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UN DÍA MUY ESPECIAL

Verídico.

Hay días que uno no amanece fino, se siente como desconhortado y desea quedarse en la cama, pero a veces no hacemos caso a esas pequeñas peguetas y marchamos a la faena. Así se sentía Oswaldo a pesar de ser un hombre cariparejo y motivador natural por excelencia. Más en esos instantes, se esforzaba por dejar a un lado esa pejiguera, hasta se ponía a silbar porque era un hombre positivo. El calendario marcaba el 4 de Junio, se acordó que era el cumpleaños de su sobrina que vivía en Lima. Como él no había adquirido un teléfono fijo, todas sus llamadas de larga distancia las hacía en casa de su hijo. Para ello siempre se agenciaba de una tarjeta telefónica, aquellas que estaban en auge por dar muchos minutos. Así mismo, le era urgente concurrir a la Tesorería de la Seguridad Social porque le habían embargado la cuenta corriente, ya que no se podía la pensión, pero al final de cuentas era lo mismo, Oswaldo no podía retirar el dinero. Lo primero que hizo fue ir a dicha institución para saber el motivo del embargo y solucionar la muy ladina traba.
Esperó un buen rato, hasta que por fin le atendió un empleado que daba la impresión de ser una persona nerviosa y amargada, pues él como era positivo, lo saludó con mucha educación, después planteó su reclamación. El hombre movía su estilográfica de forma descontrolada, pero sin dejar de escuchar. Una vez enterado, le indicó que tenía que hacer un escrito porque al tratarse de una pensión no contributiva, y ser su único ingreso, dicha pensión era inembargable. El positivismo de Oswaldo parece que se trasladó al empleado de rostro amargado porque se ofreció hacerle el escrito y le dijo que en un par de días, quedaba todo solucionado.
Oswaldo salió contento de la Tesorería de la Seguridad Social y decidió ir caminando a casa de su hijo, por el camino se auto animaba, diciéndose, estoy bien, a mi nada me pasa, las energías negativas se alejan de mí. Soy pura energía positiva. Y así llegó hasta la casa de su hijo y justo en la puerta se acordó que no había comprado la tarjeta telefónica. Fue hasta un locutorio el que le quedaba más cerca, y se habían agotado. No quiso contradecir al destino y volvió a la casa de su hijo y cuando estaba por llegar, sintió como unos escalofríos, fueron pasajeros y en esos momentos pensó en otro locutorio, un poco lejos, pero tenía la seguridad de que allí siempre había. Regresó con la tarjeta, pero ese fastidio que le hacía no estar fino, persistía.
En casa de su hijo, entre charla y charla se olvidó de hablar por teléfono, cuando se despedía, él le sugirió que llamase a Lima, respondió que no. Insistió… para saber como estaba su abuelita Carolina, Y recién la mente de Oswaldo, se aclaró.
__Tienes razón, además es el cumpleaños de tu prima hay que saludarla.
Oswaldo cogió el teléfono y marcó el número de casa de su hermana donde vivía su mamá, escuchó el timbre varias veces, luego que levantaban el auricular telefónico, pero nadie contestaba, en ese instante sintió que se teletransportaba, pues su vista se nubló y de pronto escuchó claramente un grito desesperado.
__Señora Alicia, su mamacita ha muerto.
Reconoció la voz de la enfermera que cuidaba a su madre. Luego la voz de su cuñado que decía:
__Ahora no, trae alcohol, la señora se ha desmallado.
__ En este instante… aquí lo tiene, la señora ha muerto con una sonrisa en los labios, es una santita. A mí siempre me decía que veía angelitos.
El pobre cuñado, estaba desesperado porque volviese en si su señora, hasta que por fin reaccionó.
__ Mi mamacita no __dijo la hermana de Oswaldo llorando__. No… si ella estaba tan bien de salud.
__ Dios sabe lo que hace, además, ahora Carolina ha desensebado, tú sabes que estar sentada siempre en una silla de ruedas molesta.
__Déjate de estar metaforizando y vamos al cuarto para verla.
Y, Oswaldo al pie del teléfono, viviendo la muerte de su madre, tal como si estuviese presente. Nadie le contestó su llamada. Cuando parecía que volvía a Barcelona, sus ojos se llenaron de lágrimas, su hijo se dio cuenta y le preguntó.
__¿Qué te ocurre?
__Tu abuelita ha muerto.
__¿Qué dices? Si tú no has hablado con nadie. Siempre has estado callado.
__ Pero, alguien levantó el auricular telefónico a mi llamada y lo dejó descolgado, en el preciso momento en que la enfermera se dio cuenta que la abuelita había muerto. Escuché gritos, llantos, en fin, viví el momento. Espera voy a llamar a mis hermanos.
__Hola.
__Qué milagro. Te llamaba para decirte que vayas a la casa de Alicia, porque nuestra madre ha muerto.
__Estás loco. ¿Cómo sabes tú si estas en Barcelona?
__ Pues llamé y me enteré que había muerto, hace unos minutos.
Y así fue que Oswaldo desde Barcelona llamó a todos sus familiares para comunicarle que su madre había fallecido. Ella quiso que él fuese el encargado de comunicar a la familia su partida. Y que su hijo estuviese allí, junto con ella, ese día muy especial.

Fin

Julio Santa Ana Eyzaguirre
Terrassa Barcelona
España 24_01-2010


Texto agregado el 11-04-2010, y leído por 173 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
22-04-2010 Lindo escrito, felicitaciones elcritico
13-04-2010 Escelente trabajo, felicitaciones. elpatriarca
 
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