias sus asesinatos, los hallazgos de cuerpos mutilados a mordidas esparcidos por la periferia de la ciudad… ¡Hasta esa tarde! La que tengo como el comienzo de la más espantosa experiencia que cualquier ser humano pueda resistir.
¿Por descuido ó por curiosidad? Realmente no se por que lo hice, la única justificación que encuentro es que aquellos días los vivía sedado. Lo que haya sido que me motivo a ver la tarjeta… Hoy ¡Lo maldigo!
La perversa cartulina decía:
“NIÑOS SERÁN PRESA DE HORRIBLES ASESINATOS Y ABOMINABLES ACTOS PERVERSOS, COMETIDOS POR HOMBRES SADICOS, SIN ESCRUPULOS QUE VALIENDOSE DE......”
No pude leer más. Rompí la tarjeta e hice lo que no hacia desde hace mucho tiempo, me arrodille y comencé a rezar.
Con lo poco que leí de la tarjeta fue suficiente para que esa noche, pesadillas horribles e indescriptibles de infames asesinatos y pervertidos actos inmorales en contra de pequeños niños asediaran mis sueños.
A la mañana siguiente, como de costumbre, estaba en mi escritorio un grupo de hojas, escritas con mi letra, donde representaban todo lo que había soñado; sabia que publicar eso implicaría que tales asesinatos y vejaciones horrorosas en contra de inocentes criaturas ocurrieran, sin pensarlo dos veces despedace con coraje aquel manuscrito. No podía permitir que tan horribles pesadillas se convirtieran en realidad.
Durante los siguientes días no quería dormir, no recuerdo bien cuanto tiempo aguante despierto, yo considero que fueron como 3 días en que haciendo uso de todos los medios posibles mantuve la vigilia, pero no resistí, sucumbí al sueño, y como es de esperarse, cada mañana tras la infernal noche de pesadillas quemaba el manuscrito que aparecía en mi mesa de trabajo.
Decidido a renunciar a mi encargo me dirigí a la casa editorial. Traspasé la enorme puerta de madera, sin permitir que la señorita de recepción dijera algo, me encaminé rápidamente por las escaleras rumbo al segundo piso al encuentro con Selene
—Sr. Rojas que sorpresa, ¿Ya tiene la nueva historia?.
—No habrá más historias, ¡Renuncio!— le comuniqué a Selene mientras con pasos firmes y decididos me aproximaba a ella.
Al llegar a su escritorio de mi bolsillo saqué un puñado de papelitos pequeños, ella de inmediato comprendió que era la tarjeta donde estaba el encargo.
—¿Crees que puedas vivir con esas pesadillas?- contestó Selene trasformando su semblante, aquella bella sonrisa se había convertido en una mueca de enojo.
— ¿Como sabes de las pesadillas? —comenté, pero al mismo tiempo comprendí.
— ¿Quien eres en realidad Selene?
—No importa quien soy, lo que importa es quién eres tú. Te hemos estado buscando por años, tu tienes el don de hacer que lo que escribes pase —me comentó Selene entre risas malignas —No puedes renunciar a tu mente, dime ¿Crees que puedas aguantar toda tu vida con esas pesadillas? ¡Dame la última historia y te liberaremos! Después tu siguiente encargo será una tarjeta en blanco, así al verla terminaran por siempre tus horribles sueños.
—¿Sabes lo que me pides? ¡La vida de niños por la tranquilidad de mis noches! —le comenté exaltado
—En tus manos esta la decisión.
Selene esbozó esa sonrisa complaciente, sabiéndose dueña de la situación.
Salí de ese lugar envuelto en pensamientos, resignado a sufrir durante toda mi vida de horribles pesadillas donde asesinan a inocentes niños.
La siguiente semana fue espantosa, no soportaba estar atado a horrorosas imágenes, el sufrimiento de cada pequeño que moría en mis sueños era inmenso e insoportable...
***
Hoy, la fecha límite para entregar la historia, no destruí el manuscrito que apareció en mi mesa; lo hice aun lado y comencé a escribir otra historia, hice uso de todos los recursos literarios que poseía para escribir un cuento digno de ser narrado, me llevó todo el día, estaba realmente agotado. Al terminar tomé las dos historias y las guardé en carpetas iguales, dentro un pequeño portafolio de piel, de esos que se cuelgan al hombro, y salí rumbo a la Casa editorial.
Selene me recibió segura de si misma como siempre, a pesar que ese día llegue a las diez y media de la noche.
—Veo que decidiste entregar la historia.
—Aquí está —le respondí sacando del portafolio la carpeta que contenía las horrorosas historias de asesinatos de niños, esas historias que aparecen después de mis pesadillas.
La leyó como siempre con gran agrado y asombro, estaba extasiada al ver tanta maldad plasmada en tan pocas hojas.
—Esto hará cimbrar al cielo— comento en voz baja.
Me entregó el cheque y una tarjeta más, el cheque tenía una jugosa cantidad, y la tarjeta tenia escrito el perfil de una nueva historia.
—Esta tarjeta no esta en blanco —comenté tranquilamente, pero dejando ver cierto enojo.
—No te podemos dejar ir —me dijo con esa certidumbre que tanto le caracteriza.
— Lo sé —afirmé dejando ver cierta resignación a tal situación— Pero quiero el doble del pago —le comenté serenamente mientras que con el brazo estirado le regresaba el cheque, depositándolo en su escritorio.
Marcó una serie de números en el teclado telefónico, esa clave que siempre marcaba para que vinieran a recoger mi manuscrito. Así mismo, tomó el cheque de su escritorio y sonriendo complacientemente me pidió que la esperara, mientras que se alejó por una de las oficinas que estaban al costado del salón donde nos encontrábamos.
Sin dudarlo dos veces agarré la historia que estaba en su escritorio, y la sustituí por la otra historia que tenia en mi portafolio, esto fue casi al momento justo en que Selene regresaba de la oficina.
—Te parece bien la cantidad. Es tres veces lo anterior— me dijo mientras que me entregaba un cheque con muchos ceros.
—Me parece perfecto— dije al ver venir al hombre con uniforme gris, el que siempre recogía mis cuentos de terror.
Selene le ordenó que a toda prisa acomodara el cuento como historia central. Quedaba poco tiempo para que pudiera ser publicado.
Salí de la casa editorial. A unos cuantos pasos de haber dando la vuelta a la esquina saqué el cheque y la tarjeta, los convertí en confeti rompiéndolos una y otra vez.
***
Acabo de llegar a casa. Quemé la historia que saqué de mi portafolio, esa historia donde mueren los niños, tomé mi lápiz y me puse a escribir todo lo sucedido; esta narración que estas leyendo.
Se que te preguntaras de que trata la historia que sustituí, la que Selene mandó publicar.
No me queda mucho tiempo, lo sé por que la vista se me esta nublando, y me ha empezado a escurrir sangre de la nariz, tan solo te voy a confiar el final de la historia que se esta imprimiendo en estos momentos en la editorial Ansiedad Negra:
“LAS LLAMAS CONSUMIERON POR COMPLETO LA CASA EDITORIAL, MIENTRAS QUE SU ESCRITOR ESTRELLA, EL SR ROJAS, MURE DE UN DERRAME CEREBRAL.”
FIN
José Antonio Rojas
josepreds@hotmail.com
Torreón Coah.
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