Un café frío y un cigarrillo a la mitad, el aire álgido enmudeciendome la garganta, los ojos hinchados y el corazón afligido, ¿es que acaso esto es vida?, la respuesta sigue siendo la misma, el constante sonido del silencio...
Duele encontrar lo que hoy en mi encontré, duele porque se sabe que es inasequible, no por otra cosa, porque si fuera por otra, podría contarle un montón de versos, como aquellos que dibujé cuando contemplé un cielo estrellado y le vi sonreir en una luna regordeta, aquellos que delinee cuando el viento acaricio mis mejillas y pude sentir la calidez de sus manos, mientras las suaves gotas de sereno, besaron estos labios ansiosos de afecto, bien puedo contar del murmullo de Morfeo, que me hablaba de amores lejanos y después atraía a mis sueños pequeñas imágenes utópicas pero enternecedoras, podría detallar cada sueño diurno y describir minuciosa las emociones, pero es que ahora lo que duele es mucho, tanto que prefería no recordarle.
Sí, hablo de amores, o quizá deba decir desamores, de esos que hinchan el ombligo y oprimen el alma, de esos que pocas veces aparecen, aquellos por los que una fallece, aquellos que acaban con las aspiraciones, aquellos que narcotizan y embriagan, que unen al hombre con el universo y después lo eruptan a la tierra pulverizándolo, sí, amores de esos que dicen que poco se ven, que raro aparecen, pero que existen y cuando lo hacen una no sabe si perseguirlo o alejarse...
Ya no quiero mantenerme en este hilo, pero es que no puedo apartarlo de mi mente, ha conseguido hipnotizarme y esta noche me devoró las entrañas...
Un café sin terminar y un cigarrillo ya apagado, sin aire gélido qué respirar, sin lágrimas qué derramar, la vida sigue en silencio.
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