CIBERESPACIO
Al Chat llega mucha gente en busca de una conversación interesante o simplemente para conocer a otras personas. Todas las edades y profesiones están en algún momento representadas por nombres supuestos, que ocultan el propio y que reciben la denominación de nick.
Hay horas de alta sintonía y eso ocurre generalmente en las noches, cuando es fácil encontrar a más de cien personas participando de un canal de conversación. Muchos hablan banalidades, otros de temas actuales y muchos lo hacen en privado y de ese modo nadie se entera de lo que se dicen y ahí estaba yo, casi un novato en el ciberespacio, observando cómo se comunicaba la gente y percatándome que hasta el salón de conversación llegaban hombres y mujeres de diferentes partes del mundo, en especial de habla hispana.
Recuerdo que me llamó la atención el nombre de una chica y digo así porque su nick era Acacia. Conversaba con tres muchachos y lo hacía con una rapidez increíble, si se piensa que la conversación es escrita y en base a frases que cada uno va incorporando en la pantalla. Aparentemente no era una primera conversación, por cierto que no, se conocían de días o meses tal vez, hablaban de la cuenta de teléfono que tendrían que pagar por el vicio de chatear, de lo que harían el fin de semana y de la cena de homenaje para alguien que en esos momentos no estaba presente y donde se juntarían varios de diferentes ciudades. Uno de los chicos le preguntó:
- Oye, y qué hay de tu nuevo amigo...
Y Acacia dijo algo así como:
“ El que me regaló el rayo de luz verde... a quién yo le regalé un beso que bailaba en mi sonrisa”.., está en alguna parte del mundo y yo... en este otro extremo. Qué quién era y ¿cuál es su nombre?... ¿qué les importa saber a ustedes?
Los muchachos protestaron diciendo:
- Acacia, sólo queríamos saber cómo iba esa nueva amistad...
- Disculpen, escribió Acacia y continuó:
- Lástima que ninguno de ustedes me pueda asegurar que lo voy a encontrar de nuevo..., tal vez era un navegante ocasional...
Interiormente Acacia pensó: protegidos por el anonimato de la red, ambos abrimos las compuertas del yo interior, ese que uno guarda celosamente, aquél que nunca sale a la luz y que oculta las frustraciones, los sueños truncos...
Y Acacia continuó respondiendo a sus amigos mientras recordaba lo hablado con ese navegante del ciberespacio, que no había vuelto a ver : “ fue como sí una mano sabia me guiara , dejé salir todo lo que guardaba en el alma, desde la última pena hasta la más reciente alegría, me encontré de pronto hablando de esas cosas que uno se niega a aceptar que las está sufriendo, viviendo o que de alguna forma nos afectan, y mágicamente recuperé la paz interior que había perdido quién sabe cuándo, tal vez mucho tiempo atrás, quizás sólo ayer, pero que era la gran ausente de mi vida ”
Mientras ella pensaba los muchachos insistían en bromear, pero de pronto ella dejó de responderles y desapareció de la pantalla y otra chica ocupó su lugar en el grupo, retornando todos a una animada, liviana y banal charla que a las postres sólo le dejaría como consecuencia unos cuantos minutos más agregados a la cuenta del teléfono por el uso del sistema.
Entretanto Acacia flotaba en el Ciberespacio esperando encontrar otra vez al desconocido. De pronto su corazón pareció paralizarse, el nick aquél aparecía en la pantalla y sin pensarlo dos veces escribió un tímido: - ¡Hola!
El respondió: - Te buscaba....
y ella dijo: - Te esperaba....
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